Sin kimono pero con amor: la princesa Mako se casa por fin
Boda real en Japón
Con una sencillísima ceremonia civil muy lejos del boato imperial, la hija del príncipe heredero Fumihito ha dado el 'sí quiero' al plebeyo Kei Komuro.
El ya matrimonio ha dado una rueda de prensa tras registrar su unión.
En Japón también hay historias de amor que tienen final feliz. Como el de la princesa Mako, quien este martes por fin ha contraído matrimonio civil con su prometido, el plebeyo Kei Komuro, después de cuatro años de aplazamientos, dudas, polémicas, críticas y oposiciones.
Sin kimono de novia, ni tiara, ni el interminable boato nipón. La hija del príncipe heredero Fumihito ha tenido que abandonar su estatus real para convertirse en la mujer de Komuro, pero por fin lo ha conseguido. Por el camino ha dejado a la familia imperial, que la ha apoyado -pero con la boca pequeña-, y 1,2 millones de euros de dote a los que ha renunciado por amor, quién lo duda.
Su estilismo para su gran día ha escenificado este sacrificio de Mako, un look plebeyo: un sencillo vestido en color verde agua, a ras de rodilla, cuello caja y manga larga ha sido el elegido por la 'princesa repudiada', quien a partir de ahora emprenderá una nueva vida junto a su marido en Nueva York. Mako no ha podido vestir el impresionante kimono de seda de doce capas, ni los tradicionales ropajes que siempre han estado presentes en las celebraciones imperiales. Tampoco ha lucido ese segundo look nupcial, algo más occidental, para el tradicional encuentro con los emperadores, como hicieron en su día su abuela Michiko, su tía Masako y su propia madre, la princesa Kiko.
Ahí no acaban las diferencias. Mako no ha cumplido con el tradicional ritual de purificación, ni ha recorrido las calles de Tokio con su marido, saludando al pueblo. No ha habido nada de eso: solo un protocolario registro de su matrimonio en la oficina del Gobierno y una rueda de prensa para los medios en el hotel Grand Arc Hanzomon. Allí, no sin cierta timidez, afirmó a la prensa: "Siento los inconvenientes que he causado y estoy agradecida por el apoyo que he recibido. Para mí, Kei es irremplazable, el matrimonio era una opción necesaria para nosotros".
Poco se vio de la complicidad que ambos mostraron en su primera aparición pública juntos cuando anunciaron su compromiso en 2017. La pareja hizo frente a los periodistas con sobriedad, alguna mirada de soslayo y sonrisas incómodas, tras sellar un matrimonio que llegó a ponerse en duda y cuyas celebraciones han quedado eclipsadas.
"Amo a Mako. Quiero pasar mi vida con ella, con alguien a quien amo. Hasta ahora, hemos venido apoyándonos en los momentos felices y en los que no lo han sido tanto", dijo el esposo, Kei, en directo ante las cámaras de televisión, mientras leía un comunicado plagado de elogios mutuos y agradecimientos a quienes los han apoyado. "Habrá momentos duros pero, como hasta ahora, uniremos fuerzas y avanzaremos juntos", añadió Mako.
La presión a la que se ha visto sometida la pareja por la rencilla monetaria de la familia de él es, según dijeron, el motivo principal de que decidieran no responder preguntas en vivo durante la rueda de prensa de este martes. Sí contestaron por escrito a varias cuestiones enviadas previamente por los medios, centradas en la controversia de su enlace. Mako y Kei se mostraron "horrorizados" y "entristecidos" por "la difusión de historias infundadas y por que se hayan dado por hecho informaciones falsas".
Los tabloides japoneses han hecho correr ríos de tinta durante estos años sobre la disputa, que atañe al desembolso que un ex prometido de la madre de Kei, Kayo, habría hecho para la manutención e incluso los estudios universitarios del joven, que reiteró este martes su intención de zanjar la deuda en cuanto le sea posible.
Aunque el matrimonio se trasladará a Estados Unidos, se espera que permanezcan todavía algún tiempo en Japón mientras Mako tramita su primer pasaporte (los miembros de la familia imperial nipona no tienen) y ultiman la mudanza. Sobre los planes de Mako, nada ha trascendido. La joven ha cursado estudios de Arte y ha trabajado como investigadora en el Museo Universitario de la Universidad de Tokio, un campo en el que la Gran Manzana podría ofrecerle numerosas posibilidades. No cabe duda de que ante sí se le presenta una vida muy diferente, lejos de Japón pero con amor.
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