"No hablamos solo de música, también de la forma en que vivimos la fiesta"
David Pareja | Director y agitador cultural
El documental 'Break Nation', que puede verse desde hoy en Movistar+, retrata el entorno musical y social que rodeó el 'breakbeat', un estilo que triunfó en Andalucía entre 1992 y 2002
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Desde hoy podemos ver en Movistar+ el documental Break Nation, escrito y dirigido por David Pareja, en el que se cuenta la historia de algo que ocurrió en Andalucía durante una década, la que transcurrió entre 1992 y 2002; la explosión, auge y caída del entorno musical y social que rodeó al breakbeat, el estilo de los sonidos electrónicos de ritmos rotos, que tuvo en nuestra comunidad autónoma un desarrollo único, a pesar de que en el resto del mundo se le consideraba secundario. Pareja nos da en esta entrevista todas las claves para entender cómo sucedió y por qué Andalucía fue, según indica el subtítulo del documental, la tierra prometida del breakbeat.
-¿Por qué era necesario este documental y por qué se lanzó usted a hacerlo?
-Porque no había ni hay nada escrito, sobre el breakbeat; ningún tipo de artículo, ni de tesis, nada. Hacer un documental sobre este género es algo que ha pensado mucha gente en Andalucía, sobre todo al principio de la década que a mí me interesaba contar, porque fue algo que trascendió muchísimo y toda la gente joven con la que yo empecé a salir participaba de alguna manera de esta escena. Quizás no tanto del breakbeat como de las fiestas que hacían Satisfaxion y Natural, que eran promotoras muy potentes. Así que cuando acabé el documental de El Cigala me lancé a sacar adelante esta idea. Me pasé un año entrevistando a las 120 personas que salen en él para intentar construir una historia: quién había sido el primero, por dónde había salido, quiénes habían comenzado a producir, los piques que hubo entre ellos. Una vez armada la historia, me senté a escribir el guion y volví a entrevistarlos. En el 92 se inauguró la modernidad en Andalucía. Ese año nos marcó muchísimo, la gente quería ser moderna, irse a vivir a Londres, había una proyección hacia el futuro que a partir de los primeros años 2000 se convirtió en algo mucho más nostálgico: empezamos a mirar más hacia atrás y volvió el pop, volvió incluso el garage, o el rock, que recuerdo que en 2003 llegaron los Strokes, una edad más nostálgica, que no era así antes. El arco cubre toda la década siguiente, hasta el hito del Carpena en 2002, cuando murió toda la escena.
-Antes de seguir con la historia, defíname qué es el breakbeat.
-Decía muy bien Simon Reynolds que el primer género que sale en Europa es el hardcore, nacido de las raves en Inglaterra. Y empieza una base de ritmos rotos. Él tiene la teoría de que ese es el hardcore continuo, que va evolucionando, y después nacen el drum & bass, el jungle, en función también de las drogas que iban saliendo y de cómo iban subiendo los bpm -la unidad que mide el ritmo de la música-; salieron el grime, el dubstep, el 2-step. Y como reacción a la agresividad del jungle, que era en lo que se estaba centrando todo el underground, apareció el breakbeat, que era como el drum & bass bajado, llevado a un terreno más funky, y en eso tuvo mucho que ver la escuela de Florida, la música que en Miami mezclaba el hip hop y el funk dando lugar al funky break, que es lo que aquí triunfó. Pero en el breakbeat, más que nada, lo que hay son ritmos rotos.
-¿Por qué triunfó aquí?
-El otro día leí en un portal de flamenco que la manera que tenían los flamencos de darle seriedad, darle más impronta a un tono, era romperlo. Cuando incorporaron el tango flamenco, que era un 4x4, ellos lo rompían al final y empezaron a hacer los tangos, la soleá, otro tipo de ritmos. Y eso está mucho en el ADN de Andalucía, romper ritmos; por eso el breakbeat entronca tan bien entre nosotros y no tanto en el resto del mundo. La música 4x4 que triunfó en todo el mundo en los 90 fue el techno, que es algo mucho más interior e individual, que te aísla, y se daba sobre todo en las warehouses, en las naves y sitios grandes. Aquí no teníamos esas naves, teníamos que estar en la calle, celebrábamos más hacia fuera, y los ritmos rotos son más para compartir, para bailar de otro modo, son más para festivales, por eso las raves se desarrollaban en Andalucía al aire libre.
-Pero según cuenta Polonio en el documental, en esos momentos en Andalucía no existía la música electrónica. ¿De qué raíz surgió todo esto, entonces?
-Tuvo un promotor encubierto, que es un hallazgo del documental, que fue Jesús Gil, quien llegó a Marbella y prohibió la fiesta, básicamente. Él echó de Marbella a Ramón Navas, el fundador de Rave Age, que creo que es el primer colectivo que hizo raves en España, en 1991. Cuando llegó Gil a la alcaldía lo echó de Marbella porque era un espíritu contestatario y lo amenazó con cerrar la churrería de su padre. Por esa época, con el Pink, que fue donde se crió Felipe Volumen, empezaron a encontrarse en los veranos eternos de Marbella, Torremolinos, toda la gente que fundó las raves inglesas, y como pasó aquí con la base de Rota en los 70, la Costa del Sol era el sitio donde todos los ingleses y alemanes llevaban esa música. Y el house empezó a mezclarse con el trance alemán, con el hardcore que llevaban otros ingleses; y se fundaron Rave Age y Satisfaxion, pero en principio aquello nunca fue breakbeat, sino que tenían un espíritu cómo de mezclar la música.
-Puedo entender lo de Málaga por el caldo de cultivo de los ingleses, alemanes, que abundaban allí, ¿Pero Sevilla, Loja, Mollina…?
-En Sevilla ocurría algo curioso, porque cuando empezó a llegar el hardcore a finales de los 80 y primeros 90, los clubes de música electrónica, como Rrio, SVQ, eran de funky, que es un ritmo roto que aquí siempre ha triunfado; hemos tenido bares míticos de funky hasta hace poco. Y uno de los hermanos de Pepe, del Catedral Club, era azafato de vuelo y el encargado de traerse discos de Londres. Una vez se trajo una maleta con 70 discos de hardcore, que era lo que estaba pegando fuerte en Londres, y como esa maleta no la podían pinchar en el Catedral, pues Dj Man y Ale Baquero fundaron un colectivo para pinchar esos discos, que les encantaban, en una ruta de bares que montaron, siempre after hours, que fue el origen de los ritmos rotos en Sevilla. Anteriormente la mezcla era mucho más variopinta, de hecho, cuando llegó Dani Dj, que es el primer DJ profesional de verdad que vino a Andalucía, pinchaba trance, goa y otro tipo de ritmos más alemanes.
-Ha dicho usted una palabra definitiva: ruta. ¿Tuvo todo esto algo que ver con la Ruta del Bakalao?
-El protagonista del documental en realidad no es el breakbeat, es la fiesta, la forma que tenemos nosotros de crear fiesta. Si algo ha aportado España a la idea de la música electrónica es que la idea de fiesta que tenemos es propia. La Ruta del Bakalao comenzó un concepto de fiesta que empezaba el jueves y terminaba el domingo; eso no pasaba en otros sitios del mundo, no pasaba ni en Chicago, New York, Londres; esa forma de festejar se fue a Ibiza y allí se internacionalizó. En 1988 llegó Paul Oakenfold a Ibiza a celebrar su cumpleaños, se tomó un par de éxtasis, se pegó cuatro días de fiesta y se le voló la cabeza. Cuando volvió a Londres inauguró el Shoom y tuvo tanto éxito que la gente se quedaba fuera. A las cuatro de la mañana cerraba y 600 personas se quedaban sin fiesta y empezaban a demandar otros horarios de cierre, por lo que comenzaron a hacer las orbital raves a través de la carretera M25, que eran fiestas para dos o tres días, como estaba pasando en Ibiza. Por eso creo que en el origen de las raves hay algo que es español, esa forma de festejar. Eso sí lo creó la Ruta del Bakalao; no tanto en lo musical, porque a finales de los 90 derivó en mákina, que era algo totalmente local, sino como en la forma de festejar.
-Carreteras y drogas. ¿Se hubiese extendido tanto el breakbeat sin la A92 y el éxtasis?
-La A92 fue fundamental. Toda la película está regida a modo de road movie, de carretera. La A92 vertebró Andalucía. Antes ir de Sevilla a Málaga suponía más de cinco horas y con ella se redujo a dos, igual que para Granada; llegar a Almería era mucho más fácil; permitió la comunicación y que la fiesta se fuese moviendo; de hecho, Satisfaxion fue muy lista y hacía las fiestas en Mollina, que es el punto medio de la A92, para que todo el mundo pudiera acceder. Y en cuanto al éxtasis, evidentemente, la cultura de la música electrónica está marcada por esa droga. Todas las culturas musicales están marcadas por cierto tipo de drogas; a los 70 los marcó el LSD, ¿quién sería Jimi Hendrix sin LSD?, el metal está marcado por el speed, ¿quién sería Lemmy sin el speed?, incluso el bakalao estuvo marcado por la mescalina, una sustancia que te la tomabas y pillabas el mismo morao del éxtasis, pero te duraba dos días, por eso a los camellos no les salía a cuenta y la tuvieron que dejar; creo que en la mescalina hay mucho del origen ese de la fiesta continua. Las primeras pastillas de éxtasis que llegaban a la Costa del Sol, con una estabas también todo el fin de semana, lo que te hacía buscar la fiesta; por eso dice Polonio en el documental que no podían dejar a la gente tirada, tenían que darle fiesta para continuar. Eso estaba, lógicamente, ligado a la droga, a base de café no iba la gente. Y sí que hay algo más en la música electrónica, relacionado con la droga, que te hace decir que perteneces a un mundo nuevo: estoy tomando una droga, escuchando una música y vistiendo de una manera que ni mi hermano ni mi padre controlan, que no comparto con ellos, que solo es mío y de mi grupo de amigos. Creo que eso es muy importante y si algo tiene de bueno la escena del breakbeat de los 90 en Andalucía es que estaba siendo origen de un fenómeno. Ahora veo a miles de chavales escuchando breakbeat y hacen un nuevo breakbeat, hay nuevos sellos, pero no estaban en el origen de ese fenómeno ni asistieron a su desarrollo; eso marca mucho a la gente, crea un caldo de cultivo social muy importante. En los últimos 30 años en Andalucía el breakbeat ha sido el movimiento social de más calado y que ha podido aportar más arraigo a nivel de identidad.
-¿Más incluso que el hip hop?
-Creo que sí. El hip hop ha tenido mucho desarrollo, pero yo no veía en el 2002 a ningún hiphopero ya desarrollado metiendo a 18.000 personas en un sitio, eso lo hizo el breakbeat en el Carpena. SFDK lo hace ahora, pero en aquellos tiempos estaba en el Fun Club. Se puede equiparar más al desarrollo de la psicodelia que hubo en los 70, con Smash, Triana, Lole y Manuel, el sello Gong, García Pelayo, ese movimiento; por su arraigo y calado, sin ponerlo al mismo nivel cultural, sí podría ser comparable, pero nada que le haga sombra.
-Cíteme también nombres importantes en ese ascenso del breakbeat.
-La escena la fundan Polonio y Ramón con Rave Age como promotora. Juanma, Nico y Jason era la gente de Satisfaxion, la productora de España de música electrónica, que hizo las primeras fiestas importantes, previas al Sonar. Estos fueron los pioneros. Gracias a Satisfaxion sale el nombre de Jordi Slate, que para mí es la primera persona que hizo sesiones de música breakbeat y quien tuvo la intuición de decir que ese sonido iba a triunfar aquí; ese mérito es suyo. En Sevilla se fundó la Hardcore Foundation, de Dj Man y Ale Baquero, que luego fundaron con Dani Dj y Smile el colectivo Syndicate United Rave, muy importante porque estableció el puente de unión entre Málaga y Sevilla. También con Satisfaxion había muchos DJs importantes de la escena: Pellejo, Killer, que fueron desarrollando este sonido. En Sevilla ya estaba Rupe, en la promotora Totem Tanz, desarrollando el sonido. Salió Natura, la primera productora dedicada al breakbeat y apareció Mundo Evassion, que creo que ha sido el programa de radio más escuchado de Canal Sur -en Canal Fiesta-. Con esto llegó otra hornada de Djs: Kultür, Anuschka, Ilia, Franxis 90, Jambi, que fueron los que terminaron de difundir el breakbeat. En el año 2000 podemos hablar ya de que era muy potente en Andalucía.
-¿En toda Andalucía? ¿No se quedaron fuera, como suele suceder, los extremos, Huelva, Almería?
-La difusión de Mundo Evassion era muy importante; tenga en cuenta que estaba los viernes y los sábados de doce a siete de la mañana. Los chavales en los coches, el botellón moviéndose, catorce horas semanales; eso llegaba a Melilla y Ceuta, Extremadura, Murcia, y en todos esos lados se desarrolló el breakbeat. Hubo una parte de Granada y Almería en la que no terminó de cuajar porque siempre han sido mucho más del techno; la Industrial Copera granadina ha sido más de techno; eran una especie de apéndice de la Ruta del Bakalao, iban mucho más influenciados por ese tipo de sonidos. Todo empezó por Málaga, se desarrolló por Sevilla, Cádiz y a partir de ahí salieron Córdoba, Huelva, Jaén. Extremadura, Ceuta y Melilla no aportaron tantos DJs, pero era muy popular este sonido.
-De Andalucía hacia el norte, nada.
-A partir del 99 con Mundo Evassion aparecieron ya productores, que al principio no los había, que podían poner sus temas en la radio y DJ Nitro era el que más vendía. En televisión había un programa de éxito que se llamaba Música Sí, al que llegaban muchas cartas de andaluces pidiendo a alguien de breakbeat, a Nitro o Kultür. Llevaron a Madrid al primero y puso un tema de trance y breakbeat y allí no bailaba nadie. Eso de los ritmos rotos mezclado con trance les parecía una marcianada a todos, allí solo triunfaba el house. Lo de Andalucía fue un fenómeno de transculturización; nos apropiamos de un género que no era nuestro, pero lo desarrollamos como en ningún otro sitio del mundo.
-Cuando en el video Jesús Gil se despacha a gusto le pone usted de fondo la marcha de Jesús de las Penas; Benito Voluble dice que la gente iba a las raves como sus vecinos al Rocío. Está muy presente el folklore en el documental.
-Hay momentos con esa mezcla de folklore. Cuando el breakbeat marcó el retorno de los canis, en los medios se catalogó eso como algo violento, pero que una cultura musical sea capaz de crear una forma de vestir, o una tribu urbana, me parece impresionante. De esa tribu urbana viven ahora Rosalía y C. Tangana; toda la estética que hoy día está recuperando la gente del trap viene de allí, de esa etapa del breakbeat, de ese gorriblanqui, de los chándales blancos, de esa especie de gitano ravero, con el peinado de Prodigy. Y si Tangana quiere darle una dignificación o un arraigo a su música, que meta semana santa y meta flamenco. Rosalía parece una cani del breakbeat; ella mete un montón de referencias musicales que vienen de esa época; me hace mucha gracia esa camiseta que hay con el texto de Rosalía ens roba. El breakbeat tuvo su parte comercial, pero su arraigo a nivel social y su aportación son impresionantes. En cuanto a lo del Rocío, forma parte del concepto del documental, que todo esto se dio con el breakbeat pero pudo haberse dado con otro tipo de música. Es nuestra forma de festejar; el Rocío al final es una gran rave, una forma de celebrar la vida durante tres o cuatro días. Lo que en el documental dice Pedro G. Romero, que somos muy sofisticados con la fiesta, es verdad; nuestras fiestas duran tres o cuatro días y nadie está groggy como los ingleses, que te vas a Londres y a las diez de la noche están todos vomitando por la calle con la hora feliz. Nosotros no hacemos eso y es lo que permitió desarrollar ese tipo de cultura aquí. Se dan varios factores: los ritmos rotos, la forma de festejar que tenemos, la idiosincrasia; todo eso hace un caldo de cultivo para que se desarrolle el breakbeat aquí y ningún otro género haya tenido tanto calado.
-¿Cuándo, cómo, por qué terminó?
-Hay una historia de tres fiestas que marcaron el punto alto. Una fiesta que hizo Natural, llamada Break Nation, de ahí sale el nombre del documental, en la que metieron 12.000 personas, en noviembre del 2001; poco después hizo la siguiente Satisfaxion, que fue una fiesta retro, donde metieron 14.000; y la siguiente era el 5º aniversario de Mundo Evassion, con la inercia de las dos fiestas de antes y el apoyo de la radio, también en el palacio de deportes Martín Carpena, como la retro. Pero había un pecadillo ahí, que un locutor de radio ve el negocio de hacer fiestas y se mete a promotor. Y le vino grande. Tuvieron tanto poder de convocatoria que se les fue de las manos. De hecho, no se sabe cuánta gente metieron, pero fue demasiada, superaron a las otras dos fiestas, entraron menores, hubo descontrol a todos los niveles. Lo que tenía que haber sido un momento grande para Mundo Evassion, con cinco Djs locales pinchando para más de 20.000 personas, presentando temas nuevos, algo que nunca había pasado en otros sitios de España con música electrónica, se les fue de las manos por avaricia. Hubo avalanchas, dos jóvenes muertos, menores detenidos por posesión de drogas; en una época en la que se solía cortar el agua de los grifos para hacer más negocio, todo se mezcló. En esa época era muy popular el breakbeat, en cada ayuntamiento, en cada feria había una caseta de breakbeat, pero la gente no sabía cuál era la forma de divertirse de los jóvenes y ahí descubrió todo el mundo que eso de beber agua no es porque fuese muy sano, sino porque había drogas por medio. La gente estigmatizó el breakbeat, este tipo de música, esta forma de pasárselo bien, este tipo de fiesta; lo persiguieron porque era tan novedoso que la gente no sabía cómo se desarrollaba. En el documental he pasado por alto las partes rosas y amarillas, que no me interesaban nada, pero durante un año entero Nieves Herrero y los programas de Antena 3 y todas las emisoras debatieron todo esto.
-En el tramo final del documental aparece Benito Voluble diciendo que nunca dio nadie explicaciones sobre este final tan malo; nadie ha explicado nunca por qué se dejó morir así el breakbeat.
-Al final había tanto negocio con el breakbeat que la gente se dedicó a repetir la fórmula que triunfaba. La idea de la retro ya de por sí es demoledora: seguir reproduciendo momentos de gloria. Satisfaxion formó un colectivo con idea de salir fuera con lo que llamaban el breakbeat sureño y el locutor Daniel Moreno -que se suicidó en 2014- fue muy listo, se dijo que para qué iba a hacer cultura de breakbeat, para qué poner temas de Satisfaxion, Natural, de otros colectivos y DJs diferentes, incluso internacionales; lo que hacía en las siete horas de su programa era poner la música que le había dicho que produjese a sus DJs y así los royalties se los llevaba él. Eso por un lado le daba sitio a la gente de aquí, pero a la gente que él controlaba. Ese es el doble vértice que tenía Mundo Evassion; Daniel vio negocio en todo momento, ¿eran los suyos mejores productores que los ingleses y americanos?, no; ¿eran mejores que otra gente de aquí que ya llevaba produciendo algún tiempo, como Jordi Slate o Felipe Volumen?, no. Él no fue plural, monopolizó la capacidad que tenía la radio para elevar al artista o crear una cultura de breakbeat. Evidentemente, subieron como la espuma y la fiesta de Mundo Evassion en el Carpena, presentando temas nuevos, grabada con cabezas calientes para hacer un DVD, iba a servir para dar el salto a Madrid con el DJ Wally López. Pero todo murió allí. Satisfaxion, después de su fiesta retro, tenía firmado un contrato con Tele 5 para que el último capítulo de Al salir de clase, que en ese momento era una serie top, fuese una fiesta de las suyas y se fue al garete. La capacidad que tenía Andalucía de poder salir a Madrid, a Ibiza, se cortó de forma radical. Es verdad que no hubo una idea de hacer una cultura del breakbeat, sino una forma de hacer dinero y eso es a lo que creo que se refiere Benito ahí.
-Hablemos del presente y del futuro del breakbeat.
-Después de la pandemia ha vuelto con fuerza emergente, con jóvenes de 19 o 20 años que se están vistiendo con la ropa de las raves de los 90; hay muchos colectivos: Breaking Bass en Sevilla, Mareo en Granada; hay nuevos DJs que apuestan por el breakbeat; se está incorporando a otras músicas, como en el caso de Califato ¾. Y creo que el breakbeat es ya una seña de identidad. Si antes hacías un disco de pop y le querías dar un toque andaluz, le metías flamenco; ahora si le metes breakbeat suena andaluz; eso es un hallazgo y está sucediendo veintitantos años después. La promotora más potente que hay se llama Raveart y en su fiesta de Halloween metieron a 11.000 personas. Surgieron en el año 2000 y suya iba a ser la primera fiesta que había después de los hechos del Carpena, en la Industrial Copera, pero se presentó la policía en la puerta y no se pudo hacer; aquella fue la primera fiesta prohibida. Piense que en el 2000 Jordi Slate tenía un chófer, pinchaba en Huelva a las 11, a las 3 se iba a Cádiz, después hacía un after en Málaga, a lo mejor otro en Jaen; podía hacer tres o cuatro sesiones y cobrar hasta medio millón de pesetas en una noche, que para un chaval de 22 años que pinchaba breakbeat era una locura. Pasar de eso a cero es duro, incluso emocionalmente. Se cerraron tiendas, sellos, Natural se paró, Satisfaxion dejó de hacer conciertos hasta que volvió en 2005 con un festival en Tabernas. En Málaga no se ha vuelto a hacer ningún otro evento de breakbeat en un sitio público, está totalmente prohibido.
-¿Qué recorrido tendrá el documental?
-Lo hemos estrenado en los festivales In Edit y SEFF y ahora tenemos un contrato firmado con Movistar+ para pasarlo un año y medio o dos; luego pasará a Canal Sur, pero la idea es que se viralice, porque creo que hay mucha gente que no ha vivido la escena, no la conoce. Yo no he hecho la historia del breakbeat en Andalucía, que ha tenido otro tipo de colectivos y hay muchos artistas que no aparecen en el documental; me he centrado en una década que para mí marcaba un principio y un final y tenía un arco dramático muy importante. Pero lo que da valor al documental es que la gente sepa por qué ha triunfado aquí gente que no lo ha hecho en el resto del mundo; por qué un ritmo que ha sido underground en todas partes no ha triunfado en ningún sitio más que la comunidad autónoma andaluza. Es lo que llamo el efecto Rodriguez, que era un músico de Detroit que no conocía nadie y se va a Sudáfrica y de repente llena estadios. Sería bonito que la gente se lo fuese contando de unos a otros y dar a conocer esta escena, que aquí fue tan importante.
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