La espera del aspirante
José Antonio Nieto se convierte en alcalde con 41 años y tras haber pasado su propia travesía del desierto tras no poder gobernar a pesar de lograr 14 concejales en los comicios de hace cuatro años
José Antonio Nieto se enfrentaba en la noche de ayer a un auténtico dilema. Ganar o marcharse. Lo había dicho previamente. Si volvía a quedarse a las puertas del gobierno municipal, cedería los trastos de la portavocía del grupo popular y se acabaría su carrera política municipal. Los datos le dan como nuevo alcalde de Córdoba después de cuatro años, los que van desde 2007 a 2011, en los que ha pasado su propia travesía del desierto. Ganador en las municipales a tiro de piedra de la mayoría absoluta. Perdedor en el Pleno.
¿Quién es José Antonio Nieto Ballesteros? El nuevo alcalde de Córdoba es el hijo de una familia normal, en un pueblo normal, que ha llevado una vida absolutamente normal. En su currículum, se podría decir que la normalidad es tal que podría figurar como seña de identidad. Casado con su novia de toda la vida, dos hijos, Nieto nació en Guadalcázar. Su padre es camionero, el negocio familiar. De adolescente, se mudó al piso familiar de la avenida de Granada -en el Sector Sur, de donde es su esposa- para estudiar BUP con su hermano. Asistió a las aulas del Averroes.
Ya licenciado en Derecho, es hijo de esa generación de políticos de vocación temprana. Apenas con 18 años de edad, figura en las listas al Congreso de los Diputados por el CDS, lo que indica que fue Juan Ojeda, entonces referente en Córdoba del partido de Adolfo Suárez, quien le abrió las primeras puertas. Nieto es de una generación rara dentro del Partido Popular de Córdoba. No disfrutó de la victoria popular de 1995 aunque pudo ver aquellos toros desde la barrera, como trabajador del grupo provincial, en lo que se ha convertido en una cantera para entrar en las listas. La victoria/derrota de Rafael Merino en 1999 sí que le cogió como miembro de la lista. En 2002, se produce un acto fundamental de su carrera política.
Enrique Bellido había ganado en 2000 el congreso provincial popular contra Salvador Fuentes. Dos años más tarde, un grupo de jóvenes militantes y dirigentes empieza a mover un manifiesto por las juntas locales del partido contra Bellido. Se le atribuyen diferencias con la dirección nacional pero, de fondo, hay un debate interno, de gestión, de aspiraciones. José Antonio Nieto forma parte de ese equipo de disidentes que, en realidad, tienen la aquiescencia de la dirección andaluza del partido. Lo que quiere decir que Javier Arenas está detrás. El golpe de mano se traduce en la conformación de una gestora presidida por Luis Martín y en la convocatoria de un congreso que gana, como única aspirante, María Jesús Botella. Nieto está detrás como secretario general.
En 2004, Rafael Merino es elegido diputado y Nieto se queda con la portavocía de un grupo de 11 concejales después de haber perdido las elecciones de 2003. Renueva el equipo, le da mucho poder a sus personas de mayor confianza -Miguel Ángel Torrico, José María Bellido-y prepara minuciosamente el asalto a la Alcaldía. La campaña de 2007, lo han dicho incluso sus detractores, es modélica. Fresca, directa. Se aprovecha del mensaje de la juventud (tiene 37 años). Al principio, tiene buenas relaciones con IU, que se van deteriorando poco a poco conforme aprieta las tuercas de la gestión, muchas veces a rebufo de un PSOE que hace el trabajo grueso de desgaste. En 2007, refuerza el equipo con Federico Cabello de Alba, excomisario y nuevo secretario general.
La noche electoral de 2007 es de una triste alegría. Las copas en el Bambuddha, un pub del centro, son de resignación. La amarga victoria, que acuñó Felipe González. Nieto responde quedándose como portavoz, asumiendo el rol de parlamentario y dando alas a una oposición mucho más dura que ha acabado hundiendo a la izquierda, desgastada tras años de contradicciones y una gestión municipal con muchas críticas. Las elecciones de 2011 son, en realidad, una estación de llegada o vaya usted a saber qué. A Nieto le coge el empeño joven, más informado y tremendamente ambicioso. También se ha dejado jirones en el camino en una clase política que, cada vez, utiliza munición más gruesa para el adversario. Su éxito de ayer se complementa con el del partido en la provincia, que le dará la presidencia de la Diputación con mayoría absoluta por primera vez en la historia.
Se acaba la espera del político popular. Ha ganado las elecciones y gobernará. Hasta ahora, su vida ha sido de palabras. En adelante, será de hechos. Le toca gobernar. Es su turno.
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