Un pleno de Diputación entre susurros y confidencias
l Los debates en la institución provincial se habían convertido en un desfile de gritos, palabrotas, insultos y descalificaciones. De un tiempo a esta parte, las cosas parecen haberse normalizado y, aún en el fragor de la batalla política, las formas se respetan. Tanto que los susurros son el denominador común, incluso se tapan la boca, seguramente para que nadie se atreva a intentar adivinar de qué hablan o si se le escapa alguna indiscreción que nadie más debe conocer.
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