"¿Jockey? Lo más que monté fue un caballo de cartón"
Rafael Hidalgo, Pte. Sociedad de Carreras de Caballos de Sanlúcar
Desde que asumió el cargo, los visitantes a las carreras no han parado de crecer. Este año se celebra la 166 edición, que tiene un presupuesto de 600.000 euros, con 170.000 euros en premios.
Rafael Hidalgo García de Velasco (Sanlúcar de Barrameda, 1953), empresario inmobiliario, preside desde hace cuatro años una de las instituciones andaluzas con mayor tradición, la Sociedad de Carreras de Caballos de Sanlúcar, lo que él siente como un orgullo debido a que su familia de estirpe bodeguera siempre ha estado muy vinculada a esta actividad.
-Caballos en la playa. Un Ascot en la desembocadura del Guadalquivir. ¿Cómo empezó esto?
-No nos comparamos con nadie porque las carreras de caballos de Sanlúcar son únicas, pero sí, esto empezó hace mucho tiempo. El 20 de septiembre de 1845 se formó una sociedad que quería fomentar la raza caballar andaluza. En sus estatutos ya se expresaba que una de las actividades sería hacer una carrera de caballos en la playa en agosto.
-Como las que hacían a caballo para transportar el pescado de Bajo de Guía a los mercados.
-Ahí dicen que está el origen, aunque ya había influencia de las primeras carreras de caballos al estilo inglés que se hacían en la Alameda de Osuna, en Madrid. Las de Sanlúcar fueron las segundas que se reglamentaron en nuestro país y, ahora, son las que tienen más antigüedad de las que permanecen y eso que hay algunas en Andalucía que se siguen celebrando, como las de Mijas o Dos Hermanas, que datan también de aquella época.
-Se ha convertido en uno de los grandes reclamos turísticos del litoral.
-Hemos ido creciendo en visitantes, pero con la crisis, que está presente en todo, si igualamos los visitantes del año pasado no nos vamos a disgustar.
-Como todos, han tenido que apretarse el cinturón.
-Sí, sí, hemos tenido que ir muy a lo justo para cubrir los presupuestos y hemos hecho un programa nuevo de carreras, pero nos han ayudado mucho las cuadras. Para los dos ciclos de este año hemos tenido 181 inscripciones, que son 39 más que el año pasado.
-Bueno, pues venda las carreras.
-Las carreras se venden solas, tienen una plasticidad incomparable. Es un espectáculo que no se parece a nada en el mundo y la prueba está en que cada vez nos visita gente de lugares más lejanos que nos lo corroboran. Son carreras en la arena húmeda de la bajamar, con el Guadalquivir y Doñana al fondo. Esos atardeceres con esos colores que se funden en el cielo son emocionantes.
-Vendrá gente de otros hipódromos. ¿Qué opina la competencia?
-Son todos buenos amigos. Vienen de Mijas, de Dos Hermanas, de la Zarzuela. Sienten una envidia sana. Nos dicen: vuestras carreras abren telediarios. Es cierto. Estas carreras tienen una enorme repercusión. Son las únicas carreras de España que abren telediarios.
-Hábleme de un visitante que le llamara la atención.
-El año pasado vino un inglés que era uno de los hombres fuertes de una de las principales casas de apuestas internacionales. Nos contó que le había impactado, que se lo habían recomendado mucho, pero que, aun así, no se esperaba algo tan bello.
-Y eso que aquí el monopolio del negocio de las apuestas lo tienen los niños.
-Forman parte de la tradición de las carreras, no sé ni de cuándo data. Siendo yo niño ya jugaba a las apuestas. Los niños ponen sus casetas, algunas muy trabajadas, representando monumentos de la ciudad y con la línea de meta dibujada delante de ellos. Cada uno funciona a su manera, con sus propias reglas. Son muy imaginativos. Las apuestas no suelen ir más allá de 50 céntimos y a cambio de chucherías.
-Esos son sus recuerdos de infancia.
-Sí, sí, mis padres tenían palcos, pero yo lo que recuerdo con más cariño de mi infancia eran esos momentos de las carreras con las casetas. Esperaba con ansiedad la llegada de las carreras para poder jugar con mis amigos a las apuestas.
-Las carreras tienen dos ciclos muy diferenciados. ¿Se queda con alguno?
-El primer ciclo, el que se ha celebrado esta semana, tiene mucho encanto combinando lo deportivo con una feria comercial. El segundo, que este año empezará el próximo día 25 de agosto, es más una fiesta social. Ahí es donde se instalan los palcos. Quizá por eso haya mucha gente que se decante por el segundo ciclo, pero a mí me parecen los dos igual de importantes e igual de interesantes.
-Hábleme de los caballos. ¿Vienen campeones?
-Sanlúcar es especial también en eso. Existen los caballos areneros, que corren mejor en la playa que en los hipódromos. Pero sí, hay cuadras muy buenas. Este año va a venir una que es propiedad de Raúl y Míchel Salgado, que tiene mucho nombre en Madrid. A ver si se acercan por aquí.
-Los famosos ayudan.
-Son bienvenidos, significan promoción.
-¿Y a quién esperan?
-Este año una de las primeras carreras la ha promocionado José Andrés, uno de nuestros grandes cocineros: cuenta con Oscar de gastronomía. Ha traído cuatro cocineros para compaginar carreras y arte culinario. Son personas que atraen a otras. Toda la gente del cine que veranea por aquí, en Zahara o por la zona, Álex de la Iglesia y gente de ese estilo, esperamos verla por aquí.
-¿Qué carreras ha vivido con más intensidad?
-Las de estos últimos cuatro años. No respiro hondo hasta que no suena la campana de la primera carrera y digo ya hemos cumplido el trabajo de un año. Entonces me pongo a disfrutar antes de empezar a pensar que ya hay que trabajar para celebrar la de la siguiente edición.
-Un jockey que le haya marcado.
-Hay muchos, a los jockeys les gusta venir a Sanlúcar. Muchas veces convencen a las cuadras para que participen. Podría hablarle de Carlos Laffon. Ya se ha retirado. Ahora vive en Francia preparando caballos para la temporada de turf en los mejores hipódromos. Supongo que vendrá a recordar viejos tiempos. Los que entienden afirman que era y es un fuera de serie.
-¿Y usted no quiso ser jockey?
-Ya me habría gustado. Yo sólo montaba caballos de cartón.
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