Primera noche de una fiesta única

A las 00:00, Rosa y Concepción iluminaron la portada de la Feria para inaugurar esta edición

Muchos se adelantaron y visitaron el recinto antes de que los fuegos artificiales marcaran el comienzo

Fuegos artificiales en la inauguración de la Feria de Córdoba
Fuegos artificiales en la inauguración de la Feria de Córdoba / Juan Ayala
Antonio Rodríguez

25 de mayo 2019 - 05:00

Comienza la fiesta más esperada por la ciudad, el broche a un mes en el que Córdoba se pone sus mejores galas y manifiesta su identidad a través de esas tradiciones que habitan dentro de cada uno y que dan la vida a las calles en una inmensa primavera.

A las 00:00, Rosa y Concepción se encargaron de iluminar la portada para hacer oficial la inauguración de la Feria, que durante ocho días hará que el centro de la ciudad se desplace a la otra orilla del río Guadalquivir.

La portada, con sus 55.000 bombillas, se ha convertido en el punto de referencia para los miles de visitantes que no han dudado en contemplar cómo El Arenal cobra vida a través de música, luces y por supuesto gente. Y es que hace ya 26 años que el recinto hace las veces de hogar de este conjunto que va mucho más allá de casetas, atracciones y puestos.

La Feria se nutre del folclore cordobés, de la música y de la gastronomía creadas por sus gentes, de los paseos a caballo e incluso del rebujito y la tómbola.

Anoche comenzaron a verse los primeros trajes de volantes y a escucharse los primeros compases de festejo, arraigados en las 98 casetas del complejo. De hecho, y como ya es tradición, la ciudad efímera comenzaba a recibir visitas desde mucho antes del alumbrado, señal de las ganas con las que la ciudad acoge esta fiesta y que sirve para avisar de lo que está por venir en los días grandes de Feria.

Con todo recién montado, lo que hace unos días era una explanada en la que solo la portada comenzaba a coger su forma definitiva, comenzó a iluminarse y las casetas arrancaron fiestas antes de que se diese por iniciada oficialmente la cita.

Por ello, El Arenal empezó a llenarse al caer la noche de gente que deseaba que, un año más, Córdoba volviese a estar en Feria, la de siempre, pero con todas las mejoras que este año acoge.

Este año vuelve a estar abanderado por el deseo de vivir una fiesta libre de agresiones sexuales, con apoyo en todo el recinto y una campaña de concienciación y prevención.

Además, la Calle del Infierno contará con un hilo musical para que niños con trastorno del espectro autista puedan disfrutar del ambiente, habrá baños adaptados e incluso un servicio de emergencia para que personas con dificultades auditivas puedan comunicar su situación y ser asistidas.

Como no podía ser de otra forma, los fuegos artificiales completaron el deleite visual de los asistentes –y de cualquiera que pudiese verlos desde un punto alto de la ciudad–, e iniciaron el reloj que llevará la cuenta del tiempo que hay para disfrutar hasta que estos vuelvan a hacer acto de presencia el próximo 1 de junio.

Pero, antes de eso, queda toda una Feria por delante para recorrer las calles de albero –ese que se queda de recuerdo en los zapatos– y compartir días de alegría y emociones con los más cercanos, e incluso con quienes no lo son tanto. En esta fiesta tienen cabida, como ya se empezó a ver en esta primera noche, la creación de nuevos lazos con quienes se comparte espacio.

A la cita se espera que acudan cerca de 14.000 jóvenes, que se ocuparán de llenar la zona de El Arenal y del Balcón del Guadalquivir, como viene siendo costumbre estos último años, y son muchos los grupos que se acaban uniendo para compartir espacio e incluso noche.

Del mismo modo, el ambiente distendido y festivo que se vive en toda la Feria invita a que se compartan bailes, mesas, paseos e incluso momentos en las atracciones que copan el recinto.

Pero no solo de la noche vive la Feria. Jornadas como la que espera hoy demuestran el ámbito familiar de esta celebración, que es lo que mantiene vivo e intacto su espíritu. Por el día, las familias vienen acompañados de los más pequeños, que descubren la grandeza del mayo cordobés entre las lonas de las casetas y las atracciones que acaparan toda su atención.

La Feria se convierte, además, en una oportunidad para conocer parte de las comidas típicas de la ciudad, al igual que cómo compartir las mismas bajo el ritmo del flamenco.

Aunque no es lo único que se puede degustar en la Feria, y los puestos de venta que se reparten a lo largo y ancho del recinto. En ese mundo, que no es tan tradicional, se hace un hueco para recibir una mención especial las patatas rellenas, los gofres y las peculiares manzanas cubiertas de caramelo o chocolate.

Anoche ya se pudo ver a los primeros en deshacer el envoltorio de papel de plata, los primero palos recubiertos de algodón dulce y las primera bolsas de garrapiñadas.

Sin duda, la Feria es de por sí una atracción para los pequeños, ya que, además de “los cacharritos” que sirven como reclamo para ellos y la variedad de dulces que pueden encontrar, en todo el recinto descubren juegos y puestos con premios que les ilusionan.

No será este el año en el que comience a dejarse de ver a padres volver a casa cargados con los objetos por los que han tenido que desafiar a la suerte y que, con el tiempo, se convertirán en un nuevo recuerdo de la Feria.

Esto se ha convertido, a su vez, en una costumbre entre los mayores, que también coleccionan los trofeos conseguidos en base a la insistencia o con la suerte del novato. Los peluches, llaveros y otros objetos se convierten en el acompañante de vuelta de muchas personas en el recorrido a pie, o en autobús, de vuelta a casa.

A veces, incluso se unen una ración de churros para quienes no fueron –o se recogieron temprano–, y que pueden convertirse en una promesa para volver a la Feria y no tomarlos fríos.

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