Cruces en Córdoba: Aquel 1 de mayo de 1924
Mayo Festivo
El Real Centro Filarmónico salvó del olvido, sin proponérselo, hace ahora un siglo una tradición del actual Mayo Festivo que estaba destinada a ser solo una celebración religiosa
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Este es el mapa completo de las Cruces de Mayo de Córdoba
El 1 de mayo de 1924, el periodista Rafael de Montis publicaba en un diario de la época un artículo, que tituló La Cruz de Mayo, en el que informaba que el Real Centro Filarmónico de Córdoba había tenido la iniciativa de instalar una cruz en su domicilio social y dedicarle una de sus veladas, lo que había sido acogido con gran simpatía por los amantes de la tradición. Así lo recoge el historiador Jesús Padilla en su estudio histórico y antropológico Las Cruces de Mayo en Córdoba (1924-1925): El resurgir de una tradición.
Padilla insiste en que "el que las Fiestas de la Cruces de Mayo son hoy una conmemoración arraigada en el calendario festivo cordobés es una aseveración que todos hacemos y sentimos como algo consustancial a nuestra idiosincrasia histórica, antropológica y sociológica; pero lo que muy pocos saben es que esta fiesta popular estuvo a punto de desaparecer y que gracias a unos hombres y a unas instituciones populares pudo conservarse y mantenerse hasta nuestros días como partes esencial de nuestro acervo folclórico vivo"
El historiador detalla subraya que si bien es cierto que ésta celebración es ancestral y, por consiguiente, de difícil datación, su renacimiento como fiesta popular estuvo a punto de quedar relegada al ámbito de lo estrictamente religioso. "En el bienio 1924-1925 se conjugaron la iniciativa del Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena y la creación del Concurso Oficial de la Cruces, una iniciativa promovida personalmente por el alcalde de la ciudad José Cruz Conde –en cuyo corto mandado al frente de la Alcaldía cordobesa realizó una interesante política de recuperación y potenciación de fiestas populares− y cuyo mentor ideológico fue el escritor Rafael de Montis, quien propuso públicamente en mayo de 1924, por primera vez, la idea de celebrarlo", destaca Padilla.
En su artículo, De Montis, tal y como recoge el historiador en su estudio, aseveraba que esta fiesta popular había desaparecido casi por completo y exhortaba a su restablecimiento, lo que se había intentado hacía algunos años sin éxito, por lo que proponía que el Ayuntamiento convocase un concurso “como el de altares verificados el Jueves Santo último” con el fin de premiar las cruces más típicas y adornadas. Continuaba su información diciendo que, al instalar la cruz de mayo el Centro Filarmónico, se iba a restablecer una costumbre “que nunca debió perderse” y, finamente, alentaba a todos a seguir, en años sucesivos, el ejemplo de esta culta sociedad a fin de que se volviese a celebrar, como conmemoraban nuestros abuelos, una de las fiestas más interesantes del pueblo español.
El mismo diario, al día siguiente, volvió a recordar que en el Centro Filarmónico se había erigido una cruz de
mayo y que celebraría esa noche en su domicilio social un concierto y un baile en su honor. "Describe la cruz
atestiguando que era de flores y que aparecía bajo un rico dosel de damasco y animaba todos los amantes de la tradición a visitarla", subraya Padilla, que explica que el periodista P. Garci, el día 3 de mayo, en el mismo diario publicó un poético artículo sobre esta cruz. "Por él sabemos que ésta había sido realizado por el artista José Fernández Márquez; que en el patio central de edificio del Palacio de los Páez de Castillejo se había celebrado un concierto y después un baile que duró hasta la madrugada y que, en virtud del éxito obtenido la directiva había decidido celebrar esa misma noche otro, esperando que estuviera tan concurrido como el celebrado el día anterior", refiere.
En otro diario, ese mismo día y bajo el seudónimo El Repórter X se publicó un mordaz y costumbrista
artículo en el que se auguraba que para el siguiente año habría más cruces y que, tal vez en adelante, el Ayuntamiento concedería premios para animar a los vecinos. No obstante, el estudio de Padilla ahonda en que, sin embargo, no fue la del Centro Filarmónico la única gala conmemorativa de la festividad de la Cruz la que se organizó en la ciudad, pues con un sentido religioso, un grupo de devotos del Cristo de los Desagravios y de la Misericordia, es decir, del Cristo de los Faroles, organizó también un solemne acto en la plaza de Capuchinos.
El historiador destaca que el día 2 de mayo, se publicaba otro artículo titulado Velada en honor del artístico Cristo de la plaza de los Dolores reproduce un comunicado enviado para su publicación por sus organizadores, evento que se celebraría en la noche de la festividad de la Santa Cruz con la “idea sugestiva que debiera ser comienzo de una costumbres cordobesa que no cayera jamás en olvido y desuso con el tiempo”. Para su organización, informa que las autoridades iban a dar todas las facilidades posibles pues la banda municipal amenizaría la fiesta, la plaza se adornaría con profusión de luces y de flores y que se estaba redactando un programa al efecto.
"El hermoso Cristo de piedra fue iluminado con multitud de bombillas de luz eléctrica cubiertas de papel que le daban una tonalidad de efecto sorprendente, sobre la cruz se había levantado un arco de follaje y flores y delante del Cristo un sencillo altar; la plaza estaba exornada con gallardetes, guirnaldas y flores y lucía profusa iluminación eléctrica y las ventanas del Hospital de los Dolores ostentaban colgaduras selectas. La banda municipal de música amenizó la velada", detalla. "Acudió al lugar numeroso público, entre los que había que destacar la presencia del alcalde don José Cruz Conde y de la mayoría de los concejales del Ayuntamiento", añade.
En mayo de 1924, la prensa local la dio el impulso inicial con sus sus publicaciones a la recuperación de las Cruces, poniendo además de manifiesto que el nuevo impulso debía de venir de manos de la municipalidad, "reto que fue bien acogido por su alcalde José Cruz Conde, que lo llevará a la práctica un año más tarde, mediante la creación del Concurso de Cruces de Mayo, dotándolo con premios en metálico", relata Padilla.
La primera edición del concurso
Padilla destaca que Lo más llamativo de las Fiestas de la Cruces de 1925 fue la instauración, con un carácter un tanto informal, del Concurso de Cruces de Mayo, que ya se había sugerido en 1924, como una iniciativa personal del alcalde José Cruz Conde y que tuvo una magnífica acogida. Un concurso que se realizó como una propuesta del regidor, sin contar con la aprobación oficial de la Corporación y que fue convocado oficiosamente sin bases y sin especificar la dotación económica de sus premios.
El jurado designado, presidido por el propio alcalde, estuvo integrado por los concejales Conde de Portillo, Fernando Barbado Sanz y Alfonso Camacho González, el asesor artístico Enrique Romero de Torres y actuaba como secretario, Pedro Villoslada, secretario especial de la Alcaldía. Los periódicos locales de la época detallaron que en el Negociado de Feria y Festejos se habían inscrito 20 cruces para optar a los premios que concedería el Ayuntamiento a aquellas que a juicio del jurado lo merecieran. Estas eran nueve cruces de entidades sociales: Sociedad Filarmónica Molina León, en Gutiérrez de los Ríos, 19, presentada por su secretario José Redel Cruz; Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena, plaza de Jerónimo Páez, presentada por Manuel Salcines, vocal tesorero; Juvenil La Peña, Gutiérrez de los Ríos, 25; Sociedad Recreativa La Amistad, Gutiérrez de los Ríos, 4; Sociedad Recreativa Perla del Alcázar, San Basilio, 36; Sociedad Juventud Recreativa, Ocaña 1; Sociedad Filarmónica Rubio, Agustín Moreno, 135; Unión Taurina, Plaza de Colón, 40; Escuela Rural del barrio de Vista Hermosa, en el alcor de la Sierra (vulgarmente conocido como el barrio de Los Chismes) presentada por Luis del Rosal.
Además, 11 cruces se instalarían en los domicilios particulares de Manuel Mesa, en calle Zarco, 1; Rafaela Medel Diéguez, también en Zarco, 8; Guillermo Nogueras, en San Pablo, 2; María Salamanca, de Buen Pastor, 17; Josefa Pedraza, en calle Enmedio, 6; Marcelo Sánchez Cabana, en calle Manríquez, 6; Francisco García Mejías, Plaza de Colón, 12, duplicado; María de la Sierra Cuenca, en calle Cáñamo, 25; Francisco García, calle Anqueda, 2; Ángel Ortega, en Pedro López, s/n y Antonio Rodríguez, en Travesía, 1 del barrio de San Cayetano. "El concurso fue todo un éxito de participación", insiste el historiador.
Las cruces premiadas
Según publicaron los periódicos locales de la época, el primer premio, dotado de 75 pesetas, fue para la Sociedad Juventud Recreativa, de la calle Ocaña, 1; el segundo, de 50 pesetas, para la Unión Taurina, instalada en la plaza de Colón, 40; el tercero, asimismo de 50 pesetas, para la cruz de Marcelo Sánchez
Cabana, en calle Manríquez, 6; el cuarto premio, de 25 pesetas, para la Sociedad Filarmónica Molina León, en Gutiérrez de los Ríos, 19; y el quinto, también de 25 pesetas, para la Sociedad Perla del Alcázar, en San Basilio, 36. Además, el sexto premio, dotado asimismo con 25 pesetas, para María Salamanca, de Buen Pastor, 17; el séptimo, de también de 25 pesetas para Manuel Mesa, de calle Zarco, 1; y finalmente, el octavo, asimismo de 25 pesetas, para María de la Sierra Cuenca, en calle Cáñamo, 25, predicción esta última que no resultó ser cierta pues no se concedió el octavo. Y fuera de concurso, se otorgó un premio de 50 pesetas para el Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena, entidad que recuperó esta fiesta que ha llegado hasta nuestros días.
El historiador explica que el refrendo oficial de la Corporación municipal al concurso tardó unos días en concederse, el cual se otorgó sin problema alguno al presentar el propio alcalde una moción el día 22 de mayo a la Comisión Municipal Permanente. El documento está fechado el 18 de mayo de 1.925. "Con las institucionalización de este concurso, la fiesta de la cruces de mayo recibieron un importante impulso que motivó una rápida revitalización de la vieja tradición que languidecía, y emprenderá, a partir de ahí, una larga y brillante trayectoria", destaca Padilla.
No fue fácil para el jurado, al decir de la prensa, conceder los siete premios entre las 20 cruces que se habían presentado oficialmente al concurso. La prensa destacó que la Sociedad Juventud Recreativa, cuya sede social estaba en el típico barrio de San Agustín, en la calle Ocaña, 1, que obtuvo el primer premio, había erigido una cruz que había “producido un gran alboroto entre las niñas cordobesas, que tan adictas son a esta agrupación” y que a tal objeto y con la finalidad de dar el mayor esplendor posible a esta fiesta de tan puro sabor andaluz, en la noche del sábado habría un gran festival en honor de sus socios y para que el público en general pudiese formarse una idea exacta de tan importante obra, habían acordado para el domingo una gran verbena popular donde podrían asistir todas aquellas personas que quisieran apreciar el derroche de gusto y arte extraordinario que en la confección de la cruz había empleado la comisión artística de la sociedad.
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