San Basilio, 44: El patio de Córdoba de la escalera al Cielo

Mayo Festivo

El recinto de la Asociación de Amigos de los Patios conserva la esencia de una antigua casa de vecinos con elementos que lo hacen único como también el pozo y las pilas, además de su vegetación

Las fotos del patio de San Basilio, 44 en tiempos de crisis

San Basilio, 44: El patio de Córdoba de la escalera al Cielo

Los ojos de una jovencísima María Teresa López han observado fijamente, inmortalizados como los de la Chiquita Piconera por Julio Romero de Torres, y casi escondidos sobre unos helechos, también en tiempos de crisis, a quien visita ahora a cuentagotas el patio de San Basilio, 44. Como dos bellas perlas negras y desprovistos del resto del rostro, han colgado a modo de antifaz humano sobre una pared en la galería de antiguos arcos de ladrillo visto de la planta baja del recinto, acostumbrados a estar acompañados a su derecha e izquierda de un par de lienzos más en los que solo están plasmadas también las espectaculares pupilas de otras dos modelos del célebre pintor nacido en Córdoba el 9 de noviembre de 1874 y fallecido en la misma ciudad el 10 de mayo de 1930.

Esos seis grandes vigías han mirado sin parpadear, tras dos vetustas pilas de lavar, hacia un costado de una escalera que desde la parte central del patio parece subir al Cielo descansando sobre un suelo de bolos. Esa escalera es santo y seña de un inmueble “cuyos orígenes deben ser del siglo XVI”, relata Miguel Ángel Roldán, presidente de la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses, colectivo dueño del edificio. "Esa escalera central define al patio, no la hay en ningún otro de los patios de Córdoba y es mundialmente conocida", destaca Miguel Ángel. "El Patio se cuida a diario y está como en años anteriores para la Fiesta", sostiene.

San Basilio, 44 fue una antigua casa de vecinos “en la que llegaron a residir 12 familias, una por habitación". "Como en todas las casas cordobesas de este tipo, se compartían cocina, pilas de lavar y aseos, y sus habitantes convivían en el patio, alrededor del cual estaban situadas todas viviendas”, cuenta Miguel Ángel. En la década de los 60 las familias empezaron a marcharse. Una década más tarde, una entonces recién creada Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses adquirió el inmueble. Los fundadores, siete amigos conocidos en los círculos sociales de la ciudad como Los Siete Magníficos: Manuel Garrido Moreno, Manuel Salcedo Hierro, Antonio Bejarano Nieto, Santiago Granados Álvarez, Miguel García Gómez, Serafín Corral Checa y Manuel Alcántara Eslava constituyeron el colectivo el 24 de abril de 1974.

Decidieron intentar comprar, con su propio patrimonio, el mayor número de casas de este tipo posible para evitar que se acabaran derrumbando y perdiendo, como ha ocurrido con cerca de una veintena de patios de la calle de Enmedio, también en Alcázar Viejo, de los que ya no queda ninguno. Con ese espíritu innato de la asociación de luchar por que las casas patio no desaparezcan, el patrimonio personal de los fundadores les dio para adquirir San Basilio, 44 y la conocida como Casa de las Campanas (ubicada en la calle Siete Revueltas, 1, en el barrio de Santiago). Ese era su fin, el de recuperar y poner en valor este tipo de inmuebles; ese espíritu está todos los días latente en la asociación.

Cuando la asociación tomó posesión de la casa, en ella residían aún dos vecinos. Tras ello, el colectivo efectuó una primera remodelación del inmueble y lo habilitó como sede. Pero los elementos comunes, tal y como defiende Miguel Ángel, son los mismos de aquella época, los mismos que a diario contempla la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores, quien en forma de mosaico ubicado en la pared de enfrente a aquella desde la que vigilaban los ojos negros de la Chiquita Piconera también es como si guardara las aguas del pozo de gran brocal circular blanco ubicado junto a las dos clásicas pilas lavadero, pozo que distingue también al recinto.

Mientras esa escalera al Cielo está rodeada normalmente por flores clásicas cordobesas, como geranios, gitanillas y helechos, además de claveles, pilistras, jazmines, buganvillas… lo normal, también en un año anormal para un inmueble que se sometió a una profunda rehabilitación en 1997 respetando su aspecto arquitectónico.

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