El regreso de los republicanos

ANÁLISIS

Tras la entrada triunfal de Barack Obama en la Casa Blanca, los republicanos parecían abocados a la oposición, sin ideas, sin un líder y sin perfil. Pero ahora regresaron con un enorme éxito electoral en estos comicios.

Por Marco Mierke / Dpa

03 de noviembre 2010 - 14:11

Washington/Tras la entrada triunfal de Barack Obama en la Casa Blanca, los republicanos parecían abocados a la oposición, sin ideas, sin un líder y sin perfil. Pero ahora regresaron con un enorme éxito electoral en los comicios de mitad de mandato y tienen la mirada puesta en la Casa Blanca.

Prácticamente el mismo día hace exactamente dos años, se encontraban por los suelos, fuertemente golpeados en las elecciones presidenciales por Barack Obama y sus entusiastas demócratas.

Fue uno de los momentos más amargos de su historia, y una rápida recuperación parecía totalmente imposible: los expertos políticos veían ya el fin de la era conservadora en Estados Unidos e incluso los veteranos del Grand Old Party se mostraban horrorizados por la falta de perfil de su partido que se agravó durante los meses posteriores a la derrota.

Pero desde el martes, todo parece ya olvidado: con un resultado fulminante en las elecciones al Congreso de mitad de mandato, los republicanos vuelven: al menos 60 escaños, según las últimas informaciones de la CNN, perdieron los demócratas en la Cámara de Representantes. Con una confortable mayoría, los republicanos tomarán por primera vez desde 2006 las riendas de la mayor cámara del Congreso. Y también los demócratas quedaron fuertemente diezmados.

Sin embargo, para consquistar las dos Cámaras del Congreso ello no basta del todo. Desde hace semanas que los comentaristas pronostican el triunfo republicano, pero apenas hallan motivos evidentes para un cambio de tendencia en Estados Unidos. Se trata de un voto de protesta contra Obama por no haber logrado hacer frente al alto desempleo, creen unos. Otros opinan que se trata de un resultado electoral típico en las elecciones a mitad de mandato presidencial de cuatro años. Los estadounidenses siempre fueron al fin y al cabo un pueblo a quien le gusta enfadar a su presidente.

Entre todos los interrogantes, una cosa parece clara: que el partido debe agradecer la victoria sobre todo a un movimiento de base a su derecha: el populista Tea Party, cuyo nombre hace referencia a la revolución contra el poder colonial británico en el siglo XVIII, apeló a los republicanos en la campaña electoral a sus raíces conservadoras.

Los rebeldes exigen el fin del "gran gobierno", un gobierno hambriento de poder que estrangula a sus ciudadanos con regulaciones e impuestos. Y con ello llegaron exactamente al nervio del pueblo. Mensajes simples en tiempos difíciles. Su ira se dirigió naturalmente contra Obama, a quien les gusta calificar como marxista y derrochador.

Pero también se dirigieron contra su propio partido, que bajo la dirección de George W. Bush perdió de vista sus valores. La élite del Grand Old Partei temblaba ante la revuelta. Y con razón, pues el movimiento liderado por la ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin arremetió duramente contra los representantes del partido establecidos más moderados.

"Cometemos un gran error al creer que los resultados suponen un honor para los republicanos; son una segunda oportunidad para los republicanos para ser lo que una vez quisieron ser", dijo Marco Rubio, la estrella del Tea Party desde Florida, en su discurso de victoria. "El partido nunca será el mismo", dijo por su parte Christine O'Donnell pese a su derrota. "Nuestras voces fueron oídas y no dejaremos que nos callen".

El mensaje es claro: si el partido en 2012 quiere volver a tener éxito en las elecciones presidenciales de 2012, debe volver a la reflexión. Y el establishment parece haberlo comprendido. "Esperamos un nuevo comienzo con el pueblo estadounidense", dijo el líder del martido Michael Steele el martes tras conocerse los primeros resultados.

Cuando el presidente de la fracción republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner, presentó su programa electoral en septiembre a su partido, sonó ya a Tea Party. "El gobierno es demasiado grande, gasta demasiado y se ha salido de control", dijo entonces. "Es el momento de ponernos manos a la obra", dijo claramente a sus seguidores en su discurso de victoria el martes.

La alegría en la noche electoral mostró que el partido, pese a su fase oscura, vuelve a mirar al futuro confiado y que quiere utilizar sus oportunidades. "Es una oportunidad de oro para los republicanos para volver a poner las cosas en su lugar", constataba por la noche Eric Cantor, el "número dos" de los republicanos en la Cámara de Representatantes. Y el partido basa su nueva autoconfianza en dos puntos: poner al aparato estatal "a dieta" y volver a dar a los ciudadanos la sensación de no ser ignoradas.

Naturalmente, todo deberá lograrse en conjunto con los demócratas, afirman oficialmetne los republicanos. Como nuevo líder de la Cámara, Boehner quiere volver a controlar la hostilidad que él mismo ayudó a desatar en el Parlamento, explicó durante la campaña. Pero quien le escuche sabe exactamente lo que quieren en realidad: dar marcha atrás a las políticas de Obama. "Haremos todo lo posible para acabar con ella, frenarla, pararla", dijo recientemente en referencia a la agenda del presidente en los dos años de mandato que le quedan.

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