Ana Merino: "El genio no se hace solo, sino con la efervescencia de otras personas maravillosas que están en un segundo plano"

Feria del Libro de Córdoba

La escritora homenajea a la figura de Joaquín Amigo descubriendo el archivo de uno de los intelectuales de la generación del 27

La escritora Ana Merino en Córdoba. / Juan Ayala

La realidad supera a la ficción en la experiencia que Ana Merino (Madrid, 1971) ha tenido durante el proceso de escritura de Amigo (Destino), su última novela en la que, principalmente, descubre ante los lectores la figura de Joaquín Amigo como uno de los últimos intelectuales de la Edad de Plata de la literatura española, esa generación del 27.

Con todo el tiempo del mundo, la escritora madrileña recibe a el Día en su hotel antes de presentar en la Feria del Libro. Su habilidad no se reduce a saber escribir en todos los géneros (novela, poesía y teatro), sino que también es capaz de improvisar un dibujo en su cuaderno lleno de garabatos que simule la portada de su nueva novela. Lo mismo hará con todos los que acudan luego por la tarde a la firma, asegura, porque "también hay que dedicarle tiempo al lector". A la primera pregunta, la autora resuelve toda la promoción del libro.

Todo lo sucedido hasta la publicación del libro, el pasado 15 de febrero, se podría resumir como "una peripecia novelesca". En marzo de 2020, y con una excedencia de trabajo en la Universidad de Iowa (EEUU) para promocionar El mapa de los afectos (Premio Nadal de novela 2020), Merino optó por quedarse en España pasando el confinamiento. En su mente ya estaba Inés Sánchez Cruz, una mexicana que sería protagonista para su próxima "novela de campus", algo así como un género "habitual en América", en la que regresaría a Madrid 20 años después de hacer una tesis en la Residencia de Estudiantes sobre la generación del 27.

"El 2 de mayo de ese mismo año" -subraya en el calendario la fecha exacta-, María Bastos Amigo, nieta de Joaquín Amigo y compañera de clases de yoga telemáticas durante el encierro, ofreció a Ana Merino la oportunidad de investigar sobre los documentos de archivo "aún por descubrir", de su abuelo.

Esta revelación de la que Ana Merino toma parte, como historiadora e investigadora, encaja perfectamente en el "puzzle" de la novela que estaba configurando y, tras la aceptación de María Bastos Amigo para poder reproducir parte del archivo en el libro, la introduce en la trama como excusa que obliga a Inés Sánchez Cruz volver a Madrid. Aunque el guión de la historia está basado en hechos reales, vividos en primera persona por Ana Merino, la autora afirma que hay elementos de ficción y que Inés, la protagonista, "tiene su propia personalidad".

Canalizar "esa emoción" de participar en el descubrimiento del archivo, "no es fácil" a la hora de adaptarlo a la novela, destaca la autora. Sin embargo, "los libros de investigación llegan al publico ya masticados, y no tienen esa pulsión emotiva de la novela", defiende Merino; "aquí son de pulsión efervescente, de cómo vivir la situación, es como si entras y descubres con Inés lo que es un archivo". En conclusión, "yo creo que es muy bonito y es original porque da otra perspectiva de cómo acercarse al 27".

"Es una novela dentro de otra novela, lo que se llamarían las cajas chinas", aclara. Por un lado, "la novela campus"; y por el otro, el homenaje a la obra de Joaquín Amigo y su amistad con Federico García Lorca, asesinados con nueve días de diferencia y por distinto bando.

También es un homenaje a Madrid, "a la Residencia de Estudiantes, a la Cuesta de Moyano..., el lector la va recorriendo y descubriendo", afirma, señalando todas las microhistorias que contiene. "Me interesa también la historia familiar de cómo esas mujeres se quedaron solas, salen adelante y lo que transmiten a sus hijos".

Ana Merino posa con un dibujo realizado por ella misma. / Juan Ayala

El archivo de Joaquín Amigo y la Edad de Plata

Después de recoger el premio Nadal en 2020, "sin presión por mantener el listón", llegó Amigo como como una especie de suerte para "que el lector descubra la figura de Joaquín Amigo". Ese es su objetivo.

"La razón por la que el archivo no se abrió hasta hace poquito, se cuenta en la novela", asegura Merino, quien reconoce que "da mucho juego literario" para el desarrollo de la historia. "En los años 40 alguien le pidió prestada a la viuda unos papeles de Joaquín y no se los devolvió, eso genera que ella cerrara la caja y que no dejase que nadie más accediera a la caja, hasta el punto de que en los 80 van a verla Félix Grande Ian Gibson y ella no abre la caja", explica.

"Dicen que es de los últimos", responde Merino ante la posibilidad de que existan más casos de otros "intelectuales" sin legado, como el de Joaquín Amigo. "Su nombre aparecía en muchas fichas, pero había muy poquito, faltaba su parte". Entre esos "trocitos del puzzle que han aparecido", se encuentran cartas con Francisco Ayala, una de Gerardo Diego y hasta tres con Federico García Lorca.

"Joaquín Amigo es de los primeros amigos que tiene Lorca y es muy importante a lo largo de su época y de su vida", asegura Merino compartiendo que la "genialidad" de Lorca es fruto de "la sinergia del amor de los que te rodean; el genio no se hace solo, sino se hace con la efervescencia de otras personas maravillosas que están a la sombra, en segundo plano, pero que le aportan vitalidad, seguridad, respeto, inspiración...".

La autora se detiene con detalle en la ambientación de "la España de ese momento, que se está fraguando en la mente de unos jóvenes que todavía no saben lo importantes que son". Leyendo esas cartas y confidencias "tan íntimas" entre ellos, Merino reconoce que "a veces, se te saltan las lágrimas porque ellos están hablando todo el rato del futuro. Tenían una vida por delante y los matan con treinta y tantos, en plena vida, con ese talento..., destruyen una inmensidad, y eso te emociona y te duele".

La conversación se extiende sobre otros temas. Merino aconseja "leer para enriquecer la escritura"; No sabe qué son las Cruces de mayo y se plantea ir antes de que acabe el día, porque esto no existe en EEUU. Pero todo acaba donde empezó: "Ellos (la generación del 27) no están en clave de discusión política, para nada, están en clave creativa humanista, filosófica. No se convierten en fuerzas de aniquilamiento, son intelectuales, y los matan".

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