Análisis
Santiago Carbó
Tras un buen año en lo macroeconómico, en 2025 hará falta mucho más
Al menos 39 personas murieron y otras 36 resultaron heridas en un atentado de corte yihadista perpetrado por al menos dos hombres en dos hoteles, uno de ellos, el Imperial Marhaba, de la cadena española Riu, asomados al Mediterráneo en la localidad turística meridional tunecina de Susa. Según relataron responsables de seguridad del hotel, a primera hora de la mañana dos jóvenes que parecían dos más de los numerosos turistas que disfrutaban del sol penetraron en la playa y comenzaron a disparar de forma indiscriminada.
Invadidos por el pánico, la mayoría de los turistas trataron de refugiarse en la decena de tumbonas que rodean la piscina o huir en dirección al vestíbulo del hotel, donde varios cristales se rompieron a causa de los disparos. "Ha sido una auténtica masacre. Empezaron a gritar palabras en árabe y a disparar a todo el mundo. Ha sido el peor día de mi vida", explicó Helga, una jubilada alemana que disfrutaba del sol con un grupo de amigos. "Nosotros tuvimos suerte. Nos quedamos tirados en la arena mientras ellos corrían al hotel", agregó la turista.
Alemanes, pero también belgas y británicos componen la mayoría de las víctimas mortales, que comenzado a ser trasladas al hospital Charles Gaulle para una identificación definitiva. Varios cadáveres yacían todavía en la playa a última hora de la tarde, y de cuando en cuando, en el lobby del hotel, abarrotado de turistas nerviosos y de mirada perdida, estallaban en lágrimas ante la confirmación de la identidad de una nueva víctima. Otros turistas, más afortunados, cruzaban cariacontecidos con la maleta a rastras rumbo al autobús que les transportará a Túnez capital y después a casa tras unas vacaciones truncadas por la demencia terrorista.
Fuentes de la dirección del hotel confirmaron que no hay ningún español entre las víctimas y que solo un ciudadano portugués estaba en el hotel y está a salvo. Al menos cinco ciudadanos del Reino Unido han muerto en el atentado, según confirmó el ministro británico de Asuntos Exteriores, Philip Hammond. También se informó de la muerte una irlandesa.
La Policía tunecina confirmó que uno de los terroristas murió durante el tiroteo que siguió al asalto al recinto hotelero y que otro presunto atacante logró huir en dirección a la autopista que cobre los 140 kilómetros que separan Susa de la capital. Además, otras dos personas han sido detenidas y han pasado a disposición de los investigadores.
El ataque, que se ha producido al tiempo que atentados similares han sacudido Francia y Kuwait, es el segundo de este tipo que sufre Túnez en los últimos tres meses, y el tercero desde que en 2002 un grupo de hombre matara a un grupo de extranjeros junto a la sinagoga de la vecina isla tunecina de Yerba. El pasado 18 de marzo, y en una acción similar, 24 personas, 22 de ellas turistas extranjeros, perdieron la vida tiroteados por dos hombres que igualmente irrumpieron en el museo El Bardo de la capital. Aquel atentado destruyó la industria del turismo de grandes cruceros, uno de los pilares de la endeble economía tunecina, y puso de relieve el avispero yihadista, al que Túnez hace frente desde el inicio en 2011 de la denominada "primavera del jazmín".
El ataque de este viernes ha puesto de manifiesto que ese problema es más agudo de lo que las autoridades tunecinas han querido admitir hasta la fecha y amenaza con afectar de nuevo al turismo, en este caso al de los grandes hoteles del todo incluido, que hasta ahora sobrevivían. Un duro golpe para un país considerado modelo en la transición política, pese a los claroscuros, que no ha sabido, sin embargo, solucionar sus agudos problemas económicos, similares a los que llevaron a la revuelta. Problemas que se han agravado con la inestabilidad que vive la vecina Libia, un país víctima de la guerra civil y el caos desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera militarmente a derrocar el régimen dictatorial de Muamar el Gadafi.
En el último año, y aprovechando la disputa entre los gobiernos de Trípoli y Tobruk, este último reconocido por la comunidad internacional, la rama libia del Estado Islámico (EI) se ha asentado en el este del país. Muchos de sus grupos están dirigidos e integrados por ciudadanos tunecinos, la mayoría de ellos retornados de la lucha junto al Estado Islámico en Siria e Iraq. La mayor parte pasan primero por las montañas de Chambi, un área agreste en la frontera con Argelia que se ha convertido en lugar de reunión y pasillo de entrada y salida de terroristas de todos los países del Sahel. Aunque hasta el momento ningún grupo ha asumido la autoría de la matanza, las autoridades creen que es obra de una célula tunecina del grupo local Ansar al Sharía, escisión de Al Qaeda que en los últimos meses se ha acercado al EI.
España eleva de medio a alto el nivel de alerta
El Ministerio del Interior ha elevado el nivel de alerta antiterrorista tras los atentados yihadistas perpetrados en Francia, Túnez y Kuwait, lo que significa que España se sitúa en riesgo alto de amenaza de atentado. Ha sido el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien ha informado de esta elevación del nivel 3 o "medio" al 4 o "alto", dentro de los cinco existentes, tras la primera reunión de la comisión del Pacto de Estado contra el terrorismo yihadista, firmado con el PSOE y convocada de urgencia tras estos atentados.
"Este incremento supone un refuerzo en la vigilancia de objetivos susceptibles e infraestructuras críticas", ha dicho el ministro sobre esta medida adoptada por unanimidad tras así aconsejarlo expertos del CNI y los servicios de información de Policía y Guardia Civil. Fernández Díaz ha atribuido el incremento en el nivel de alerta a tres razones, entre ellas, la proximidad con el primer aniversario de la proclamación del califato en Iraq y Siria el pasado 29 de junio por parte del líder del Estado Islámico Abu Bakr al Bagdadi. Pero también a la cercanía con Francia y Túnez, así como a los datos que han sido puestos a disposición del Gobierno por parte de expertos de los servicios de inteligencia.
A efectos prácticos, el incremento del nivel de alerta supondrá una mayor presencia policial en las calles, además de un aumento especial de la vigilancia en lugares susceptibles de comisión de un atentado y en infraestructuras críticas como centrales nucleares o instalaciones eléctricas, y también en aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses. En definitiva, "una mayor visibilidad de las unidades de las fuerzas de seguridad en las labores de protección y prevención", ha explicado el ministro, que ha aclarado que no habrá militares en las calles.
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