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Cata del Vino Montilla-Moriles
El mundo del vino es difícil porque hay mucha competencia y la sociedad no consume tanto como antiguamente, pero hay esperanza”. Es lo que sostiene José Luis Delgado, de las Bodegas Delgado de Puente Genil, y uno de los responsables del expositor con el que participan en la Cata del Vino Montilla-Moriles.
El joven dice que eso de participar en esta muestra –que ayer vivió una de las jornadas más grandes, a tenor del elevado número de público que asistió– es “un orgullo porque permite darnos a conocer y seguir luchando por la historia de la bodega, que se puso en marcha en 1874”. Vinos jóvenes, finos y también afrutados, además de un caldo que mezcla amontillado y pedro ximénez forman parte de la carta que ofrece esta bodega.
La cooperativa Lagar Hoyos de Moriles es otro de los 27 expositores que asisten a la muestra desde el que estos días han vendido, sobre todo, vino de tinaja, según cuenta su comercial, Raúl Santos, quien también alude a dos de sus caldos estrella: un fino de 19 de años de crianza sin filtrar y natural y un Pedro Ximénez, que “se diferencia del resto porque es más ligero”.
Afrutados, olorosos y finos son los caldos que se pueden degustar en el expositor que ocupa Bodegas Jesús Nazareno, de Baena. Al frente del mismo se encuentra Juan Carlos Garrido, quien no duda en aprovechar el momento para dar a conocer que “nuestra joya de la corona es el fino Cancionero de Baena, un fino en rama de siete años de crianza”.
Un vino, continua, que “sabe a almendra y a madera tostada”. Tras varios años dando a conocer estos vinos en la cata, Garrido tiene bien claro el perfil del público que asiste cada jornada. Y la del sábado es, a su juicio, la reservada para “matrimonios y grupos de amigos mayores de 30 años”, en el caso de la jornada que se prolonga hasta media tarde, mientras que la nocturna es la reservada para un público más joven.
En este paraíso de los vinos del marco Montilla-Moriles también se ha hecho hueco la Cooperativa Vitivinícola Local de Aguilar de la Frontera, que participa por cuarto año consecutivo, según relata una de sus trabajadoras, Eva Rincón. La Cata, destaca, “es una forma de exponer el vino”. Además, cuenta que antes vendían a granel y que han puesto en marcha una nueva línea de negocio con los tipos de fino que ofrecen: el Ipagro, que envejece durante un año en barrica, y el Cuadrilla, que se reserva durante tres años.
Y mientras los responsables de los expositores sirven sus caldos, hay quienes ya asisten con una intención más que clara: elegir el mejor barril a primera hora y no perderse entre la multitud. Es lo que hacen cada año el matrimonio formado por Manuel Sánchez y María Rosa Secilla, dos veteranos de esta cita, que aseguran que no faltan nunca “por el ambiente que hay, la música, la comida y, cómo no, por los buenos vinos”.
La Cata del Vino Montilla-Moriles, por cierto, afronta hoy su última jornada y, con ello, da paso al inicio oficial del Mayo Festivo.
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