Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
20 aniversario del 11-M
En un país trágicamente acostumbrado a que el único sinónimo de terrorismo fuera ETA, nadie dudó en un primer momento de que era la responsable de la matanza. Todos los testimonios de condena iban en la mañana del 11 de marzo en esa dirección y apelaban a la unidad. Los partidos suspendieron la campaña.
Antes de las 11:00, el portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, aseguraba que la izquierda abertzale no contemplaba "ni como hipótesis" la autoría de ETA. La primera comparecencia pública del Gobierno fue a las 13:15. El ministro del Interior, Ángel Acebes, aseguró que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no tenían "ninguna duda" de que ETA estaba detrás.
El lehendakari Juan José Ibarretxe fue contundente contra ETA, el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, condenó rotundamente "los atentados más horrendos que haya cometido nunca ETA" y el presidente del Ejecutivo, José María Aznar, aun sin citar expresamente a ese grupo terrorista, descartó cualquier negociación con los asesinos.
A las tres de la tarde, Acebes aseguraba que el explosivo utilizado era Titadyne, el habitual de ETA, pero cada vez había más voces sosteniendo que algo no cuadraba. Poco después informó de la localización de una furgoneta en la que se hallaron siete detonadores y una cinta en árabe con versículos del Corán. A las nueve de la noche, la Brigada de Abu Hafs Al Masri, vinculada a Al Qaeda, se atribuyó los atentados en una carta dirigida al diario árabe Al Quds al Arabi. Al día siguiente una llamada al diario Gara aseguraba que ETA no tenía "ninguna responsabilidad sobre los atentados".
En las multitudinarias manifestaciones de la tarde del día 12 algunas personas en Madrid y Barcelona increparon a los miembros del Gobierno. La jornada de reflexión amaneció con una entrevista del candidato del PP, Mariano Rajoy, en El Mundo: "Tengo la convicción moral de que ha sido ETA".
Poco después de que Acebes volviera a comparecer para insistir en que las investigaciones avanzaban en las dos vías posibles, pero que ETA seguía siendo la principal sospechosa, empezaron a circular mensajes a móviles acusando al Gobierno de estar ocultando la autoría yihadista de los atentados y llamando a concentrarse frente a las sedes del PP.
"¿Quién ha sido?", gritaban los manifestantes en toda España. "Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta", dijo Alfredo Pérez Rubalcaba. A las ocho de la tarde, Acebes informó de la detención de cuatro ciudadanos marroquíes y dos indios; poco después de la medianoche, reveló que un supuesto portavoz de Al Qaeda se había atribuido la autoría de la matanza.
El PSOE ganó las elecciones y logró 164 escaños frente a los 148 del PP; José Luis Rodríguez Zapatero era el nuevo presidente del Gobierno. ¿Hasta que punto influyeron en los resultados electorales los atentados, la gestión de la información por parte del Gobierno, las protestas en las calles o las críticas de miembros del PSOE y otros partidos? Hay versiones para todos los gustos.
La legislación española impide publicar encuestas desde una semana antes de la cita con las urnas y por eso es difícil saber si, como han interpretado siempre los socialistas, en los últimos días antes del atentado, el PSOE ya estaba por delante. O si, como sostiene el PP, el vuelco fue únicamente fruto de una respuesta emocional a los atentados manipulada por partidos y medios de izquierdas. Fuera como fuera, parece incuestionable que todos los españoles tenían en la cabeza las imágenes de la barbarie cuando fueron a votar.
Hasta el momento del atentado, la campaña transcurría sin demasiados sobresaltos y con la única incógnita –según las encuestas– de saber si el PP podría revalidar con Rajoy la mayoría absoluta de Aznar.
En junio de 2005, la comisión parlamentaria que investigó los atentados aprobó su dictamen; las recomendaciones de seguridad y de apoyo a las víctimas lograron la unanimidad de la Cámara, no así las conclusiones políticas. Con el voto en contra del PP, ese dictamen fue muy duro con el Gobierno de ese partido, al que acusaba de manipular y tergiversar durante esos días la información por interés electoral. En su comparecencia ante la comisión, Aznar afirmó: "Los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas".
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