'La infamia': realismo complejo
Salir al cine
Llega a Filmin la premiada mini-serie británica de la BBC que reconstruye minuciosamente un caso de abusos sexuales a menores en 2008. En HBO, John Lurie reparte sabiduría, humor y clases de pintura en 'Painting with John'. En Cicus, 'Las altas presiones', de Ángel Santos.
La infamia (Three girls en el original) pareciera ser un título más en la vieja tradición del realismo británico de kitchen sink basado en hechos reales y ambiente de barrio obrero y deprimido de la era post-Thatcher. Sin embargo, la mini-serie de la BBC que dirige Philippa Lowthorpe sobre un guion de Nicole Taylor, ganadora del Bafta en 2017 y en efecto basada en los casos de abusos infantiles descubiertos en Rochdale, en el Norte de Inglaterra, en 2008, va un poco más allá de la superficie inflamable y dramática de sus materiales para escarbar a fondo y por los lados en el sustrato social, de clase y racial que define la multiculturalidad de la sociedad británica, también en la verdadera complejidad que define a sus protagonistas, tres adolescentes que, como otras de su misma edad y extracción social, se vieron envueltas en una trama organizada de prostitución liderada por miembros de la comunidad paquistaní de sus respectivas localidades.
La infamia pone así encima de la mesa y despliega un caso real atenta a la fidelidad a los detalles (lo que se escucha en el juicio es una transcripción literal de sus actas) y siempre resistente a lo maniqueo y lo conclusivo, a saber, optando no tanto por la simplificación o el tono didáctico, tampoco por los atajos dramáticos, para exponer en toda su crudeza, aunque también con un elegante sentido de la elipsis que evita toda sordidez, las distintas etapas de un caso que reveló el fracaso de las instituciones policiales y sociales a la hora de amparar y proteger a los más vulnerables de la sociedad.
La serie no elude por tanto el dibujo complejo de sus protagonistas, el angst juvenil, el conflicto familiar y ese coqueteo con lo prohibido que no es nunca tratado desde el juicio moral sino desde el retrato del entorno veraz, de la misma forma que expone sin ambages ni coartadas políticamente correctas cómo en este caso concreto fueron miembros adultos de la comunidad asiática los que indujeron y cometieron los deleznables actos delictivos como consecuencia de sus propias dinámicas culturales.
Pero tampoco es La infamia una de esas series diseñadas para tiempos del #metoo o el #hermanayositecreo. Bien al contrario, el tono de denuncia y el feminismo político de la serie no se despliegan tanto desde arriba o desde fuera del relato como desde la observación respetuosa y minuciosa del caso y el comportamiento y las contradicciones de sus personajes, desde las tres chicas más directamente implicadas, extraordinarias Molly Winters, Ria Zmitrowicz y Liv Hill, a la trabajadora social que las ayuda desde el primer momento, desde unos padres impotentes a una policía que, como hemos visto en otras ocasiones, no disponía de las herramientas y las estrategias adecuadas para tratar casos como estos.
Curso de pintura y filosofía con John Lurie
Héroe indie de nuestra adolescencia, protagonista de aquellas fundacionales Extraños en el paraíso y Bajo el peso de la ley de Jim Jarmusch que marcaron nuestros primeros destellos cinéfilos, músico y compositor heterodoxo entre la vanguardia jazz neoyorquina y los ecos africanos, John Lurie regresa a la televisión de plataforma en un formato a su medida que prolonga el tono y los hallazgos de aquella Fishing with John (1991) en la que salió a pescar y divagar con sus amigos Jarmusch, Waits, Hopper, Dafoe y Dillon.
Painting with John (HBO) nos trae a un Lurie más sabio si cabe, instalado desde hace años lejos del mundanal ruido, en el Caribe, enfermo crónico (de Lyme), recuperado de un cáncer y dedicado a la pintura como principal actividad terapéutica y creativa.
Lurie pinta ante la cámara sus acuarelas de aire naïf y generoso colorido, hace volar torpemente su drone para los títulos créditos, pero son sus relatos nocturnos en primera persona, sus historias, consejos y anécdotas narradas a fuego lento con su voz grave y su fina ironía, lo esencial en un formato único que nos reconcilia con la palabra, la inteligencia, la observación del mundo y el arte desde un rincón paradisiaco del planeta que es también el refugio de lucidez de un hombre que parece venir de vuelta para iluminarnos el camino.
Diez años de Márgenes: 'Las altas presiones'
Ganadora del Premio Jurado Campus ‘Las Nuevas Olas’ en el SEFF 2014, Las altas presiones confirmaba a Ángel Santos como uno de los valores más sólidos del novo cinema galego, un filme de regreso, errancia y tono estacional que sigue los pasos de Miguel (Andrés Gertrúdix) en su vuelta a su ciudad natal con el objeto de grabar localizaciones para una película ajena.
El reencuentro con viejos amigos, las derivas del encargo original hacia una introspección personal o la posibilidad de un amor se suceden en un marco de crisis colectiva cuya huella se percibe en el paisaje. En palabras del crítico Jordi Costa, estamos ante “una película mayúscula, hablada en voz baja, completamente libre de todo exhibicionismo y capaz de transmitir lo complejo sin afectación ni narcisismo”. Las altas presiones se proyecta en Cicus el próximo lunes 15 a las 16 h. lunes 1516 h.dentro del ciclo dedicado a los 10 años del Festival Márgenes.
El (re)estreno de la semana: 'El chico'
Supongo que a estas alturas de la semana ya sabrán que El chico (1921), de Charles Chaplin, ha vuelto a los cines en una versión restaurada para celebrar su centenario. Al menos un cine de la ciudad (Cinezona) la proyecta los fines de semana, así que no tienen excusa. Una película que nos devuelve la inocencia del cine, el idealismo chapliniano, el valor preciso del gesto y la puesta en escena, el esplendor de un lenguaje perdido que aún hoy nos limpia la mirada.
También te puede interesar
Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS)
Teatro Lope de Vega de Sevilla: objetivo abrir en 2025
Lo último
Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)