El brindis de Manuel Díaz El Cordobés en su pregón del Mayo Festivo: "Aquí cuando nos peleamos, nos tiramos flores"

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El torero inaugura las fiestas cordobesas con una muestra de su naturalidad y espontaneidad, fundido en un abrazo con su padre, Manuel Benítez

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Manuel Díaz, durante su pregón del Mayo Festivo en el Teatro Góngora de Córdoba.
Manuel Díaz, durante su pregón del Mayo Festivo en el Teatro Góngora de Córdoba. / Juan Ayala

"Aunque aquí no vi la luz, me acogiste como un hijo. Me hiciste que fuese torero...". Manuel Díaz El Cordobés comenzaba así su confesión más íntima ante Córdoba. Saltó al escenario del Teatro Góngora nervioso y elegante, agarrado al botón de la chaqueta como si fuera el capote de paseo antes de pregonar las fiestas de mayo. "Nunca lidié un toro tan difícil", aseguró el diestro en los primeros compases de su faena más importante en Córdoba.

"Qué le digo yo a los cordobeses, si yo solo sé de toros y ni de eso me atrevo a hablar en la tierra de los Califas", insistió por ahí El Cordobés, un poco tibio. Faltaba un lance de sinceridad para desprenderse del miedo, uno que rompiera esa sensación de confianza perdida entre él y una ciudad, que en momentos de su adolescencia, le hizo "andar de puntillas" por ser quien era: "La gente me comparaba con el mayor de los toreros, con el ídolo, el más famoso del mundo entero; para vosotros vuestro héroe… para mí, solamente mi padre".

Díaz fue espontáneo y heterodoxo durante todo el pregón, como lo fue toreando. Estuvo incómodo en la interpretación ante el papel, como en la vida. No se le podrá negar nunca a Manuel Díaz su naturalidad, ya sea ante el toro o ante el micrófono, a imitación del "hombre al que se quería parecer", reconoció en uno de esos renglones improvisados. "Vaya lío padre, no he leído tanto en mi vida", le decía desde el atril. Bendita la rama que al tronco sale. En esa faceta más verdadera, saliéndose del guion, logró prender la llama de todo el patio de butacas, sustituyendo esta noche a los tendidos.

Y El Cordobés empezó a soltarse: "Mayo es Córdoba, y Córdoba es Mayo. ¡Entérese el mundo entero, que aquí cuando nos peleamos, nos tiramos flores!". Olé. Estructuró la faena dedicando su espacio a cada una de las fiestas, tal y como vienen en el calendario. A las Cruces de Mayo: "¿Hay algo más genuinamente cordobés? A partir del atributo principal de Cristo, centro de los cuatro puntos cardinales, Córdoba regala a propios y extraños una versión auténtica. La cruz, eje del mundo, convergencia de distintos, en una nueva representación de la convivencia que desborda a la ciudad".

A Los Patios. "La evocación del Jardín del Edén encerrado entre cuatro paredes. Un patrimonio más, dicen los de fuera. Ya van cuatro. Lo que nadie tiene. Roma vino a Córdoba y se quedó en un patio a vivir; Córdoba es patio. Sobria fachada y vergel interior. No necesita más adornos. No hay más atributos que reclamen un mérito que en Córdoba se desdeña por obvio. Manolete bien que lo sabía", ligó sobre el atril.

Y por fin "el plato fuerte", "la fiesta de las fiestas", la Feria de Nuestra Señora de la Salud. De la "añorada feria de mi niñez en los jardines de Vallellano y la Victoria, al moderno recinto de El Arenal, el sentimiento es el mismo. Feria de la felicidad, feria abierta, fiesta compartida, sin muros, como es Córdoba".

Julián Urbano, José María Bellido y Manuel Benítez arropan al pregonero en el escenario.
Julián Urbano, José María Bellido y Manuel Benítez arropan al pregonero en el escenario. / Juan Ayala

Y dentro de la feria, los toros. Manuel Díaz reivindicó a los toreros como "artistas", "creadores", "seres que persiguen dar salida a un mundo interior inquieto y rico". También quiso ensalzar la figura de "un compañero de profesión", de "un Califa"… "de mi padre": "símbolo de una época, de un tiempo y unas condiciones de vida muy duras".

"Manuel Benítez conectó nuestra sociedad con la sociedad internacional, difundiendo el nombre de Córdoba por todo el mundo a través de su trabajo, su sacrificio y su capacidad creadora. El cordobés más ilustre, más famoso y que ha llevado el nombre de Córdoba por los cinco continentes es Manuel Benítez. Es mi padre que, después de tantos años, me recibe en Córdoba", apuntó. Y el público rompió en aplausos.

De sus inicios en la Escuela Taurina de Córdoba a esa fotografía en Ayamonte, cuya publicidad rezaba "El Cordobés vuelve, sin apellidos ni fortuna". Tras 30 años "de lucha, de sacrificio y de ausencias", "con todo absolutamente en contra, he conseguido levantarme una y otra vez", continuó su confesión más íntima el torero. "Me fui de Córdoba para buscarme la vida y he vuelto a Córdoba con todas las cosas hechas, con mi vida arreglada", concluyó en referencia al abrazo con el que selló su reencuentro con su padre, en febrero de 2023 en el Gran Teatro. "Córdoba me soltó la mano para que volara, sabiendo que yo no iba a volver, y aquí siempre he encontrado un refugio", sentenció.

Miriam Montes y Niño Seve, durante una de sus actuaciones.
Miriam Montes y Niño Seve, durante una de sus actuaciones. / Juan Ayala

El pregón, que había empezado con el Romance a Córdoba interpretado por El Niño Seve a la guitarra y Miriam Montes, concluyó con el Soy Cordobés a capela, a petición de Manuel Díaz, que se fundió en un abrazo con su padre en mitad del pasillo.

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