Domingo de Feria de Córdoba: el día perfecto para celebrar la cita en familia

Mayo Festivo

Muchas son las parejas de cordobeses que eligen la jornada dominical para comer en alguna de las casetas de El Arenal con sus hijos y pasar con ellos el día en la Feria

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Domingo de Feria de Córdoba: el día perfecto para celebrar la cita en familia

Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que -en este caso- es El Arenal. Parafraseando muy particularmente a Diego Manrique, un domingo de Feria de Córdoba se caracteriza por ser un día en el que desde el Balcón del Guadalquivir hasta el recinto ferial no cesa desde primera hora de la tarde de fluir un río humano que alimentan, en esta ocasión, muchas familias que van a compartir mesa en alguna que otra caseta. "Llevamos ya muchos años comiendo en la Feria el domingo en familia, desde que mis hijos eran pequeños; ya están casados y continuamos la tradición ya también con los nietos", destaca Rafael López. Su mujer, Loli Álvarez, asiente mientras intenta sofocar el calor con un abanico de cartón que le ha regalado una joven en el Balcón del Guadalquivir. Un abanico con el que se publicita una cadena local de supermercados bajo el slogan "Soy cordobesa".

"El domingo de Feria suele ser un día más o menos tranquilo, por eso para nosotros es siempre el día elegido para pasarlo en familia", refiere Loli. "Hemos reservado mesa en la caseta de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, en el Mantoncillo", añade. El Mantoncillo, como todas las casetas aledañas, tiene su portada adornada a modo de patio cordobés, con macetas teñidas de añil. Entre esas casetas aledañas figura la de la Peña A Mi Moriles. Allí la familia Benítez Bergillos da, en principio, buena cuenta de unas patatas a la brava. "Están de muerte", refiere Adrián, el más pequeño de la familia. "Pues espera a que nos pongan los flamenquines caseros; esos sí que están de muerte. Como de muerte está el queso añejo que también hemos pedido y el rabo de toro", le comenta Carlos, su padre. Carlos refiere que "a nosotros nos gusta precisamente comer en esta caseta, que está frente a la portada de la Feria, que este año está espectacular".

Una portada en la que, como cada día de la última cita del Mayo Festivo Cordobés, se citan, valga la redundancia, tanto las familias como los amigos para vivir la jornada de Feria. No muy lejos de esa caseta, en la calle Guadalquivir, ese río humano muta en un desfile de zombis camino de cualquier parte, de cualquier caseta. "¿Entramos en esta?", le pregunta Pedro Bermúdez a sus amigos. "Somos de Madrid, estuvimos ayer también aquí en la Feria y nos vamos mañana lunes en AVE y no somos los únicos que hemos llegado a Córdoba desde la capital de España", detalla. "Hemos venido invitados por nuestro amigo Fernando (Ruiz), que es de aquí de Córdoba y que está estudiando en Madrid. Además, nos gustan mucho los toros y esta tarde vamos a ver aquí en Córdoba la corrida de Morante de la Puebla, Juan Ortega y Roca Rey", apunta Pedro.

A las puertas de la caseta El Cotarro, caseta a la que entran Pedro y sus amigos, a una modelo le toman fotos profesionales enfundada en un bello traje rojo de flamenca. Uno de los empleados de esa caseta destaca, mientras prepara las mesas para las comidas concertadas de este domingo, estos primeros días de feria suelen ser más familiares. El miércoles se le da más protagonismo a los pequeños (por ser el Día del Niño las atracciones tienen hasta un 50% de descuento) y a partir del jueves "la Feria es más fiesta". "En la Feria hay días para todo y para todos", defiende.

"Tres de tres", refiere Luis Suárez a un amigo. "Viernes, sábado y domingo, de Feria, pero hoy con la familia y dentro de unos días con la empresa", añade. "Vamos a ir primero a la caseta municipal, a ver actuar a un coro rociero y luego tenemos reservada mesa en El Cotarro, donde nos han dicho que se come muy bien", sentencia. Luis, Verónica Núñez, su mujer, y sus hijos, no se van para la caseta municipal de cualquier forma. Lo hacen en uno de los pocos coches de caballos que a esa hora circula por El Arenal.

Unas mujeres bailan en una de las casetas. / Juan Ayala

"Hoy vengo con la familia, pero el viernes que viene vendré con los amigos a ver el concierto que Rockopop dará en la caseta municipal a las once de la noche; son muy buenos con sus versiones de los 80 y los 90", insiste Francisco Javier Vilches, quien espera que le sirvan una cerveza, precisamente, en la caseta municipal. "Cuando la tarde languidece / Renacen las sombras / Y en su quietud los cafetales / Vuelven a sentir / Esa triste canción de amor / De la vieja molienda / Que en el letargo de la noche / Parece gemir". Un coro rociero se arranca con las primeras estrofas de Moliendo café, el clásico de Hugo Blanco. "Una pena de amor, una tristeza / Lleva el sambo Manuel en su amargura / Pasa incansable la noche / Moliendo café". Carmen Álvarez y Manuel Pedrajas no pueden evitar tatarear la letra "de esta canción que tanto hemos bailado juntos", refiere él.

Carmen y Manuel son un matrimonio casi septuagenario que espera cola religiosamente junto a la caseta municipal para subirse en en tren neumático, que este año lleva un mensaje encima de sus vagones: "Diviértete desde el respeto. Por unas fiestas libres de agresiones sexistas". "Después de dar una vuelta en este tren que está reservado para mayores de 60 años nos quedaremos en la portada, en la que nos hemos citado con nuestros hijos y sus familias para comer en la caseta Salmorejo y Peregil, donde ellos nos han dicho que se come muy bien y donde han reservado mesa. No hay mejor día para comer con la familia en la Feria que el domingo", sostiene Carmen.

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