Un Gobierno desbordado

Pedro Sánchez, en un acto como presidente del Gobierno / David Fernández / Efe
Pilar Cernuda

04 de diciembre 2022 - 06:04

Tiene España un gobierno desbordado por los acontecimientos, roto por las diferencias ideológicas y de criterio; un PSOE debilitado porque su secretario general está volcado en sus problemas de gobierno y no demuestra sentir interés por cambiar impresiones con los dirigentes regionales de su partido sobre la incomodidad que sienten ante decisiones de gobierno que nunca les fueron consultadas. Decisiones que pueden provocar una fuga de votos en las elecciones autonómicas y municipales que se celebran en mayo.

En el partido de Pedro Sánchez solo hay una voz que conoce a fondo al PSOE y a sus protagonistas actuales, Santos Cerdán, secretario de Organización. Es el único que está en el día a día de lo que ocurre en Moncloa, en Ferraz, y en las distintas federaciones regionales y provinciales. Contra su deseo se ha visto obligado a enfundarse el uniforme de bombero, porque la vicesecretaria María Jesús Montero está centrada en sus responsabilidades de ministra de Hacienda, que no son pocas, y la nueva portavoz del partido, Pilar Alegría, no es que le ocurra como a Montero que debe dedicar gran parte de su tiempo al ministerio de Educación, sino que se ha demostrado lo que muchos advirtieron desde el primer momento: sus escasas dotes de comunicadora, que se acentúan cuando lo que debe comunicar es que el Gobierno y el partido van bien.

Es incapaz de transmitir ni firmeza ni credibilidad, y no es solo porque no se cumple lo que es ley en un portavoz, conocer a fondo el terreno que pisa, sino que también, y hay que decirlo en su favor, su tarea es especialmente difícil porque no hay día en el que alguna figura del PSOE no marque distancias con decisiones que toma el gobierno.

El último, el presidente del Gobierno aragonés.

El caso Lambán

Javier Lambán lleva tiempo expresando su disconformidad con muchas de las iniciativas que toma el gobierno, sobre todo su rechazo al indulto a los independentistas catalanes y a la revisión del delito de sedición. Pero esta vez el ataque ha sido muy directo hacia Pedro Sánchez, cuando en una conferencia celebrada en las Cortes aragonesas dijo que “mejor le habría ido a España” si el líder del PSOE no hubiera sido Pedro Sánchez, sino el ex presidente de la comisión gestora que se creó en el PSOE tras la dimisión de Rubalcaba, Javier Fernández, presidente entonces del Gobierno asturiano y que, a pesar de las muchas presiones recibidas, no quiso presentarse a las primarias en la que se debía elegir nuevo secretario general del partido. Y que ganó Pedro Sánchez.

Para presiones, las que ha recibido Lambán para que se retractara de sus palabras. No se sabe si la llamada clave se la hizo Sánchez o Santos Cerdán. Fuentes socialistas aseguran que Cerdán, que además mantiene buena relación personal con Lambán.

Encaja más. Sánchez suele huir de los conflictos y enfrentamientos personales. Lambán, más que rectificar, dijo que se habían interpretado mal sus palabras, que eran de elogio a la figura de Javier Fernández, allí presente, más que contrarias a Sánchez, a quien reiteró la lealtad que debe como secretario general del partido. En cualquier caso no solo los aragoneses, sino toda la España que sigue los avatares políticos, sabe bien que Lambán, como ocurre con García Page y en menor intensidad con Fernández Vara, distan mucho de ser fanáticos defensores de Pedro Sánchez, sus decisiones de Gobierno y las componendas a las que llega con sus socios de gobierno. También se rumorea por los círculos políticos que el valenciano Ximo Puig está harto de dar la cara por un Pedro Sánchez al que no apoyó en primarias, como tampoco hizo Vara, pero al que prometió lealtad, al igual que hizo Vara, cuando las ganó frente a Susana Díaz.

No solo los problemas internos del PSOE se han convertido en un asunto preocupante para el presidente de gobierno. No le quita el sueño, porque ya sabemos que nada le quita el sueño desde que hace tres años dijo que la sola idea de gobernar con Podemos se lo quitaba pero se apresuró a formar coalición con Pablo Iglesias en cuanto vio que de la abría la puerta de Moncloa si nombraba media docena de ministros de Unidas Podemos.

En aquella ocasión Sánchez no solo mintió a los españoles sino que además hizo una cesión que jamás debe hacer un jefe de gobierno: renunciar a mandar en parte de su equipo. Los ministros de Podemos los nombró Pablo Iglesias, también la a la vicepresidenta segunda cuando él decidió abandonar el Gobierno, y Sánchez no tiene atribuciones para decir a los ministros podemitas qué pueden y no pueden aprobar. No lo intenta siquiera, pero cuando algún socialista de prestigio expresa reticencias a alguna ley propuesta por Podemos –lo que nunca hace Sánchez, acepta sin chistar el documento que recoge los términos del acuerdo de coalición– inmediatamente salen Iglesias, Montero o Belarra advirtiendo que Sánchez está obligado a cumplir lo que firmó. No es exactamente cierto, hay mil maneras de no cumplir acuerdos alegando razones mayores; pero si Sánchez no lo hace es más porque en el fondo respalda lo que promueve su socio de gobierno.

Rechazo a Pedro Sánchez

Es uno de los puntos que más inquieta, o indigna, a socialistas de siempre, que consideran que el presidente de Gobierno y secretario general del PSOE se ha dejado comer el terreno de los principios y, hoy, los de Ferraz son los impuestos por Podemos.

Ahí están dando el do de pecho las feministas del PSOE, de larga trayectoria en la defensa de los derechos de la mujer, que ven con dolor cómo su trabajo está siendo devaluada por una recién llegada sin historia política ni feminista, Irene Montero, que promueve leyes que tienen poco que ver con la igualdad y mucho con iniciativas populistas que en muchos casos perjudican a las mujeres y, además, pueden ser inconstitucionales.

Esas mujeres socialistas no dudaron en organizar una manifestación al margen de la convocada por Montero y Belarra el pasado día 25, Día de la Violencia contra la Mujer. Querían visualizar las diferencias entre su modelo de igualdad y violencia de género con el de Irene Montero.

En este escenario inquietante para cualquier socialista porque se adivinan tiempos de cambio provocados por el rechazo importante que sufre la imagen de Sánchez, el presidente y su equipo han decidido arremeter contra el PP como si fuera culpable de todos los males que sacuden el país y basan su nuevo argumentario en que los ataques de la oposición han arreciado porque saben que Sánchez tiene importantes cartas en su mano: ha superado con éxito los dos retos más acuciantes por resolver, la pandemia y la crisis económica, y gracias a ese éxito se ha convertido en el actual líder de referencia para la Unión Europea, lo que se ha demostrado al ser elegido presidente de la Internacional Socialista. Sin comentarios. No hacen falta, basta poner los pesos en la balanza de las causas que han provocado el rechazo evidente hacia la figura del actual presidente de gobierno.

El principal, sus pactos con partidos minoritarios que le han obligado a tomar decisiones que escandalizan incluso a miembros destacados de su propio partido, como se señala al inicio de esta crónica. Otros pesos en su plato malo de la balanza son las maniobras para colocar gente adicta en las instituciones del Estado, la última de ellas elegir para el Tribunal Constitucional a ex miembros destacados de su gobierno y, además, sin cumplir los requisitos que marca la Constitución sobre cómo se deben elegir los miembros del TC, por tercios y al mismo tiempo los que elige el gobierno con los que elige el Consejo General del Poder Judicial. Más pesas sobre la balanza: cifras manipuladas, entre ellas las del empleo, contabilizando a fijos discontinuos en su periodo de paro; el destino de los fondos europeos, que también investiga Bruselas; la diferencia de trato institucional a empresas y organismos en función de su cercanía al gobierno o a sus socios y, por supuesto, lo que más afecta al grado de rechazo que sufre Pedro Sánchez: sus pactos innobles con partidos que no ocultan su aversión hacia España, sus leyes y su Constitución.

Su compromiso actual con esos partidos antiespañoles, es que antes de fin de mes se aprobarán las iniciativas más hirientes para una gran parte de la sociedad.

Temen destacados socialistas que en mayo haya consecuencias.

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