"Buscar tu propio sello es muy difícil"
El Canijo de Jerez | músico
El Canijo de Jerez edita 'Ceniza y barro', disco que marcará el final de una etapa de su carrera
Está valorando sacar un disco con temas inéditos de Los Delinqüentes
El Arrebato: "Los que nos dedicamos a componer tenemos esa vanidad típica del artista"
"No hablamos solo de música, también de la forma en la que vivimos la fiesta"
Once años han pasado entre la salida de aquel disco de Los Delinqüentes que se llamaba El nuevo despertar de la farándula cósmica, en el que veíamos por primera vez el nombre de Marcos del Ojo Barroso, y la de Ceniza y Barro, el disco que este acaba de editar con su nombre de guerra, El Canijo de Jerez, que hace ya el número cinco desde que comenzó su carrera en solitario. Con él nos reunimos una soleada mañana alamedeña para hablar de su obra presente, valorar el pasado y mirar con esperanza al futuro.
-Dice su hoja de promoción que Ceniza y Barro cierra un círculo mágico de cinco discos y que desprende aroma a despedida. ¿Quiere esto decir que se avecinan cambios profundos en su vida y su carrera?
-Se avecina un año sabático que hasta ahora nunca me había tomado, solo paré unos meses durante la pandemia por imposición, algo que me vino muy bien para componer las canciones de mi disco anterior -Constelaciones de humo- y sacar muchas ideas para este de ahora. Me vino muy bien estar componiendo, viendo películas, leyendo, pero el dinero no crece en los árboles y había que salir a tocar otra vez, por lo que desde 2021 hasta hoy no he parado y siento la necesidad de hacerlo. Cuando cierro un ciclo sé que algo grande va a pasar y el cierre de este trae precisamente lo más grande que puede pasarme, que voy a ser padre de mi primer hijo para finales de febrero o primeros de marzo. Este año que viene quiero trabajar con este disco, pero en 2025 quiero parar y que la gente eche de menos al Canijo de Jerez. Pero no voy a parar con la música; tengo un montón de ideas y proyectos, de los que el más bonito es con Los Estanques. Íñigo Bregel me dijo que era muy fan mío y quería flotar conmigo, así que fui a Madrid y compusimos juntos dos canciones: El murmullo de los perros y La llave del bazar, con una mezcla entre rock andaluz y progresivo. Seguimos componiendo todavía porque queremos sacar un disco juntos, no sabemos todavía si como Los Estanques y El Canijo de Jerez o le pondremos un nombre propio al grupo. En él yo no iría con mi banda habitual ni cantaría mis rumbas habituales. Eso me ocupará todo el 2025. Y en 2026 ya veremos qué hacemos.
-Cuando comenzamos a escuchar el disco, lo primero que se le oye a usted cantar es Quiero ser un hombre nuevo, para Empezar de cero, que es el título de la canción. ¿Por qué siente esa necesidad?
-Porque renovarte siempre es bueno. Poner los pies en el suelo me motiva, sea con un proyecto nuevo, con un hijo o con mudarme de casa. Si me quedo mucho tiempo en un sitio me estanco y necesito cambiar de aires. Por eso me va a venir bien esta temporadita, que un año se pasa volando. Quiero hacer un final de gira a lo grande y ando también en negociaciones para hacer algo con Los Delinqüentes.
-¿Eso de empezar de cero no lo hizo ya saliendo de los Delinqüentes?
-Sí, pero ahora empezar de cero me va a cambiar mucho más la vida con el nacimiento de mi hijo. Yo soy muy fiestero, trasnochador y ahora tendré que pasar más tiempo en casa, que es algo que me apetece también; criar a mi niño, como hizo John Lennon en el periodo del 75 al 80, que se dedicó a criar a su hijo Sean viviendo una etapa muy bonita de su vida mientras Yoko estaba con otros proyectos. Él decía que no había podido criar a Julian y tenía clavada esa espinita y yo me siento un poco así, por eso con 41 años me ha dado la vena Lennon. Con Los Delinqüentes, como le he dicho antes, estamos retomando contacto el hermano de Migue Benítez, Diego Pozo Ratón y yo, que somos los tres que llevamos el nombre del grupo y pensamos que tenemos mucho material inédito muy bueno que podemos sacar. No grabar un disco ni empezar nada otra vez, sino sacar conciertos antiguos, que a la gente les iban a encantar, directos con Migue y sin él, maquetas inéditas. Seguramente en el 2026 hagamos algo con esto y ya veremos si surge una gira o no; todo está en el aire.
-¿Puede ser que Migue Benítez fuese su estímulo para estar en un grupo y Juanito Makandé su estímulo para comenzar en solitario? ¿Tiene ahora a alguien que le sirva de estímulo para lo que vaya a emprender en este nuevo camino?
-Es verdad que después de sacar Ceniza y Barro necesito una motivación para seguir y una de las cosas que más me motivó fue la llamada de Íñigo, que me parece un gran músico, con el mismo gusto musical que yo.
-¿Esta necesidad de cambio no se contradice con lo que canta usted en otra de las canciones, que Hasta ahora todo iba bien?
-Es que esa canción la había compuesto pensando en un disco de Los Delinqüentes. En este disco hay algunas canciones que las hice pensando en que nos íbamos a reunir y sacar un disco nuevo, pero al final no pudo ser y como no quería quedarme tampoco con esta espina clavada las grabé con mi banda. La canción va sobre cómo iba todo bien hasta que llamé a Los Delinqüentes y empezó a ir todo mal, porque somos muy golfos y cuando nos juntamos, como dice la letra, se mastica la tragedia, que es una frase mítica que solía decir Paco Lara, uno de nuestros guitarristas, que ahora está en Australia, siempre que terminábamos un concierto.
-Volar sin alas, nombre de su discográfica, es también el de una canción suya con mucho significado, que se prestaba a ser tocada con una guitarra eléctrica. ¿Una canción pierde el sentido garrapatero si se toca con cuerdas de acero en vez de con cuerdas de nylon?
-Cuando era más pequeño, mi compadre Migue y yo pensábamos eso; si veíamos una guitarra eléctrica decíamos que eso no era garrapatero; nos gustaba más Raimundo Amador con la flamenca que con la eléctrica. Pero cuando uno se hace mayor y conoce a Frank Zappa, David Gilmour, Tony Iommi o a Iñaki Uoho, nos damos cuenta de que son garrapateros también; así que ahora pienso que una guitarra de cuerdas de acero puede también ser garrapatera. Rafael Amador tocaba la guitarra eléctrica divinamente. Pero, vamos, que lo más garrapatero es una guitarra de palo, unas palmas y un cante flamenco.
-Otra de las canciones de este nuevo disco, Flores y champán, la comienza usted diciendo: Cuando sale la luna me vengo arriba como la espuma. ¿Es un animal nocturno?
-La verdad es que sí. Yo soy más de componer por las noches. Hay mentes creativas que funcionan por el día y otras por las noches, eso está estudiado, no lo digo yo; a mí no me sale nada por el día, por eso en el colegio no daba una y me quedaba dormido; pero por las noches me salían todas las canciones. Entonces, me gusta corromperme por derecho de mediodía hacia adelante; los gitanos, los rockeros y los flamencos somos así.
-En La plaga moderna dice usted que hay más artistas que aficionaos. ¿Por eso las salas de conciertos están vacías?
-Claro que sí. Hay más oferta que demanda; muchos festivales, muchos conciertos, todos los días hay algo; pero lo interesante tienes que buscarlo debajo de las piedras, al menos lo que me interesa a mí y a los de mi calaña, que somos gente a la que nos gusta Lorca, el Omega de Morente, el primer disco de Veneno. Para encontrar obras de arte así hay que rebuscar mucho. Y no lo digo porque no me gusten el rap o el reguetón, que también hay gente que hace música electrónica y se corrompe por derecho, aunque sean muy pocos, y tienen su punto: C. Tangana lo hace muy bien y Rosalía, a pesar de todas las críticas que tiene, me encanta. Pero hay mucho relleno y es muy fácil ser artista, por eso dice la canción que hay más artistas que aficionados y (me canta) está en peligro lo original, to’l mundo parece ahora una copia de los demás. Buscar tu propio sello es muy difícil. Siempre he dicho que si yo cantara bien ganaría un dineral; porque yo canto muy mal; yo no quería cantar, el que cantaba era Migue, pero como el pobre se murió no tuve más remedio que ponerme a cantar yo, que era compositor. Y José María Sagrista me dijo que me equivocaba pensando así: Porque tú tienes tu esencia, tu voz no la imita nadie, eres único y eso es lo mejor, la originalidad; mira Bob Dylan, que tampoco cantaba bien y más original que él no hay nadie. Me gustó mucho que me dijera eso. Y es verdad, ahora hay muchos grupos que se parecen, que ya no sé cuál es uno y cuál otro; no voy a decir nombres para no crearme enemigos, cuando ya tenga 60 años y saque mi libro, ahí los voy a decir todos (risas).
-¿Cómo fue su concierto en la sala Custom de hace unas semanas, por cierto? Sé que usted es más de giras por pueblos y chiringuitos que por salas.
-Sí, hago muchos conciertos con ayuntamientos. Luego se nota en las salas de las capitales y no puedo hacerlo en las que sean muy grandes. Muchos artistas no tocan mucho en verano y se guardan para las salas, pero yo no soy así, a mí me gusta tocar siempre, soy como Silvio, voy donde haga falta. Soy un artista de picar piedra, de estar un día arriba y otro abajo; no me gusta llegar y tocar la meta tan pronto. En la Custom hice sold out, como en todas las salas donde presento el disco. Voy a salas que no son muy grandes, en la Custom caben 800 personas, en Madrid llené con 1.000 espectadores, en Málaga entraron 600. Normalmente, cuando voy a salas de grandes capitales son de aforo entre 600 y 1.500, como la Razzmatazz de Barcelona, en la que también hicimos sold out en el concierto del año pasado y en el de este. Estoy contento y agradecido; tener las salas llenas es lo mejor, porque la sala es la verdad absoluta. Te miras a los ojos con la gente, sudas con la gente; en un festival está la gente muy lejos y los escenarios son muy grandes; a mí me gustan más chiquititos, poner la cerveza encima del ampli, y ya si nos dejaran fumar en las salas sería una maravilla, pero eso se perdió para siempre.
-Lleva usted tres años seguidos viniendo por estas fechas a la sala Custom. ¿Alguna razón concreta? ¿Se va a instituir como rito anual?
-A los artistas como yo nos gusta la Custom, que es un sitio emblemático, que nos ayudó al principio. A mí me gustaría ir al Benito Villamarín, pero no viene tanta gente a verme; al auditorio Rocío Jurado, al Cartuja Center, pero ahí hay que meter a mucho público, eso es muy difícil. Se puede intentar no tocando en verano en tantos pueblos cercanos a Sevilla, que la gente te eche un poco de menos y entonces sí puede que se peten esos sitios, pero como yo soy un artista de estar en la carretera y tocar a todas horas, prefiero meterme en salas más pequeñas, llenarlas y que quede gente fuera con ganas, como pasó en Sevilla. Y tocar en verano todo lo que pueda, que ahí es donde gano pasta de verdad y me lo paso tan bien como en las salas. Ahora estoy en buena época, tengo un buen legado de canciones para mantenerme, soy un artista del pueblo, como Kiko Veneno, La Cabra Mecánica, que hacemos canciones cotidianas que lo mismo le gustan a niños de 10 años que a ancianos de 80 y ese es el secreto para mantenerse sin destacar demasiado. Vienen a verme los hijos de los que venían a vernos a Los Delinqüentes.
-La intro del disco es voy a cambiar de vida y el outro es tengo mala fama. Usted en el fondo disfruta teniendo mala fama, ¿no?
-Era una frase hecha. El tema de esa última canción es que cuando te mojas y opinas sobre las cosas siempre te salen detractores, es lo que tienen las redes sociales. Supongo que Hendrix también tendría detractores, pero no leía los periódicos. Yo no llevo del todo mal las críticas, pero hay que estar muy cuerdo y centrado para que no te afecten los haters; si usas las redes bien y no le das importancia al típico tonto de turno, puedes vivir bien. En la canción digo que hago lo que quiero porque me dan igual los haters, pero en el fondo no es así; porque veo un comentario chungo y me pongo de mala uva; aunque haya quinientos buenos con los que flipe; pero lees uno malo y me llevan los demonios. Es un precio que hay que pagar; si tienes buen capote, las redes son gloria; pero si no, deja las redes y que te las lleve otro, que tampoco pasa nada.
-Su futuro, cualquiera que vaya a ser, ¿pasa por el cine, por lo libros, o solo por la música?
-Siempre estaré relacionado con la música. Con Gonzalo García Pelayo, que creo que es una eminencia, muy vanguardista y trascendental, hice una película muy de serie B en la que lo pasé muy bien, pero no creo que mi futuro pase por ser actor. Kike Babas y Kike Turrón me sacaron un libro en el que me desgarro y me abro en canal; desde las aventuras con Los Delinqüentes, que te partes de risa, la muerte de Migue, mi carrera en solitario, la película. Ahora quieren sacar una segunda edición y les he propuesto un capítulo más con cosas nuevas que me han pasado, como la de ser padre. En el libro hablo de que mi vida es muy cíclica y cada diez años me renuevo, siempre me pasa algo. Y me parecía muy bonito para el final del libro. Cuando tenga 60 años ya habrá material para escribir otras memorias.
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