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La eclosión de un nuevo tipo de activista -joven, formado y conectado a internet- ha revolucionado la defensa de los derechos humanos en los países árabes, según EEUU, que se reconoce incapaz de predecir el resultado de este movimiento.
El informe de los derechos humanos en el mundo en 2010, presentado por el Departamento de Estado, recoge el nuevo fenómeno social que recorre muchas partes del mundo, pero sobre todo en los países árabes, y que desafía al poder establecido con nuevas ansias de libertad y de cambios democráticos.
"En este momento no podemos predecir cuál será el resultado de estos cambios, ni sabremos los efectos duraderos en los próximos años", reconoce el Departamento de Estado sobre los acontecimientos registrados en países como Túnez y Egipto.
No obstante, el informe reconoce la autenticidad de este movimiento, que demanda "una mayor participación política y oportunidades económicas. Estas demandas son profundas, autóctonas, y están siendo lideradas por nuevos activistas, muchos de ellos jóvenes".
La defensa de los derechos humanos está cambiando en el mundo a golpe de clic, y de una manera rápida, al compás del crecimiento del uso de teléfonos móviles e internet.
Son las "tecnologías que permiten conexión instantánea de miles de millones de personas en todo el planeta", y que ha permitido organizar las masivas movilizaciones de Egipto, Túnez o Libia, y dar cuenta de los abusos a través de twitter, Facebook o de vídeos colgados en Youtube.
Como dijo la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en la presentación del informe, internet "supone una extraordinaria oportunidad para que los activistas puedan comunicarse entre ellos, movilizarse y organizarse", Destacó la intención de Washington de seguir apoyando financieramente la expansión de estos servicios.
Pese a lo incierto del futuro, EEUU considera que el impacto de las nuevas tecnologías será creciente.
En la actualidad 2.000 millones de personas en el mundo tienen acceso a Internet, y cerca de 5.000 millones utilizan teléfonos móviles. "Prevemos que estos números crecerá dramáticamente en los próximos 15 años", apunta el informe. No obstante, no se espera que los Gobiernos permanezcan impasibles al uso creciente de estas tecnologías.
Según EEUU, son más de 40 países los que utilizan algún tipo de restricciones reguladoras o de barreras técnicas para controlar el acceso a internet, reprimir la libertad de expresión o para violar la privacidad de los internautas.
Este el caso de Arabia Saudí, Sudán, Vietnam, y sobre todo China, un gigante tecnológico que, según el informe, viola la privacidad de los internautas y que el año pasado arrestó a 25 disidentes y allanó sus viviendas para incautarse de sus teléfonos y ordenadores.
En Birmania y en Cuba, el Gobierno frena la disidencia online, simplemente manteniendo a la población alejada del acceso a Internet.
El informe recoge los hechos del 2010, pone especial atención en la evolución positiva que han registrado tres países en materia de derechos humanos, Colombia, Guinea e Indonesia.
En concreto, valora las "notables mejoras" que se han registrado en Colombia bajo el Gobierno de Juan Manuel Santos, así como la instauración del primer presidente elegido democráticamente en Guinea desde la independencia de Francia en 1958.
El tercer país que recibe el aprobado de EEUU en materia de derechos humanos es Indonesia, que poco a poco ha ido abrazando los principios del Estado de Derecho, la libertad de prensa y el crecimiento de la sociedad civil.
En el lado negativo se colocan, de nuevo, países como China, Birmania, Irán, Corea del Norte, Libia, Siria, Pakistán, además de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En el informe, EEUU muestra en especial su preocupación por una tendencia creciente que ha observado en algunos de estos países, de perseguir, discriminar y oprimir con violencia a miembros de minorías raciales o religiosas, así como a mujeres, niños, discapacitados, indígenas y homosexuales.
Los casos más llamativos son la opresión de la libertad religiosa en Pakistán, las políticas discriminatorias en Arabia Saudí, la "demonización" del Dalai Lama y la represión de los tibetanos y uighures en China, así como el movimiento antisemita que recorre algunos países árabes.
Estados Unidos también se muestra preocupado por la explotación de trabajadores en algunos lugares del mundo, como Uzbekistán y Bangladesh.
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