Las Claves
Pilar Cernuda
La corrupción acecha a La Moncloa
El partido de Puigdemont, Junts, fue la cuarta fuerza en Cataluña en las elecciones generales del 23 de julio, obtuvo muchos menos apoyos que el PSOE, menos que ERC e, incluso, menos que el PP pero la alineación de bloques en el Congreso convierten a sus siete diputados en oro molido. Aun así, y a pesar del suspense que Junts ha impreso a la sesión de este jueves -su dirección se reunirá dos horas antes de que abra el Congreso-, su capacidad de maniobra es limitada: si el presidente del Congreso no fuera la socialista Francina Armengol, posiblemente, se repetirían las elecciones, porque Pedro Sánchez no podría gobernar con un Senado en contra y una Mesa de la Cámara Alta dirigida por un diputado popular. Con ese eje antisanchista, el presidente socialista preferiría la repetición. Él está preparado para ello. Pero Junts no.
El PSOE ha elegido a Armengol, ex presidenta balear y sanchista de primera hornada, candidata para dirigir el Congreso. Si sale, será ella quien comuniqué al Rey la apertura de la Cámara y la formación de los grupos parlamentarios.
En el partido de Puigdemont sólo han quedado los hiperventilados, y a éstos les gusta tomar decisiones al borde del precipicio. Ocurrió en octubre de 2017, cuando el ex presidente de la Generalitat escogió en una amarga noche la declaración de independencia a la convocatoria de las elecciones autonómicas para evitar la aplicación del artículo 155. De aquellas largas horas viene su tremenda desconfianza hacia ERC, de los mensajes de Rufián y de su acusación de venderse por "155 monedas de oro". Por eso, por el gusto por el abismo, por el suspense y por la teatralización ha pospuesto su decisión sobre el voto a la Presidencia del Congreso a este mismo jueves. Junts se reunirá dos horas antes de que comience la sesión inaugural de la XV legislatura. A las ocho de la mañana, pero será puro teatro.
A Junts le gustaría abstenerse, pero si la candidato socialista necesitase los votos afirmativos, Puidemont se los daría. Para ello sólo hay que saber qué hará la única diputada de Coalición Canaria. Lo mismo ocurre con ERC, aparenta que presiona, que negocia, pero esa pantalla vendrá después, con la investidura, ahora no hay más cesión que el compromiso de permitir a ambos partidos un grupo parlamentario propio. Ni ERC ni Junts cumplen las condiciones para ello, pero la Mesa del Congreso es soberana para ordenar la Cámara.
Un acuerdo para la Mesa no presupone que haya investidura, pero sin este pacto previo, la legislatura no llegará al invierno.
El poder del partido de Puigdemont no está en su fuerza electoral, que es muy escasa, sino en la situación de empate que arrojó el resultado del 23 de julio. Los bloques de derecha y de izquierdas están igualados, y las nuevas alineaciones que ha intentado el PP durante este agosto no han dado resultado. No sería la primera vez que el PNV y Junts -si se considera a éste heredero parcial de Convergencia- apoyasen a un presidente del Gobierno del PP, pero los populares tiene ahora un tremendo obstáculo: su dependencia de Vox, y ni los nacionalistas vascos ni los independentistas catalanes van a ir a una votación en compañía de Santiago Abascal cuando le han salido, además, dos serios competidores, Bildu y ERC respectivamente.
El coordinador general del PP, Elías Bendodo, ha intentado romper sin éxito la dinámica de los dos bloques prefijados de derecha e izquierda. No han funcionado ni los mensajes por morse a Waterloo ni el acercamiento al PNV -por dos veces, no- ni la vía canaria de hacer presidente a un peneuvista, Vox le pesa mucho más que sus 33 escaños. Al final, el PP ha caído preso en su leit motiv de campaña: la derogación del sanchismo.
Lo que este jueves se elige en el Congreso es la composición de su Mesa, ese órgano que sólo es importante en los momentos delicados, pero esta legislatura estará llena de peligros y quiebros. Su control es esencial para el PSOE; tener un presidente socialista de la Cámara, casi vital. Si eso no fuese así, la XV legislatura será tan breve como la XIII. En ausencia de un mediador, es el presidente del Congreso quien informa al Rey de las posibilidades de una investidura, el monarca no da nada por entendido, no presupone, no hace cálculos, escucha a la Carrera de San Jerónimo, a los candidatos y propone.
El presidente del Congreso se elige en una única elección en la que cada diputado apunta el nombre en un papel. Gana la persona con mayor número de votos, y la situación apunta a que el socialista podría tener uno menos que el escogido por el PP, por eso se necesita a Junts. También es importante el voto de Coalición Canaria, se da dado por hecho que sólo estaré en el bloque de los populares, pero su posición se parecerá más al de la posición cuántica, en ambos lados a la vez.
El resto de la Mesa la componen cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios. Se escogen en dos votaciones distintas, donde son nombrados aquellos con mayor número de votos. En estos casos, los partido prestan votos en función de las alianzas previas. Los partidos gobernantes buscan la mayoría en este órgano de dirección, pero ésta se puede conseguir también a través de los apoyos de los aliados parlamentarios.
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