Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
Pedro Sánchez empieza a dar pistas de que sí está dispuesto a ceder al chantaje planteado por el prófugo Carles Puigdemont para permitir su reelección como presidente del Ejecutivo una vez que fracase la investidura de Alberto Núñez Feijóo, que es quien por ahora tiene el encargo del Rey de intentar formar Gobierno.
En rueda de prensa en Nueva York, el presidente en funciones abonó el camino a la aprobación de la amnistía que le exige Junts, y también ERC, además de una consulta que legitime el derecho de autodeterminación de Cataluña.
Sánchez expresó su rechazo a la “acción judicial” que se emprendió contra los dirigentes del procés en Cataluña, al ser preguntado sobre si mantiene su compromiso de traer a España al ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont para ser juzgado.
En sus afirmaciones a los periodistas en Nueva York, donde asiste a la Asamblea General de la ONU, Sánchez dijo que siente respeto por “el trabajo y la labor de la justicia”, pero que él siempre ha defendido que “una crisis política nunca tuvo que derivar en una acción judicial y una judicialización” como la que se produjo con el procés, obviando que entonces consideró que aquellos actos debían ser calificados como un “delito de rebelión”, aunque luego el Tribunal Supremo los condenó por sedición, figura penal que, con su impulso legislativo, eliminó del Código Penal hace menos de un año.
Sánchez sí recordó, por contra, que cuando el entonces fiscal general, José Manuel Maza, puso en marcha el procedimiento judicial con una querella contra dirigentes del procés, incluido Puigdemont, él trasladó su “malestar” al presidente Mariano Rajoy.
Y explicó la razón: “Porque no habíamos sido consultados y el PSOE apoyó al PP ante esa crisis constitucional” provocada por el independentismo y en segundo, “porque habíamos trasladado a una vía judicial un conflicto que tenía una raíz política”. “Lo que hemos hecho durante todos estos años con enorme esfuerzo y absoluta incomprensión de aquellos que gobernaban España cuando se produjo esta crisis constitucional ha sido tratar de devolver a la política lo que nunca tuvo que salir de la política”, se justificó.
Sánchez, horas antes de que Felipe González y Alfonso Guerra cargaran contra una cesión al chantaje separatista, evitó desmentir al líder de ERC, Oriol Junqueras, que sostiene que ya está pactada la ley de amnistía con los socialistas.
Lo que sí hizo fue decir que si es reelegido presidente será “coherente” con lo que ha hecho hasta ahora en Cataluña, en referencia a que en la pasada legislatura concedió el indulto a los condenados del procés, eliminó el delito de sedición y rebajó el de malversación.
La negativa a desmentir a Junqueras la reiteró dos veces. “No voy a entrar”, se limitó a decir, antes de añadir: “Las conversaciones pueden ser discretas pero los acuerdos son transparentes”. Como en otras ocasiones, se excusó arguyendo que ahora es el “momento” del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y por tanto él no hablará hasta que este no fracase en su investidura y Felipe VI le designe a él eventualmente como candidato.
“Ahí hablaré con total franqueza, con total transparencia, sobre cuáles van a ser las líneas maestras de una hipotética administración liderada por el Partido Socialista”, confesó y reiterando que “será coherente” con lo que se ha venido haciendo en Cataluña. “Cuando digo que voy a ser coherente con la política de normalización y estabilización en Cataluña estoy diciendo mucho, porque creo que están ahí los datos, los hechos, y esos no son discutibles, son indiscutibles, Cataluña está mucho mejor”, dijo.
A su juicio, con el resultado electoral, la sociedad catalana “ha dicho sí a la política de reencuentro” del Gobierno y como prueba de ello reivindicó que ahora el PSOE, “una fuerza constitucionalista”, es la primera fuerza en Cataluña, y dónde el líder del PSC, Salvador Illa, podría ser el próximo president en las elecciones de 2025.
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