Bob Dylan vuelve a Andalucía
Para celebrar la visita de esta figura fundamental de la música del siglo XX a Granada (hoy) y Córdoba (mañana), recordamos el impacto que supuso en su día su álbum 'Highway 61 Revisited'
Bob Dylan regresa a Andalucía, y lo hace actuando de nuevo en Granada, ciudad a la que vuelve más de tres lustros después, tras la actuación que ofreció en el Palacio de Deportes de la ciudad en abril de 1999, y Córdoba, donde estuvo en 2004 (El Fontanar). Desde mediados de los años 80, cuando supuestamente ya había superado sus años más creativos e intensos, el huidizo e incansable músico se condenó a sí mismo a permanecer en una gira interminable hasta el final de sus días, lo que se dio en llamar su Never Ending Tour, en el que sigue inmerso. En las dos capitales andaluzas se presenta con un nuevo disco recién publicado, Shadows in the Night, en el que sorprendentemente el genial cantautor se atreve a reinterpretar canciones popularizadas en su día por Frank Sinatra, y por el que ha recibido excelentes críticas.
Más allá de esta última entrega discográfica, la vigencia de Bob Dylan es de hoja perenne, pues al contrario de lo que suele ocurrir con la mayor parte de sus contemporáneos, el judío errante no se permite a sí mismo ningún vano ejercicio de nostalgia y a sus 74 años permanece y ha permanecido exigiéndose tanto en el plano creativo -entrega regularmente material nuevo y acomete permanentemente nuevos proyectos- como sobre los escenarios. Es ya legendaria su costumbre de variar en cada actuación de repertorio, sin repetir apenas canciones de un día para otro. Según cuentan algunos de los músicos que han tenido el privilegio de acompañarlo, puede suceder que antes de salir de gira se ensayen 150 temas, y que en el primer concierto de la gira en cuestión el hermético cantante decida, sin previo aviso, empezar con alguno de los otros cientos que no se ensayaron.
Se da la circunstancia, además, de que estos días de julio se cumplen 50 años de la publicación, accidentada y sobrevenida, como veremos a continuación, de la canción Like a Rolling Stone, que aunque en su día no logró llegar al número uno de las listas ni en Estados Unidos (donde alcanzó el segundo puesto) ni en el Reino Unido (donde quedó en el cuarto) se alzó al primer puesto de la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos que elaboró la revista Rolling Stone muchos años después. El tema abriría uno de sus mejores discos, Highway 61 Revisited, considerado también uno de los grandes álbumes de todos los tiempos, y titulado de esa forma por Dylan, en contra de la opinión de los directivos de Columbia, como homenaje al blues, pues la autopista 61 atravesaba el país de sur a norte y era la ruta habitual utilizada por los bluesmen que emigraban desde el Delta del Misisipi, cuna del género, y los estados del sur hacia el norte más próspero, partiendo de Nueva Orleans y llegando hasta Duluth en Minnesota, lugar donde nació él.
Aquel disco de 1965 supuso una ruptura definitiva del que hasta entonces había sido el principal valor de la revitalización del folk y la canción protesta, considerado por la vieja guardia como la voz de la nueva generación; la ruptura con la ortodoxia de esa tradición para entregarse sin remordimientos al rock ácido, poético y estridente con el que revolucionaría además el concepto de las letras en el género. El joven Dylan, con apenas 24 años, escenificaría esa ruptura a finales de aquel mes de julio presentándose en el Festival de Newport de aquel verano con una banda de acompañamiento electrificada, lo que fue vivido como todo un desprecio por los tradicionalistas en el que era considerado el templo del folk.
La actuación tuvo dos partes. En la primera Dylan, con una Fender Stratocaster colgada al cuello, interpretó Maggie's Farm, Like a Rolling Stone y una versión primitiva de It Takes a Lot To Laugh en un tono particularmente desmelenado, agresivo, chirriante, mientras que los abucheos y los aplausos trataban de superponerse al atronador ruido de los amplificadores. "Ha electrificado a la mitad de su público, y ha electrocutado a la otra mitad", dirían las crónicas. Retirada la banda, Dylan volvería para interpretar otros dos temas, ya con la guitarra acústica. Sería la última vez que claudicara en esa guerra.
Highway 61 Revisited fue grabado en seis sesiones en el Estudio A de Columbia en Nueva York entre el 15 de junio y el 4 de agosto de 1965. Las dos primeras de esas sesiones tuvieron lugar el 15 y el 16 de junio; el resto entre el 29 de julio y el 4 de agosto. Fue durante esas dos primeras fechas cuando se grabó Like a Rolling Stone al mando en la producción de Tom Wilson, que sería reemplazado por Bob Johnston para las siguientes debido a los desencuentros que tuvo con Dylan a propósito de la inclusión de un arreglo de órgano, prominente en la mezcla final de la canción. Curiosamente, el riff de órgano que hoy es distintivo del sonido del disco, fue una de las más felices casualidades de la historia de la música popular. Y el accidente por el que un tal Al Kooper se coló en esa historia. El primer día se grabó una primera versión en compás de tres por cuatro con Dylan al piano, entre otros temas. El segundo, el día 16, Al Kooper, que era un músico de sesión que asistía como invitado de Wilson pero que no estaba previsto que participara, se sentó frente al órgano y comenzó a tocar el riff que acabaría por ser definitivo. En el resto del material del álbum, grabado mes y medio más tarde, Kooper sería pieza fundamental... al órgano.
Lo cierto es que el tema no convencía al departamento de ventas de la discográfica, que consideraba que ni su sonido estridente ni su duración de más de seis minutos (algo inusual para la época) hacían viable su comercialización como single. A pesar de ello un empleado de Columbia decidió llevar una maqueta con una de las tomas descartadas a una discoteca frecuentada por celebridades y gente del mundillo musical. Allí fue tan bien recibida que, finalmente, el 20 de julio el sello se decidía a publicar el sencillo con Like a Rolling Stone en su cara A y Gates of Eden en la B. A partir de ahí la historia amarga de resentimiento y venganza sobre una chica bien caída en desgracia que cuenta la canción se convertiría en un éxito internacional y en la piedra fundacional del rock moderno.
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