La tercera vía conduce a Euskadi

Existe una alternativa para que el PSOE evite optar entre abstención o elecciones, pero exige renunciar a su papel en la gobernabilidad vasca.

Alberto Grimaldi

04 de octubre 2016 - 01:00

LAS consecuencias de la grotesca semana que ha vivido el PSOE desde que Pedro Sánchez anunciase el lunes 26 que pretendía saldar sus fracasos electorales encadenados con unas primarias para autolegitimarse en el cargo perduran pese a la caída del secretario general. El tramposo planteamiento de que los críticos del PSOE pretendían defenestrarlo porque se oponían a la abstención en la investidura de Rajoy en vez de que se oponían a la deriva que el partido llevaba bajo su errática dirección. Todo lo sucedido entre el miércoles y el sábado complica muchísimo más la decisión que los socialistas han de tomar antes de que termine octubre para evitar unas indeseables terceras elecciones a Cortes Generales, la peor opción de todas, como reconocía ayer mismo el presidente de la comisión gestora y de Asturias, Javier Fernández.

La ruptura en dos por el planteamiento y la gestión de Sánchez hace también que la abstención sea un camino muy difícil, casi inasumible, para el conjunto del partido, que deberá votar esa decisión en un Comité Federal. Una decisión que condicionará el futuro a medio y largo plazo del PSOE, por más que se haya conseguido retrasar unos meses las primarias y el congreso extraoridinario.

Porque, después de todo lo ocurrido, ni la abstención será gratis para el PSOE (le obligará a apoyar el Presupuesto cuando menos) ni le facilitaría la tarea de oposición, con Podemos y Pablo Iglesias levantando la bandera de la única izquierda que no se pliega al PP de Mariano Rajoy.

¿Entonces cómo evitar las elecciones sin pasar por una abstención del PSOE? Hay una tercera vía y conduce a Euskadi.

Al mismo tiempo que el PSOE vivía sus horas más tensas desde el abandono del marxismo en 1979, el recuento oficial de las elecciones vascas alteró el resultado provisional: el PNV perdió un escaño en favor de EH Bildu y sus ahora 28 diputados ya no suman mayoría absoluta con los nueve del PSE, su socio deseado y favorito para los vascos, según los sondeos. Este cambio da al PSOE una baza si sabe jugarla.

Esta tercera vía consistiría en sacrificar, como una pieza valiosa en el ajedrez, el papel fundamental que los socialistas deberían jugar en el gobernabilidad de Euskadi. Porque, aunque para elegir a Íñigo Urkullu lehendakari al PNV le bastan sus 28 escaños -no se puede votar en contra-, para tener el "gobierno fuerte y estable" que reclamaban anteayer necesitan más apoyos. Si el PSOE sacrifica el alfil vasco, renunciando a toda colaboración con el PNV, forzaría el entendimiento entre nacionalistas vascos y PP, que tiene la misma representación: nueve.

Es en esa negociación de la que debería salir el apoyo del PNV a la investidura de Rajoy, no sin cesiones de PP y Ciudadanos.

Los cinco diputados del PNV en Madrid añadidos a los 170 que ya apoyaron a final de agosto a Rajoy, suman uno menos de la mayoría absoluta. Bastaría entonces que el diputado de Nueva Canarias que se presentó en las listas del PSOE se abstuviese o incluso apoyase la investidura, catalizado por una mejora del paquete de medidas para el archipiélago ya pactadas con Coalición Canaria. Rajoy sería presidente, incluso en primera votación si son 176, o en segunda sin son 175. Y los 84 diputados que militan en el PSOE podrían votar no una o las dos veces.

La alternativa es compleja y tortuosa, pero sería la mejor de las salidas del bloqueo en el que Sánchez sumió al sistema con el objetivo de ser presidente a toda costa y no perder su débil liderazgo en el PSOE. Eso sí: la alternativa exige a los dirigentes socialistas -a su gestora y a los barones que la han propociado, con Susana Díaz a la cabeza- a ser muy didácticos, explicando bién qué se está haciendo, por qué y para qué.

Porque la virtualidad añadida de esta alternativa es que situaría a Mariano Rajoy ante su propia responsabilidad de esforzarse en conseguir los apoyos para ser investido y evitar él mismo una segunda repetición electoral.

El PSOE, hoy por hoy, no puede permitir que los españoles vuelvan por tercera vez a las urnas, por responsabilidad y porque ni está unido ni tiene candidato. Pero asumir la abstención como única salida sin intentar ésta tendría un coste que le desdibujaría definitivamente como principal fuerza de la izquierda y oposición natural al PP. Un daño irreparable para sí mismo y el sistema democrático español.

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