Iñaki Hormaza: “Los nuevos cultivos ayudan a fijar la población”

Iñaki Hormaza | Biólogo

El biólogo e investigador Iñaki Hormaza.
El biólogo e investigador Iñaki Hormaza. / IHSM Comunicación
Miguel Lasida

11 de septiembre 2024 - 08:57

Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Navarra y doctorado en Biología Vegetal por la Universidad de California, Iñaki Hormaza (San Sebastián, 1965) se incorporó al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 2000 como científico titular en el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora, instituto mixto del que forma parte la Universidad de Málaga. Desde 2007 es profesor de investigación. La finca La Mayora es para Homaza y su equipo un gran un laboratorio al aire libre donde investigan la optimización de los frutos tropicales, actuales y por venir.

–¿Qué hacen los laboratorios con el cacao?

–Es un cultivo con requerimientos climáticos muy tropicales que sufre por debajo de los 15 grados. Se ha intentado cultivar en Málaga desde hace siglos, pero nuestros inviernos son excesivamente fríos. Nuestro reto ha sido lograr cultivarlo en un invernadero sin calefacción y lo hemos conseguido combinando los conocimientos agronómicos con una polinización manual de las flores.

–El precio del chocolate ha subido a causa de las crisis políticas y sociales en los países productores. ¿Es optimista afirmar que hay una alternativa en Andalucía?

–Sería muy optimista. Nuestro objetivo no es tanto la producción comercial, sino la investigación, continuar proyectos de cooperación en América y África y estudiar compuestos interesantes en los frutos de cacao.

–¿No habrá entonces un nuevo chocolate español?

–La producción que en el futuro hubiera en Andalucía y en Canarias sería muy limitada como para pensar en un volumen significativo en el mercado global.

–Han investigado la planta del chirimoyo. ¿Qué han descubierto?

–Hasta hace poco se consideraba el origen en los valles interandinos de Ecuador y Perú. Sin embargo, mediante un análisis genético hemos demostrado que el origen está en Centroamérica y que es donde hay más diversidad. Nuestra hipótesis es que las culturas precolombinas expandieron el cultivo a América del Sur, probablemente utilizando las rutas marítimas que comunicaban América Central y Sudamérica por el Pacífico. Posteriormente el cultivo se expandió al norte de Ecuador y Colombia y al sur de Perú y Bolivia.

–¿Cómo llega la chirimoya a Europa?

–Las primeras semillas son de 1732 y llegaron a Valencia desde Perú. El desarrollo comercial del cultivo en España, que hoy es el principal productor mundial, no ocurrió hasta bien entrado el siglo XX, principalmente en las costas de Granada y Málaga.

–¿Qué explicación tiene que el cultivo de aguacate requiera más agua que una aceituna o un tomate?

–Habría que diferenciar, en este caso, entre cultivos anuales, como el tomate, y cultivos leñosos, como el aguacate y el olivo. Con el tomate ha habido una selección muy intensa para que sea un cultivo intensivo y de alta productividad; además, gran parte de su cultivo es en invernadero: la eficiencia del uso del agua suele ser mayor. En cuanto a los frutales leñosos, no se puede generalizar. Las necesidades de agua varían según la localización y el manejo de los cultivos. En condiciones de sequía los olivos, como los almendros, sobreviven pero con baja productividad.

–¿Y el aguacate?

–Producir un kilo de aguacate con un buen manejo en la costa malagueña puede necesitar una cantidad de agua similar a la de un kilo de manzana en el norte de la península. La diferencia está en el origen. Mientras que la mayor parte del agua necesaria para la producción del aguacate proviene de agua de riego, en la manzana proviene de la lluvia.

–¿Y qué tienen el mango, por hablar de un cultivo en auge, que no tengan las tradicionales mandarina y uva?

–Todos los cultivos que consideramos “tradicionales” se introdujeron en algún momento. El cultivo de la vid en España se introdujo por los fenicios y las naranjas y las mandarinas son originarias de Asia y fueron introducidas por los árabes a partir del siglo X. El mango es un cultivo de origen asiático, de reciente introducción en España, y que en Europa continental solo se cultiva a nivel comercial en la costa mediterránea andaluza, por ser muy sensible a las bajas temperaturas invernales en el resto del continente. Su cultivo, como el del aguacate y otros tropicales, permite diversificar la producción y ofrecer al consumidor europeo productos exótico de calidad excelente con una muy baja huella de carbono por transporte.

–Los ecologistas atribuyen la escasez de agua, entre otras razones, a la explotación del aguacate y el mango en Málaga y Granada. ¿Qué opina?

–La escasez de agua es un problema crónico en la cuenca mediterránea que se está viendo agravada por el cambio climático, causado fundamentalmente por la actividad humana. Otro tema es cómo utilizamos el agua disponible.

–¿Y cómo?

–A mi modo de ver, es esencial dimensionar la superficie cultivada en función del agua disponible, combinando las diferentes fuentes: aguas superficiales, subterráneas, regeneradas de depuradora y desalinizadas, y nunca al revés. En épocas de sequías extremas, los cultivos de secano, que solo disponen del agua de lluvia, son los que más sufren. En situaciones de sequía como la actual, si la fuente de ingresos fuesen solo cultivos de secano de baja productividad, estaríamos fomentando la emigración y el abandono las de tierras de cultivo. Es necesario el equilibrio que permita la sostenibilidad de los nuevos cultivos, que están ayudando a fijar las poblaciones.

–¿Es la construcción de desaladoras la solución?

–Puede ser parte de la solución en las zonas costeras, siempre que se asocie a una buena gestión de los recursos. Si hay menos desaladoras hoy de las necesarias se debe, entre otros motivos, al coste del agua producida. Los avances en energía renovable pueden ayudar a que se construyan más.

–¿Es posible manipular los genes de los frutos para hacerlos más resistentes a la escasez?

–Sí, es una línea de investigación prioritaria a nivel global. Las nuevas tecnologías facilitarán la identificación de los principales genes implicados y que se pueda hacer una selección más rápida de nuevas variedades y portainjertos más tolerantes a la sequía.

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