Álvaro Romero
Socimis
Budapest/Imágenes de ese tipo se habían visto en la sala de prensa de la central de la OTAN en 1999, durante los ataques aéreos en Kosovo. Esta vez se trataba de Libia. Se ve cómo un tanque dispara contra un edificio en Misurata y, más arriba, un jet británico ajusta el punto de mira. El vehículo explota inmediatamente después. "Tenía mucha munición a bordo", comentó la portavoz de la OTAN Oana Lungescu. Luego, se ve a los leales al régimen de Muamar al Gadafi huir a gran velocidad en sus camionetas.
Las operaciones bajo mando de la alianza, sin embargo, no transcurren siempre de manera tan ideal. Este viernes se pudo ver con claridad, cuando el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, corrigió declaraciones del subcomandante de la misión, el vicealmirante británico Russell Harding. "No me disculpo", había dicho Harding antes frente a los periodistas, sin mostrar en ningún momento su malestar por la muerte de unos diez insurgentes en una operación. "Se trata de un incidente muy desafortunado", dijo después Rasmussen. "Lamentó profundamente la pérdida de vidas", agregó. Al contrario que Harding, que amenazó incluso con ataques aéreos a los rebeldes si se convertían en una amenaza para la población civil, Rasmussen se percató de los nuevos peligros políticos que surgen en Libia.
El ánimo empieza a caldearse entre los opositores y la OTAN. Los rebeldes echan en falta el apoyo de la alianza en su lucha contra Gadafi y el secretario general de la OTAN sabe que la oposición es necesaria para buscar una solución política al conflicto. En ese contexto, las palabras duras no son vistas por los potenciales socios del país norteafricano con buenos ojos. La misión se ha vuelto más complicada. Los éxitos inmediatos se dieron sobre todo en los primeros días de los operativos de la coalición voluntaria. La OTAN asumió el comando hace una semana y lo tiene más difícil desde entonces. Muchos objetivos fáciles han sido destruidos y Gadafi ha escondido sus tanques y artillería pesada en las ciudades al lado de escuelas y mezquitas, según Lunguescu.
"Esto durará semanas todavía", dice entre bambalinas un diplomático de la alianza transatlántica. El régimen de Gadafi caerá en algún momento, cree el diplomático, pero la "situación de tablas" podría haberse afianzado hasta entonces. Harding, por su parte, no quiere saber nada de las "tablas" y apunta que bajo mando de la OTAN los aviones realizan 600 horas de operativos diarios, más que en los días de la coalición. El número de operaciones fue sin embargo menor algunos días. No sólo porque los leales a Gadafi utilizan a la población civil como escudos humanos, sino también por las malas condiciones climáticas. Ambas circunstancias han llevado a una disminución de los operativos, según la versión oficial, algo que ha dado a los rebeldes además la impresión de que la misión está siendo reducida.
A la OTAN tampoco parece convenirle que los insurgentes tengan ahora tanques, ya que no pueden seguir estando seguros de atacar a la gente de Gadafi cuando apuntan a un vehículo. Y el problema no se solucionará posiblemente con facilidad sin una mejor comunicación con los rebeldes, algo que Harding, por otro lado, considera innecesario. Para los militares, sin embargo, la mayor comunicación tendrá que pasar pronto a formar parte de la rutina, ya que la Unión Europea (UE) se prepara para brindar protección militar a los envíos de ayuda humanitaria.
Las fuerzas de la OTAN advierten sobre el peligro de subestimar el tema. No se trata de hacer que cuatro soldados escolten cada camión que transporte pan, dice un oficial. "Son necesarios una gran cantidad de fuerzas con capacidad de reacción y abrir un camino de 20 kilómetros de ancho antes de poder partir", agrega. La OTAN ya ha hecho planes al respecto, aunque sin hablarlo con la UE. El tema tendrá que ser discutido en las próximas semanas.
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