San Sebastián desaloja a Córdoba de su sueño azul
Capitalidad europea de la cultura 2016
La decisión del jurado, que deposita la Capitalidad Cultural de Europa de 2016 en manos de la formación radical Bildu, deja a la ciudad sin su gran proyecto de futuro y provoca indignación en sus representantes
Córdoba 2016 ya es historia. Una esperanza colectiva que ha durado una década y que ha conseguido renovar el paisaje cultural de la ciudad y conformar una enorme nube de ilusión ciudadana. El jurado de la Capitalidad Cultural falló ayer en beneficio de San Sebastián, una de las últimas ciudades en subirse al tren de 2016 y cuyas opciones parecían haber descendido tras el triunfo electoral en los pasados comicios municipales de la formación independentista radical Bildu, heredera de Batasuna y que desde primera hora mostró poco entusiasmo por un proyecto que supone representar al Estado español en el marco internacional. Es más, el gran objetivo de San Sebastián 2016 más allá de la cantinela sobre la pacificación es, según el alcalde de la ciudad, Juan Karlos Izagirre, fortalecer la cultura y la lengua vascas.
Los representantes de Córdoba recibieron la decisión como un latigazo. A la tristeza por la cancelación de un proyecto tan trabajado y estimulante se sumó una indignación que fue creciendo a lo largo de la tarde, basada en la evidencia de que en la elección del jurado han pesado aspectos que escapan a los factores técnicos sobre los que debe basarse la decisión. La política, cómo no. Lo manifestó sin rubor el presidente del comité, Manfred Gaulhofer, cuando en la exposición previa al anuncio de la ganadora destacó la apuesta de San Sebastián por "superar su historia de violencia" y afirmó que 2016 "podría contribuir al cese de las actividades violentas", haciendo suyo el discurso articulado por el exalcalde socialista Odón Elorza para impulsar la candidatura. Esta irracional vinculación entre el posible fin de las tropelías de un grupo de asesinos (al que Bildu no condena) y la manifestación de la Capitalidad Cultural de Europa le ha dado finalmente a San Sebastián los resultados que esperaba. La decisión se presta a algún tipo de impugnación y ya ayer Zaragoza anunció medidas en este sentido. En cualquier caso, resulta indignante para las ciudades perdedoras (todas ellas, de una intachable tradición pacífica en las últimas décadas) y pone el foco sobre los miembros de un jurado que tendrá que explicar más detenidamente los motivos de su decisión: ayer sólo los apuntó, y de forma insatisfactoria para las que se quedaron sin el regalo de 2016.
Córdoba, que ya intentó ser Capital Cultural de Europa en 1992 y perdió frente a Madrid, se queda sin su principal argumento de futuro y queda emplazada a una renovación de estrategias que deberá articularse a partir del aprovechamiento del trabajo realizado y con un grado de unidad institucional y ciudadana que no debería perderse. Pero eso llegará más adelante. Ayer fue un día de tristeza y decepción. Porque Córdoba se sentía legitimada para conseguir la Capitalidad Cultural. El presidente del jurado subrayó su apuesta por "la celebración de la diversidad" y su "tradición centenaria de coexistencia pacífica y diálogo". Pero nada de eso sirvió ante la "expectativa común" que ha creado en San Sebastián la desaparición de ETA y su misteriosa vinculación a la consecución de la Capitalidad Cultural de Europa. El alcalde donostiarra considera que esta ciudad presenta "un proyecto novedoso, arriesgado y fresco" que servirá para "impulsar nuestra lengua y nuestra cultura" y que contribuirá a "la normalización y la pacificación de una Donostia abierta al mundo". La proyección del euskera y de las tradiciones culturales vascas fue citada por Izagirre como objetivo central del proyecto, expuesto el pasado lunes con un montaje artístico-teatral que, al parecer, gustó mucho al jurado. La primera exposición, el pasado septiembre, también tuvo este componente colorista que otras ciudades, entre ellas Córdoba, prefirieron no contemplar en beneficio de la sobriedad de la exhibición.
Gaulhofer y la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, se ajustaron al previsible guión al asegurar que ninguna ciudad sale perdedora del proceso, que todas han recorrido un camino beneficioso y que esto refuerza sus opciones de desarrollo. Nunca se había vivido una competencia tan grande por la Capitalidad Cultural de Europa. Las derrotadas, según la ministra, han rediseñado sus paisajes culturales y están en disposición de "planificar su futuro en clave cultural". Cinco ciudades que "abanderan causas culturales" y muestran "que la cultura es rentable: es progreso y beneficio".
Pero a las 17:15 llegó el momento decisivo y Gaulhofer, tras el elogio a las seis candidatas, pronunció el nombre de Donostia-San Sebastián. Y ahí se acabó el sueño azul de Córdoba y el alcalde de Bildu subió a celebrar un proyecto que abre "un proceso activo y dinámico" en su ciudad y que ha conseguido "unir a personas de ideologías diferentes". San Sebastián lanzó su candidatura en marzo de 2008 (algunos años antes, el entonces alcalde Elorza había apoyado la de Córdoba) y en seguida la relacionó con el fin del terrorismo. El responsable técnico de su proyecto, Santiago Eraso, fue designado hace unos meses asesor del Ministerio de Cultura y destituido después de que El Día informara de esta irregular circunstancia.
Y la indignación. El alcalde, José Antonio Nieto, se declaró "sorprendido" por la elección. "Todas las ciudades teníamos un buen proyecto y el de San Sebastián giraba en torno a la idea de la paz y la ruptura con un pasado que no estaba en esa dirección, pero yo tengo dudas de que eso esté pensándose en este momento en el Ayuntamiento de San Sebastián", señaló, para añadir: "Espero que nadie se arrepienta de esta decisión y que al final San Sebastián consiga el objetivo que originariamente tenía el proyecto". "Había una decisión sensata y segura que era Córdoba y una más arriesgada que era San Sebastián, que espero que represente bien a la ciudad, a España y a Europa en 2016, porque eso es lo que está recogido en las bases y la idea en la que Córdoba ha estado diez años trabajando". Nieto tiene "la tranquilidad de que Córdoba ha hecho muy bien su trabajo" y la certeza de que "en una decisión objetiva era muy difícil batirla". Y es que "la política ha influido mucho en esta decisión, a pesar de que se trata de un proyecto cultural, y en este apartado Córdoba estaba muy por delante". "Aquí no estamos hablamos de ciudades de la paz sino de proyectos culturales que sean capaces de aglutinar los valores y objetivos mencionados en la convocatoria y, sinceramente, creo que la política ha influido más que los aspectos técnicos y el proceso de debate; desde luego, como cordobés y como alcalde me hubiera gustado una decisión más objetiva y más comprometida con la base y la raíz de esta convocatoria", apuntó.
El mensaje que Nieto lanzó a la ciudad a la salida del auditorio del Ministerio de Cultura es que "no somos peores que hace media hora por el hecho de que el jurado haya decidido otorgarle la Capitalidad a otra ciudad: Córdoba ha hecho un gran trabajo que es mérito de todos y cada uno de los cordobeses y eso no nos lo quita nadie, y menos en una decisión de este tipo, porque no se han medido todos los proyectos igual". El de Córdoba "era un proyecto integrador, abierto al mundo, con una orientación universal", mientras que el de San Sebastián "tiene una clave mucho más localista y política, y ha sido un error que la decisión se adopte en torno a esa clave y se premie un proyecto que no se ajusta al sentimiento último que inspira la Capitalidad Cultural".
El consejero de Cultura, Paulino Plata, "decepcionado y triste", afirmó que no comparte la decisión del jurado "porque solamente deberían haber pesado argumentos y razones culturales". Plata espera que el jurado fundamente en el informe que emitirá dentro de 20 días una elección que también causó sorpresa y malestar en el resto de candidatas derrotadas. Y lanzó un mensaje de apoyo a los ciudadanos "y a los voluntarios que se han movilizado de forma ejemplar: se ha dado un ejemplo de ciudadanía, de sentimiento común a la hora de trabajar por un futuro para Córdoba basado en el bienestar a través de la cultura; eso hay que continuarlo porque Córdoba es un referente cultural para Europa, tenga o no este título".
La gerente de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural, Carlota Álvarez Basso, consideró "arriesgada" la decisión del jurado, "pero ellos sabrán". "Estoy serena pero muy triste porque detrás de este proyecto ha habido mucho trabajo y mucha ilusión, pero cabía esta posibilidad y de todas formas Córdoba ya ha empezado una revolución que la ha llevado de ser una ciudad patrimonial a una ciudad del siglo XXI y tiene que seguir con la misma ilusión y la misma unión: los cordobeses deben seguir trabajando por la cultura, que es el futuro de la ciudad". Álvarez Basso considera que "el discurso" que San Sebastián "ha tenido sobre la paz y la convivencia habrá gustado más al jurado" que las propuestas del resto de ciudades.
El director de la oficina municipal Córdoba 2016, Manuel Pérez, reconoció su "decepción" porque "esperábamos otra cosa", pero felicitó a los ganadores: "Las cosas hay que tomarlas con deportividad". "El trabajo que hemos hecho durante tanto tiempo y con esa implicación ciudadana merecía un reconocimiento de otro tipo", señaló Pérez, "sobre todo por la gente: tanta energía volcada en el proyecto, las instituciones juntas, los voluntarios…". Pero "hay que seguir adelante, peleando por Córdoba: la cultura nos ha mostrado cuál es el camino del desarrollo de Córdoba. Esta vez no ha podido ser pero será en las siguientes metas que nos propongamos. Hay que seguir marcando metas y el camino debe continuar", porque "lo que no puede hacer el jurado es arrancarnos la ilusión: Córdoba ha hecho un trabajo impresionante y toda esa energía hay que saber aprovecharla para transformar la ciudad a través de la cultura y para que Córdoba se reencuentre a sí misma y se replantee sus objetivos: lo pasado, pasado está".
El exalcalde Andrés Ocaña manifestó que "la política se ha cruzado en la decisión". "Ha sido una sorpresa porque todos coincidíamos en que San Sebastián, que había hecho un buen trabajo y proyectado muy bien su candidatura, había perdido enteros tras las elecciones municipales por la victoria de Bildu, un partido independentista que afirmó que no era de su gusto ni tenía interés en representar al jurado español en un proyecto como este. Pensamos que había quedado fuera de las quinielas", señaló Ocaña que lamentó "las pocas razones que el jurado ha dado para explicar su inclinación hacia San Sebastián". A su juicio "se ha tomado la decisión más extraña que se podía tomar". "Que digan que el proyecto va a contribuir a la pacificación es una manera muy sui géneris de concluir el análisis sobre las candidatas: siempre pensamos que eso no era más que una ingenua declaración de principios políticos que no entraba en el esquema de trabajo que todos entendíamos que tenía que manejar el jurado para elegir". Y es que "es incomprensible que se elija a una ciudad que en estos momentos está gobernada por un partido que no quiere representar al Estado del que forma parte, que es lo que tiene que hacer una Capital Cultural de Europa". También resulta "sorprendente" para el exalcalde que el jurado "le haya dado tanta importancia a la puesta en escena de las presentaciones de las candidaturas". Para finalizar, una felicitación a los ciudadanos, "que han demostrado saber estar: Córdoba se debe sentir orgullosa del trabajo que ha hecho".
También estuvo presente en el Ministerio de Cultura la presidenta de la Diputación, María Luisa Ceballos, que definió lo ocurrido como "una gran decepción: no se puede decir otra cosa". A Ceballos le sorprendió "muchísimo" que "las exposiciones no fuesen públicas, ya que eso le habría dado más seguridad al proceso". A partir de ahora "hay que trabajar en positivo" porque "un segundo fracaso sería meter el proyecto en el cajón".
El concejal de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, daba "por hecho" el triunfo de Córdoba "porque era el mejor proyecto", por lo que se mostró "sorprendido". "Me cuesta trabajo interpretar la decisión si no se tiene en cuenta la política", añadió.
También con gesto de contrariedad, el presidente de la Confederación de Empresarios de Córdoba, Luis Carreto, calificó el veredicto como "absolutamente sorprendente; que ganara cualquier otra ciudad no nos habría sorprendido tanto como que lo haya hecho San Sebastián, sobre todo tras oír el discurso del presidente del jurado, que ha sido catastrófico: se ha confundido, esto es un proyecto cultural, no político, pero desgraciadamente han primado otras cuestiones frente a las culturales". La indignación que mostraban los representantes de Córdoba estaba, en opinión de Carreto, "perfectamente justificada, porque no es de recibo que el presidente de un proyecto cultural de este tipo" maneje como argumentos "el proceso de paz y los derechos humanos: no es el tema que nos ocupaba y ha sido una decisión injusta y desproporcionada". La pérdida de la Capitalidad es un duro golpe para los empresarios cordobeses, "pero estamos acostumbrados a recibir muchos palos en nuestras vidas y a recuperarnos al día siguiente: las quejas de hoy no deben ser también quejas mañana". Carreto cree que el gran objetivo ahora es "articular otro proyecto que ilusione a la ciudadanía cordobesa, apoyado por políticos, empresarios, ciudadanos y toda la clase social". "Vamos a ver si somos capaces de crear un proyecto ilusionante en torno a la empresa con mayúsculas, porque la empresa genera riqueza, puestos de trabajo y bienestar social".
El filósofo Ramin Jahanbegloo, que también asistió al acto, constató que "ésta no ha sido la primera decepción que Córdoba se lleva a lo largo de su historia, pero su paradigma está vigente desde hace muchos siglos a partir de él debe seguir trabajando". Y es que el potencial de la ciudad "va más allá de lo que diga el jurado".
La salida del Ministerio de Cultura (allí lloraba la escritora Elena Medel, "por la decepción de toda la gente que se había ilusionado con el proyecto"), el traslado a la estación de Atocha y la espera del AVE constituyeron una etapa de digestión de la noticia y articulación de las diversas modalidades verbales y gestuales de indignación y lamento que ayer acuñaron los miembros de la delegación cordobesa. Ya en Atocha, el presidente de la Fundación Cajasur, Carlos Pla, destacó el "gran esfuerzo realizado por Córdoba, un trabajo de unidad institucional y participación ciudadana" que "debe seguir en el futuro". A la inevitable pregunta sobre el factor político, la respuesta fue: "Sin comentarios". A su lado, el abogado Javier Martín, que formó parte del grupo que expuso el proyecto el pasado lunes en el Museo del Traje, dijo sin rodeos que "esto al final ha sido una decisión política". Pero "este proyecto ha ilusionado a Córdoba y a lo mejor hay en 2016 una Capitalidad paralela: es el mensaje que hay que trasladar a la ciudadanía cordobesa, que se ha volcado como nunca".
De camino al tren, el rector de la Universidad, José Manuel Roldán Nogueras, recordó el escaso aprecio que mostró por el proyecto de la Capitalidad el nuevo alcalde de San Sebastián al poco de ser elegido. "Me parece sorprendente que el presidente del jurado haya hecho valoraciones políticas, cuando de lo que estamos hablando es de cultura, y por otra parte la paz la tenemos en Andalucía desde hace muchos siglos", indicó Roldán, que pidió "altura de miras a los políticos y las instituciones" para volver a ilusionar a la ciudad.
Y la espiral de incomprensión y pesar continuó en el AVE, combinada con hipótesis y especulaciones sobre la falta de limpieza que se adivina en el tramo final de un proceso de designación en el que la limpieza y el rigor parecían garantías indudables.
Córdoba quedó ayer desalojada de su sueño europeo, de su cielo azul, de su gran proyecto de desarrollo a través de la cultura. Y no hay posibilidad de repetir el intento a corto o medio plazo. Se acabó. Para Córdoba, Burgos, Las Palmas de Gran Canaria, Segovia y Zaragoza. El jurado deposita la gestión de la Capitalidad Cultural de Europa de 2016, en representación de España, en manos de una formación independentista radical. Se le permitió participar en el último proceso electoral y ahora se lleva un premio que no se sabe cuándo volverá a tener destino español.
Se nos va la Capitalidad, que deja en la ciudad una herencia dulce de proyectos y actividades, iniciativas, ilusiones y posibilidades. Y un legado de autoestima que no debería evaporarse. Adiós, Córdoba 2016. Fue hermoso, y qué raro hablar de esto en pasado, mientras duró.
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