Carboliva proyecta una inversión de 120 millones en 20 hornos en España y Portugal para producir biocarbón con residuos de aceituna

La empresa andaluza, fundada por Álvaro Espuny, mantiene contactos con entidades bancarias, fondos y otras firmas para financiar su expansión en la península ibérica

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El horno de pirólisis de la compañía en Puente del Obispo (Jaén).
El horno de pirólisis instalado en Puente del Obispo (Jaén). / M. G.

Sevilla/La compañía Carboliva planea dar el salto fuera de las fronteras andaluzas y extender su tecnología propia para valorizar biomasa procedente de la industria oleícola en la península ibérica. En concreto, ha diseñado una estrategia a cinco años con una inversión de alrededor de 120 millones de euros para construir y operar hasta 20 hornos de producción de carbón vegetal -también conocido como biochar- a partir de residuos de la aceituna en otros tantos secaderos de orujo en España y Portugal.

Con esta iniciativa, la sociedad creada en 2017 por el histórico empresario del sector aceitero Álvaro Espuny y con sede en Osuna (Sevilla) pretende, por un lado, liderar la fabricación de biochar de aceituna a nivel nacional con una previsión de producción de 200.000 toneladas anuales; y, por otro, dar respuesta a la industria orujera española ante los nuevos requerimientos europeos en materia de sostenibilidad, tanto medioambiental como energética, que deberá cumplir en el horizonte 2030.

Carboliva ya cuenta desde 2018 con un horno en la planta de Acesur-Coosur ubicada en Puente del Obispo (Jaén), en el que ha acometido una inversión de ocho millones de euros, en su mayor parte con fondos propios. Desde esta factoría, produce 5.000 toneladas anuales de biocarbón mediante un sistema de pirólisis patentado que ha sido desarrollado por su equipo técnico en colaboración con la Escuela de Ingenieros de Sevilla, la empresa Inerco y la Universidad de Málaga.

La compañía está manteniendo contactos con entidades financieras y fondos de inversión, así como con firmas aceiteras y energéticas, para respaldar su expansión porque “necesitamos un impulso de financiación importante”, reconoce el fundador y presidente de la compañía, Álvaro Espuny, al tiempo que subraya que “somos la única empresa española que utiliza pirólisis para la valorización de la biomasa oleícola y queremos sustituir con esta tecnología los hornos tradicionales de las orujeras”.

Actualmente, las 50 extractoras de orujo en territorio nacional reciben y procesan cada año alrededor de seis millones de toneladas del subproducto que 1.852 almazaras generan tras la molturación de la aceituna. Esta biomasa húmeda -que incluye pulpa, hueso y agua de vegetación (alpechín)- se seca para obtener aceite de orujo, en un proceso que forma, a su vez, un residuo también seco -el orujillo-, del que una parte se quema en la propia industria como fuente térmica y otra se vende en el mercado como combustible.

Para el secado de la biomasa de la aceituna, casi dos tercios de las extractoras en España utilizan hornos tradicionales, un sistema en entredicho desde hace años que requiere del uso de filtros especiales para evitar la emisión de micropartículas de ceniza al aire. Por su parte, otro tercio de las orujeras emplea la cogeneración, que se abastece en este caso con un combustible fósil como el gas natural y cuya vida útil podría llegar a su fin en el ejercicio 2030.

Tecnología propia

En contraste con estos métodos, la tecnología de Carboliva es un horno de pirolisis rotativo en continuo que tiene como particularidad que realiza la combustión del orujillo en ausencia de oxígeno. “De este modo -apunta Espuny-, se disocia en un biogás que, una vez quemado en un oxidador, se transforma en energía térmica limpia capaz de alimentar el funcionamiento de la propia orujera sin emitir cenizas al aire, pero, además, en el mismo proceso se genera el carbón vegetal. Es totalmente sostenible y circular”.

Según destaca el que fuera también presidente de las aceiteras Hijos de Espuny y Coreysa, el modelo de negocio del plan de expansión en la península ibérica consiste en que “nosotros realizamos la inversión inicial, de seis millones de euros por cada horno, y ofrecemos a las orujeras un contrato a diez años por el que reutilizamos la mitad del orujillo como fuente de energía para el secado de la biomasa y les compramos a precio de mercado la otra mitad para poder producir el biocarbón”.

El empresario defiende que el sistema de Carboliva permite a la industria “externalizar el trabajo de sus secaderos, al sustituir el horno tradicional por uno de pirólisis, además de que se abastecen con energía limpia y solucionan todo el problema de las partículas de ceniza”. “En paralelo, nosotros amortizamos la inversión en la planta mediante la venta del biochar, cuya comercialización queremos enfocar, en especial, hacia el propio sector agrícola para regenerar suelos que se han ido degradando por el uso de abonos químicos, herbicidas, etcétera“, añade.

Una saca del biochar producido por Carboliva.
Una saca del biochar producido por Carboliva. / M. G.

Derechos de carbono

Con una plantilla de 15 personas entre su sede central y la instalación jiennense, Carboliva ha sumado en los dos últimos ejercicios una facturación de 3,4 millones de euros, apoyada, sobre todo, en la comercialización de carbón vegetal para acerías de Italia y Suecia, si bien el objetivo es complementar el negocio en las ventas de derechos de carbono, para lo que está tramitando el European Biochar Certificate (EBC), y en el mercado de la regeneración de suelos en el olivar, viñedo o almendra.

En este sentido, Álvaro Espuny destaca que cada tonelada de biochar compensa hasta tres toneladas de CO2 y que su uso en terrenos agrícolas aumenta el rendimiento de los cultivos. “Los resultados de una investigación de la Universidad de Jaén (UJA) dentro del Proyecto Europeo Soil O-Live, que se extiende también a Portugal, Italia y Grecia, demuestran que, en el caso del olivar, la mejora es de 100 kilogramos más de aceite por hectárea; mientras que otros estudios en invernaderos con Tecnova también respaldan un incremento del 20% en la producción de tomate”, concluye el empresario.

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