“Un retratista debe mantener la distancia y callarse secretos”
Hernán Cortés. Pintor y retratista de la Familia Real
El gaditano Hernán Cortés está trabajando en varios proyectos a la vez. En menos de un mes deberá entregar un cuadro a la Asociación de la Prensa de Cádiz, que conmemorará el centenario de su fundación. Labora también en el retrato de los Padres de la Constitución por encargo del Congreso y de personalidades de la Transición para el Senado. Y además, el de José María Aznar para el Palacio de la Moncloa.
–¿Ese nombre de conquistador se lo pusieron sus padres queriendo?
–Pues, según mi madre, yo tenía un tío que se llamó Hernán Moreno, pero en realidad nunca lo conocí, así que realmente pienso que fueron delirios de grandeza de mi madre.
–No podrá entrar en México con su pasaporte.
–No se crea. Tengo amigos mexicanos que me dicen que mi nombre puede ser un problema pero, al ser tan sonado, también es una ventaja.
–¿Se siente pintor de corte?
–No creo que exista actualmente esa figura. Además, según entendemos al pintor de corte, se trata más de un adulador que de un verdadero retratista que, al fin y al cabo, es mi aspiración.
–¿La palabra retratista le gusta como definición?
–Si partimos de que para ser buen retratista hay que ser en primer lugar buen pintor, además de saber representar a los seres de carne y hueso, no me disgusta como definición.
–Es usted un pintor doblemente realista, por estilo y por los altos personajes.
–En cuanto al estilo podría ser, pero no olvide que pinto muchos más personajes del mundo de la cultura, política o empresa que de la realeza, que ocupa una parte pequeñísima de mi producción.
–Perdone la pregunta: ¿lo suyo es arte moderno?
–Todo pintor que pinte hoy, y se comprometa con lo que le rodea, hace inevitablemente pintura moderna.
–¿Siempre el rostro es el espejo del alma?
–Si se refiere a que cada persona lleva impresas en su cara las huellas de lo que ha vivido, podría ser…
–¿En quién ha sido más difícil hallar ese reflejo?
–Nunca se sabe, a eso se llega de una manera intuitiva y es el tiempo el que te muestra si has acertado o no.
–¿Cuál ha sido más fácil, entonces?
–Fácil ninguno, pero tengo un grato recuerdo de la complicidad con personajes como Severo Ochoa, Dámaso Alonso o John Elliott.
–¿Ha dejado alguno por imposible?
–No, pues la dificultad es el acicate del retrato.
–¿Y no ha entregado ningún encargo pensando que ha fracasado, que no ha logrado hacer un buen retrato?
–Imagino que habré hecho retratos mejores y peores, pero soy incapaz de acabar un cuadro si no creo firmemente en él.
–¿Uno se puede hacer amigo del Rey después de días y días de posado?
–El contacto con el modelo puede propiciar cierta cercanía, pero no olvide que para retratar es fundamental la visión distanciada.
–¿Alguno, como le ocurrió al Papa Inocencio, ha sentido miedo de lo que veía reflejado en su retrato?
–Supongo que en algún caso podría ser, pues ya se sabe que todos cultivamos el “justicia señor, pero por mi casa no”.
–¿Alguna vez ha coartado su pincel para no ser tan sincero?
–No creo que sea necesario, pues se puede ser sincero sin perder el respeto a los demás.
–¿Ha tenido que callarse algún secreto?
–Muchísimos.
–¿Se ha sentido poderoso más veces que intimidado al hacer su trabajo?
–Ni una cosa ni otra.
–¿Su éxito con los retratos ha ocultado sus otras versiones como pintor?
–De todos los géneros pictóricos que he cultivado es el retrato con el que más disfruto.
–¿Se siente a gusto con el éxito?
–Lo del éxito no está tan claro, lo importante es tener muchos proyectos que te tengan ocupado y no tener ocasión de mirarse el ombligo.
–¿Hace garabatos mientras piensa?
–No, no suelo hacerlos.
–¿A qué pintor le gustaría parecerse?
–No creo que un pintor veterano deba querer ser otro del que es, sin que esto impida que mantenga vivo el espíritu de aprendizaje de los demás.
–¿Le queda tiempo libre?
–Claro. Afortunadamente me gusta viajar, pasear y una buena conversación, a ser posible con una botella de vino.
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