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Como sucedió en 2011 y, más recientemente, en 2019, el mapa autonómico se da la vuelta. Esta vez, se vuelve de color azul.
El PP recupera la comunidad valenciana ocho años después, y arrebata al PSOE Aragón, Extremadura, Cantabria y Baleares. En todos estos casos, necesitará a Vox para gobernar. En la Rioja, otra plaza retomada, obtiene la mayoría absoluta.
El PSOE, pues, sufre un durísimo correctivo. De las diez comunidades autónomas en las que lideraba el Gobierno, solo conservará previsiblemente dos: Castilla la Mancha y Asturias y cabe la posibilidad (no clara aún) de que también Canarias y Navarra.
Tres de los barones más significados, Javier Lambán (Aragón), Guillermo Fernández Vara (Extremadura), y Ximo Puig (Comunidad Valenciana), críticos con Sánchez por sus pactos con ERC y EH-Bildu, pagan el retroceso general de los socialistas y pierden el poder.
Solo Emiliano García-Page, en Castilla-La Mancha, conservará el Gobierno y lo hará además con mayoría absoluta, pero unicamente por un escaño. En 2019 obtuvo un margen bastante más amplio, de cinco diputados.
El otro gran triunfador de las elecciones autonómicas de 2023 es Vox, que entra o eleva su peso en todos los parlamentos autonómicos y condicionará el Gobierno de una gran parte de ellos.
Solo hay una plaza en la que el partido de Santiago Abascal retrocede: Madrid. Dos años después de la última cita electoral, la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, mejora el ya gran resultado de 2021 y logra la mayoría absoluta de forma holgada (71 escaños), lo que avala su estrategia dura de campaña (pidió la ilegalización de Bildu y acusó a Sánchez de pucherazo), en algunos momentos alejada de la de Feijóo.
Los expertos en sondeos electorales auguraban que la absoluta de Ayuso dependía de que Podemos lograra un 5% de los votos y obtuviera representación parlamentaria (obtuvo 10 escaños en 2021).
No ha sido así, lo cual es, en cierto modo, un fracaso para una formación que había puesto bastante de sus huevos en superar esa cota. Algo similar sucede en la Comunidad Valenciana, donde pasa de ocho a cero. En el resto de comunidades su resultado es muy dispar, aunque más bien con tendencia a bajar.
Un partido de la misma familia ideológica, Más Madrid, próximo a la vicepresidenta Yolanda Díaz, mejora su resultado en la comunidad (con cuatro escaños más), gracias precisamente al hundimiento de Podemos, pero pierde la condición de segunda fuerza política en Madrid. Empata en escaños con el PSOE, aunque está por detrás en votos por poco. Igual ocurrió en 2019, aunque al revés.
En Valencia, Compromís retrocede y de ello se beneficia el PSOE, aunque de forma inútil, ya que la Comunidad Valenciana volverá a ser azul.
Habrá que acostumbrarse a nuevos nombres de presidentes autonómicos del PP. El presidente de la Comunidad Valenciana será, si Vox así lo quiere, Carlos Mazón, que fue recuperado para la política por el PP en 2019 tras dirigir durante diez años la Cámara de Comercio de Alicante. Como curiosidad, fue vocalista del grupo Marengo, que llegó a ser finalista para representar a España en Eurovisión 2011.
En Aragón, Jorge Azcón sustituirá a Javier Lambán, también con el permiso de Vox. Viene de la gestión municipal, ya que en 2019 ganó la Alcaldía de Zaragoza con el apoyo de Ciudadanos. En ese cargo estaba cuando decidió en diciembre de 2022 presentarse para presidir Aragón.
En Extremadura, la sucesora de José Antonio Monago, María Guardiola, será, pese a no ser la más votada, la próxima presidenta, siempre que haya, también, entendimiento con Vox.
En Baleares Marga Prohens, de 41 años y a la que se le compara con Ayuso, llegará al poder tras ganar nueve escaños y volver a ser primera fuerza. Necesitará menos el apoyo de Vox que otros de sus compañeros, ya que su partido suma más en la comunidad que toda la izquierda unida.
En Murcia Fernando López Miras reeditará con toda seguridad el pacto con Vox y gobernará con aún más comodidad, ya que su partido también suma más que toda la izquierda junta, pese a no tener mayoría absoluta.
En Cantabria, María José Sáenz de Buruaga asumirá el cargo de presidenta, también, como no, con el apoyo de Vox.
En el PSOE, aparte de García Page, Adrián Barbón, que tenía mayoría absoluta, conservará la presidencia por un solo escaño si pacta con las formaciones a su izquierda, algo que no parece complicado.
En Navarra María Chivite seguirá gobernando con Geroa Bai y la confluencia de izquierdas Contigo Navarra, pero para ello EH-Bildu se tendrá que volver a abstener, como ya sucedió en 2019, una circunstancia que a nivel nacional no hace bien al PSOE, precisamente.
Y en Canarias, la llave la tendrá Coalición Canaria (CC). Las elecciones las ha ganado el PSOE de Ángel Víctor Torres, pero un pacto entre Coalición Canarias, Vox y PP le quitaría el Gobierno, ya que no suma con sus actuales aliados.
No parece probable, ya que Coalición Canaria ha dicho que no se aliará con Vox. La alternativa, pues, es un acuerdo con el PSOE, o que este partido gobierne en minoría. Habrá que esperar, en cualquier caso, porque también los partidos minoritarios Alianza Socialista de Gomera y Agrupación Herreña Independiente juegan en este complicado tablero y pueden ser decisivos para conformar el Gobierno.
Ciudadanos, por cierto, desaparece por completo del mapa autonómico. No obtiene ni un solo diputado en ninguna asamblea. Salvando los seis del Parlament de Cataluña -comunidad de origen del partido- solo queda el último mohicano: Francisco Igea, diputado de las Cortes de Castilla y León, quién fue en su momento crítico con Albert Rivera y se enfrentó con Inés Arrimadas por el control del partido.
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