Pepe Baena: "Instagram es genial para difundir, pero la pintura se debe ver en directo"

El pintor de los desayunos, de las escenas cotidianas y del pescaíto frito no sólo es viral en las redes sino que tiene la admiración de referentes del realismo como Antonio López

El artista ya trabaja en su próxima exposición en Madrid que tendrá lugar en diciembre

Una obra de Pepe Baena forma parte del Museo de Realismo Español Contemporáneo de Almería

El pintor Pepe Baena, en su estudio de la calle Cobos de Cádiz. / Julio González
Tamara García

31 de agosto 2024 - 05:59

Cuando los ‘desayunos’ y ‘meriendas’ de Pepe Baena (Cádiz, 1979) se hicieron virales en redes sociales, este gaditano, cámara del Servicio de Vídeo de Diputación de Cádiz, ya era más que conocido en su tierra como el pintor del pescaíto frito y de una vida cotidiana que encuentra miles de resonancias en la memoria de todo aquel que se enfrenta a una de sus obras. Es esa “normalidad” -esa verdad- la que lo ha llevado a al almeriense Murec, el primer museo del realismo español; a los libros de texto (su Cola-Cao no pasó desapercibido a la editorial SM) o a exponer repetidas veces en Madrid donde el próximo diciembre tiene una nueva cita en la sala Prodigioso Volcán. 

–¿Qué cambia cuando Antonio López habla bien de la obra de uno?

–Es un halago. Siempre que un artista de la talla de Antonio López, al que además admiro tanto, dedique unas palabras a tu obra es una satisfacción muy grande. Pero la vida no cambia porque alguien hable bien de ti, ni vas a pintar mejor. Lo que sí, cambia es la percepción de algunas personas sobre lo que haces. Las palabras de Antonio pero también la viralización de los cuadros del Cola-Cao en redes, la columna de Ana Iris Simón... Todo eso contribuye a que la gente que no te conoce se acerque a tu obra.

–¿Sabe que Ana Iris Simón también lo nombra en su misiva a la Princesa Leonor del libro ‘Cartas a una reina’ de Zenda?

–¡No, qué va! Pues me hace ilusión porque me gustó muchísimo el análisis que hizo de mi trabajo en la columna que publicó. ¿Y qué dice?

–Pues le pregunta si sabe de “la España que pinta Pepe Baena, la de los chiquillos que se sollan las rodillas y luego meriendan tortas de Inés Rosales con Cola-Cao”. Vamos, que incide en esa capacidad suya de retratar la cotidianeidad 

–Es que yo creo que lo que conecta de mi pintura es que la gente se ve reflejada. El éxito de los cuadros de los churros, de las tortas, por ejemplo, creo que viene del recuerdo personal que cada uno tiene de cuando era chico, de sus abuelos... Eso también pasa con los cuadros que van sobre mi familia, como tenemos una vida tan normal, pues se parece a la mayoría de las vidas de los demás.

–La vida de una clase social, la trabajadora. 

–Yo lo que pinto es mi vida, di ese paso de forma muy natural. Creo que es fundamental pintar la vida de cada uno, y decir algo con ello. Me gusta verme como un director de cine que está haciendo una película sobre su vida. Espero que llegue un momento en el que pueda ver mi vida en mis cuadros. Y si, además, la gente normal, como nosotros, pues también ve un reflejo de la suya, pues mejor. 

–¿Cuál fue la primera escena familiar que pintó?

–Pues una de las primeras fue en Italia, la tierra de mi mujer. Estaban Sara (su hija) y Eli (su esposa), con su abuela, dándole de comer a Pepito (otro de sus hijos). Ese cuadro llegó a ser mención de honor en un concurso, que estaba Antonio López de jurado, y al final me lo compró María López, su hija. 

–¿Y cómo se ha tomado su familia ser ‘la musa’ a lo largo de estos años?

–A mí es que me ha gustado mucho pintar a los niños, aunque este año es verdad que he pegado un parón y estoy con los bodegones. Los niños, al principio, estaban hartos de que les hiciese fotos, que son las que después yo usaba para pintarlos. Pero cuando vamos a una exposición, se pican para ver quién sale más. También está la movida de cuando les gusta mucho un cuadro, que se lo quedan. Cada uno tiene su cuadro preferido guardado. 

–Cuando conocí su obra, era el pintor del pescaíto frito. ¿Sigue poniendo ‘esa sartén’?

–Hombre claro, mira, ahí (señala un paquete de su mesa de trabajo) van unos salmonetes fritos para Madrid. Es cierto que pasé del gran formato a otro más pequeño, pero sigo. Empecé con esos bodegones, luego me pasé a pintar las escenas familiares y ahora estoy con los churros a tope .

El pintor Pepe Baena posa en su estudio en Cádiz. / Julio González

–¿Alguna obra de la que esté especialmente orgulloso?

Una tarde cualquiera. Es el salón de casa de mi madre. Sale ella, mi hermana, mi cuñado, el perro de mi hermana... Y porque obtuvo el primer premio Ciudad de Melilla, fue el primer premio grande que me dieron y, además, estaba muy bien dotado económicamente.

–Empezó a pintar con 30 años, ¿por qué no antes? 

–Siempre me interesó la pintura, pero como espectador. Iba a exposiciones, a museos, pero no pintaba nada de nada. Pero llegó un día que encontré el momento, sentí curiosidad, me apunté a clases con un profesor, luego con otro y así... Empecé a pintar y la cosa fue a más y a más.

–Hablaba antes de viralidad. Sin duda, las redes sociales han sido sus aliadas. 

–Han sido fundamentales. Gracias a Instagram estoy exponiendo en Madrid, en Ámsterdam. También te digo, Instagram, y el resto de redes sociales, están muy bien para difundir, pero la pintura se debe ver en directo. A mí me encanta cuando la gente viene al estudio y ve mi obra, porque aún gusta más. Hay quien te dice, “tus cuadros parecen fotos”. Pero qué va, mis pinturas no parecen fotos, no quiero que lo sean, porque me gusta la pincelada, la mancha, para mí es superimportante ver la pintura, y en un móvil no se ve.

–¿Dejará su trabajo en algún momento por dedicarse en exclusiva a pintar?. 

–A mí es que mi trabajo me gusta, si no me gustara, sólo pintaría porque ya puedo permitírmelo. Pero me gusta no depender de la pintura para vivir, porque yo pinto lo que me da la gana y creo que es uno de los éxitos, pintar lo que quieres sin pensar que lo tienes que vender. 

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