Las decapitaciones sacuden a México
Las redes de narcotraficantes son las responsables de la mayoría de los miles de asesinatos registrados en el país, donde las escenas de cuerpos decapitados horrorizan a la población.
Las decapitaciones se convirtieron en 2008 en México en el cruel sello de una escalada de la guerra entre narcotraficantes, responsable de la mayoría de los más de 5.000 asesinatos registrados en el año, una cifra récord que no deja de crecer por decenas día a día.
Once cuerpos decapitados, apilados y agarrados de los brazos entre ellos descubiertos en el sureste de México; otras nueve cabezas formadas en el piso, encontradas en el otro extremo del país, en Tijuana, son algunas de las escenas que vieron horrorizados los mexicanos este año.
"Me preocupa y me entristece el nivel de violencia", reconoció el presidente conservador Felipe Calderón, que ha establecido la lucha contra el narcotráfico como el eje de su gestión. Las primeras dos decapitaciones de esta serie se registraron hace dos años en el puerto de Acapulco, donde las cabezas aparecieron frente a instalaciones policiales. El mismo año las cabezas de cinco hombres fueron arrojadas en la pista de un abarrotado bar del estado de Michoacán.
Esta clase de homicidios se volvió una constante en 2008. En la mayoría de los casos también se han encontrado amenazantes "narcomensajes" contra cárteles de droga, policías locales o altos funcionarios. El fenómeno alcanzó una de sus máximas expresiones en diciembre, cuando la cabeza de un hombre fue abandonada en una cubeta fuera de las instalaciones de una zona militar en Ciudad Juárez con un cuchillo clavado en la boca.
A menos de un mes de haber asumido sus funciones, en diciembre de 2006, Calderón desplegó un operativo en los estados más peligrosos de México, con la participación de 36.000 militares. Sin embargo, en 2008 se registraron un promedio de 14 asesinatos por día, la mayoría de ellos en el norte, en ciudades cercanas a Estados Unidos como Ciudad Juárez, donde fueron asesinadas más de 1.500 personas en el año. "Esas ejecuciones derivan de una lucha encarnizada que están teniendo, en la mayoría de los casos, los criminales disputándose los territorios", según Calderón.
Los cárteles de la droga se disputan el trasiego hacia Estados Unidos, pero también el creciente mercado mexicano. El consumo de drogas en México "creció casi 30 por ciento entre 2002 y 2008 y en el caso de la cocaína el aumento fue de prácticamente 100 por ciento", según una encuesta del gobierno.
Entre las víctimas diarias también hay un alto porcentaje de uniformados, lo que ha provocado masivas renuncias de policías en diversos puntos del país, que denuncian la falta de armas adecuadas para enfrentar a los sicarios. Los uniformados mexicanos además de víctimas, en algunos casos han sido descubiertos como victimarios, sobre todo en casos de secuestros, un delito que también se multiplica. Sólo en 2008 casi un millar de personas fueron privadas de su libertad. En respuesta al alto grado de corrupción en varios organismos de seguridad, Calderón puso en marcha el programa Operación Limpieza. El objetivo es "limpiar las infiltraciones del enemigo, que todos sabemos que existían, pero no sabíamos donde". El propio Calderón dijo que el 49 por ciento de los 55.000 policías evaluados en los últimos meses son "no recomendables".
Una encuesta reciente mostró que 50 por ciento de los mexicanos considera que los narcos le están ganando la batalla al gobierno. Mientras, el ejército mexicano tiene "limitaciones tácticas y técnicas", según un documento de la secretaría de Defensa publicado por el diario El Universal, en el que se advierte sobre la "degradación" que sufre el poder militar mexicano.
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