La boda de Raphael, cuando pocos auguraban una vida junto a Natalia Figueroa

El matrimonio ha cumplido 52 años de casados, una pareja feliz y rodeada de sus hijos y nietos, que ahora afronta un linfoma cerebral que sufre el cantante

Raphael sufre linfoma cerebral, según informa el Hospital 12 de Octubre

"Sería impensable que alguien como Raphael no tuviera claroscuros"

Raphael y Natalia Figueroa / Efe
Francisco Andrés Gallardo - Jefe de sección de Vitally

26 de diciembre 2024 - 14:24

En 1972 pocos españoles hubieran imaginado que en las difíciles navidades de Raphael de 2024 iba a seguir en activo y, aún más, iba a seguir casado con su esposa, con su amor para toda la vida, Natalia Figueroa, a su lado en el Hospital 12 de Octubre cuando en este jueves se ha conocido que sufre un linfoma cerebral. Tal como ocurriera con el trasplante hace 21 años, afrontan una grave situación de incertidumbre.

La pareja se casó hace 52 años en Venecia, en julio de 1972, y los que se abalanzaron al ¡Hola! de aquella semana nunca hubieran predicho que seguirían juntos tanto tiempo despuñes. La afectación de Raphael recibía comentarios por lo bajini sobre su sexualidad aunque nadie podía negarle su talento y empeño de haber comenzado tan abajo y haber llegado tan arriba en la música, ya entonces. Y Natalia era hija de aristócratas, periodista que había conducido espacios innovadores en la TVE en blanco y negro, una cronista rigurosa y con mordiente.

Raphael y Natalia Figueroa en la boda del 14 de julio del 72, compartida hoy en las redes

La boda en Venecia fue en el templo de San Zacarías y copó todas las portadas de entonces, revistas y periódicos, porque Raphael siempre ha sido un nombre a cinco columnas. El secretismo con que se fraguó un enlace inesperado convirtió en aún más legendaria y llamativa aquella boda, tema nacional aunque no hubieran programas del corazón en la tele y la viralidad se gestaba en las barras del bar y en los corrillos de amigos. Una cadena de indiscreciones de algunos invitados llevaron a los reporteros espeañoles hasta Venecia en una ceremonia en la que la novia, que además era poetisa y modelo ocasional, pensaba que iba a estar a salvo de curiosos. Esa fue la intención de la 'exótica' (para entonces) boda en Venecia. Natalia Figueroa y su pareja esperaban estar a salvo de las noticias.

Y aquella pareja de Raphael y Natalia perduró, con sus hijos, nietos, con las subidas y bajadas de vigencia (más que de popularidad) del cantante. La periodista se convirtió en marquesa de Santo Floro, título heredado de su padre, a su vez hijo del conde de Romanones, logrado además tras litigio con su hermano. Nadie, tal vez ni los mismos contrayentes. El de Linares, criado en la zona de Cuatro Caminos de Madrid, es marqués consorte y siempre se ha sentido feliz y orgulloso de su mujer, que siempre se ha mantenido discreta en todo lo que es su faceta artística aunque ha sido fundamental para que Raphael fuera el que siempre fue y sea lo que es a día de hoy, con la preocupación por su salud a los 81 años, cuando tenía previsto dos conciertos navideños en Marid que tuvo que suspender por este ingreso.

Lo que es la familia para Raphael

Natalia Figueroa, esposa de Raphael, y su hijo Manuel Martos a la llegada al Clínico de Madrid / EFE

En la serie documental Raphaelismo se incide en la toma de tierra que suponía para el cantante regresar a casa. Tras los aplausos, los viajes y las noches de gloria al verse rodeado de su mujer e hijos (en Miami, en Madrid) sabía cuál era su destino real, sin olvidar sus orígenes. Raphael volvía a convertirse en Rafael Martos cuando se sentaba en el sofá al lado de su esposa y de sus retoños: Jacobo, Manuel y Alejandra. Y después, ocho nietos, que le llaman "Raphael", no abuelo, que le hace sentir mayor.

Y junto a aquella pareja que superó las décadas, un nombre fundamental para la carrera de Raphael, el miembro clave de su 'familia artística', el compositor jerezano Manuel Alejandro, revalorizado y más presente que nunca. Para Raphael compuso todo en sus inicios, como el eurovisivo Yo soy aquel; en su madurez el Estar enamorado, reivindicación de su amor por Natalia, y que se conjuga en contraposición al desamor de Se me va o, en especial, el himno Qué sabe nadie, donde un Raphael comprometido apela a la libertad individual y a la identidad de cada uno.

Tras 52 años, afrontar enfermedades, los rigores del tiempo y arropar a hijos y nietos, Raphael y Natalia siempre estuvieron por encima de las miradas de reojo y disfrutan en su plenitud de una vida juntos cuando en 1972 había 'pronosticadores' que hablaban de una ruptura futurible. Para el de LInares la famila y el amor lo son todo. De verdad. Y un apoyo fundamental para afrontar los difíciles momentos que están viviendo en estos días.

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