La Batalla de las Flores: el día en el que en Córdoba llueven claveles
Mayo Festivo
Miles de personas se dan cita en el Paseo de la Victoria para dar la bienvenida al mes por antonomasia de la capital
La Batalla de las Flores 2024, en imágenes
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"Mayo es Córdoba, y Córdoba es Mayo. ¡Entérese el mundo entero, que aquí cuando nos peleamos, nos tiramos flores!", proclamaba en alusión a la Batalla de las Flores, hace tan solo unos días, el diestro Manuel Díaz El Cordobés en su pregón del Mayo Festivo Cordobés, "el toro más difícil", decía, que le había tocado lidiar. Un pelearse que no es pelearse, una singular cita fijada para el último domingo de abril o primeros de mayo y que es, tras el pregón y varios días de Cruces, el prólogo a los Patios y a la Feria en honor a Nuestra Señora de la Salud.
Miles de personas no se lo quieren perder. Circulan, como si se tratara de un río, desde mucho tiempo antes de que dé comienzo el que va a ser un lanzamiento indiscriminado de claveles, por el Centro de la ciudad camino de ese mar que es el Paseo de la Victoria, donde todo va a fluir. Allí, subidas en carrozas, esperan a que den las 12:00 numerosas mujeres y niñas vestidas con trajes flamencos y hombres ataviados con el sombrero cordobés, contagiando alegría con cantos y palmas. Las 12:00 es a la Batalla de las Flores lo que las cinco de la tarde a las corridas de toros, la hora señalada para el comienzo de la Fiesta.
"What is this?" (¿Qué es esto?), se le oye preguntar a un turista, John Lewis, que se ha topado con la celebración. Enseguida, un cordobés le contesta: "The battle of the Flowers" (la Batalla de las Flores). John no ha llegado solo, lo ha hecho con su mujer Catherine Wilson y un grupo de amigos sexagenarios que han llegado de Escocia atraídos por el Mayo Festivo Cordobés. "This is the day when carnations rain in Córdoba" (Este es el día en el que en Córdoba llueven claveles), apunta.
Una lluvia, en esta edición, de 80.000 claveles, una cita que organiza la Federación de Peñas Cordobesas desde 1988, pero que tiene sus orígenes en 1915. Una docena de carrozas de peñas de la ciudad se disponen a partir hacia ese campo de batalla floral que desde el Paseo de la Victoría continúa por la glorieta Ciudades Hiroshima y Nagasaki, la avenida República Argentina, la glorieta Media Luna y regresa al Paseo de la Victoria. Un recorrido que se realiza dos veces. "Hay que tirar solo la flor, siempre sin el tallo", le comenta a una niña una mujer mientras desfilan subidas en una de las carrozas.
El recorrido se asemeja a las llegadas de la Vuelta Ciclista a España con meta en Córdoba. Las miles de personas se agolpan a ambos lados del recorrido como si le estuvieran haciendo pasillo a un campeón de Liga o de la Champions entre palmas y, cómo no, participando activamente de la Fiesta, hasta devolviendo a tiro limpio a las carrozas la munición floral que antes les han disparado indiscriminadamente y a quemarropa desde las mismas. "Se llena todo el cielo de claveles, sólo Córdoba puede hacer eso", se oye gritar desde otra de las carrozas a una peñista.
El cortejo lo abre un coche de caballos cedido desde ese lugar que mandó construir Felipe II para que fuera la cuna del equino pura raza español, las Caballerizas Reales. En esta ocasión la banda encargada de poner banda sonora a esta borrachera floral es la del Cristo del Amor. "Ojalá todas las batallas tuvieran esta munición", defiende el presidente de la Federación de Peñas, Juan Serrano. Las carrozas vuelven a lucir tan cordobesas, por sus adornos y ornamentación, y tan esplendorosas, por su colorido, como ya lo hicieron en la subida al santuario de Scala Coeli para vivir la romería de Santo Domingo, y como lo harán el próximo domingo 5 de mayo en su transitar hacia la romería de la Virgen de Linares, "la advocación más antigua de Córdoba", como bien defendió el pregonero de esta última romería, el sacerdote y escritor Jesús Sánchez Adalid.
Durante dos horas aproximadamente de buena temperatura primaveral, y con un sol que acompaña, las carrozas de la Batalla de las Flores y los peñistas y las peñitas que viajan en ella crean un ambiente muy especial, acompañando sin cesar a esa lluvia de 80.000 claveles que tampoco cesa, con melodías típicas cordobesas de fondo, como el más que famoso himno Soy cordobés, de Rodrigo Bueno, y manteniendo una atmósfera compuesta de un sinfín de colores y olores, que, como ya defendió el presidente de la Federación de Peñas "sólo nuestra ciudad puede ofrecer".
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