Mucho más que un algoritmo
La Inteligencia Artificial (IA) es un caso de éxito que los tecnólogos califican de revolucionario, con un impacto estratosférico en la vida cotidiana y profesional. El buque insignia de dicha tecnología, ChatGPT (creado por Open AI), cerró 2023 ―su primer año― con 100 millones de usuarios a la semana (tardaron cinco días en llegar al primer millón, un número que a Netflix le supuso tres años y medio) y en agosto se anunciaba que superaba los 200 millones. En España, en enero de 2023, ChatGPT tenía ya un millón de usuarios y cerraba el año con cuatro. En el mundo empresarial, el 92% de los grandes grupos mundiales usan productos de Open AI de forma cotidiana, según la revista Fortune.
En nuestro día a día, la IA se ha convertido en una herramienta presente en nuestras vidas. Nosotros mismos hemos utilizado ChatGPT en los últimos días como ayuda para preparar una presentación o para decidir qué teléfono comprar. Es evidente la gran utilidad de esta tecnología y el interés que despierta, especialmente para ciertas actividades cotidianas. Pero ¿alguien utilizaría la IA para elegir un cuidador para sus hijos, o para sus padres, sin tener una entrevista en persona previa? La tecnología será inteligente, pero es artificial.
En los últimos quince años, las finanzas han dado un giro de 180 grados y se está extendiendo al gran público un trato individualizado que ha roto con las inversiones a granel de productos concebidos para millones de usuarios. Algunas entidades hemos apostado por el cara a cara, con planes “a medida” de las necesidades y objetivos de cada persona. Ha sido un largo camino que ahora da sus frutos y cada vez son más los clientes que demandan un asesoramiento profesional, pero sobre todo cercano.
La IA no siempre es capaz de discernir los matices de cada individuo que se perciben en una mirada o en su tono de voz. En definitiva, el ser humano no puede reducirse a un algoritmo, por sofisticada que sea la tecnología. Somos cambiantes (la compra de una casa, el nacimiento de un hijo, una enfermedad importante, la jubilación), así como también lo es el entorno. Y eso requiere de ajustes finos en nuestras estrategias y carteras de inversión, aunque sean a largo plazo, de la mano de una persona que nos conozca y nos aporte tranquilidad a la hora de tomar decisiones importantes.
Estamos seguros de que la IA será un factor diferencial en manos de un buen profesional. Porque a la tecnología, por inteligente que sea, debemos saber qué contarle y qué preguntarle para evitar que acabemos optando por productos financieros estandarizados que no respondan a nuestras necesidades particulares. La tecnología nos facilita parte de nuestra vida, pero lo realmente importante se merece mucho más que un algoritmo.
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