Brouwer asegura que no le interesa haber ganado un Grammy Latino

El compositor cubano arremete contra EEUU y asevera que le parece "muy raro" que su música haya ganado este premio "porque yo no le soy un negocio a los yanquis"

Leo Brouwer recibirá mañana en Madrid el Premio Tomás Luis de Victoria.
Concha Barrigós (Efe) / Madrid

24 de noviembre 2010 - 05:00

El músico cubano Leo Brouwer tiene 71 años y ni un solo pelo en la lengua, por eso no se inmuta al decir que la zarzuela se canta en el mundo, incluida España, "gritando"; que sus compañeros músicos están empeñados en "ser Beethoven" o que el problema de Cuba son los yanquis, ojo, no los norteamericanos.

"Walt Whitman y William Faulkner son norteamericanos, Bush es un hijo de puta. Perdón, me equivoqué: que me excusen los hijos de puta", dice el compositor, guitarrista y director cubano, que mañana recogerá en Madrid el premio SGAE de la Música Iberoamericana Tomás Luis de Victoria, dotado con 60.000 euros. "Las dificultades de Cuba, que existen, podrían comenzar a liquidarse si el Gobierno norteamericano fuera decente, y decente he sido yo al decirle norteamericano y no yanqui", insiste el músico, con una carrera de más de 50 años y reciente ganador de un premio Grammy Latino que ha recibido con frialdad.

Brouwer insiste en que el galardón no le quita el sueño: "Todos sabemos que el Grammy es un negocio. No significa nada", asegura. "El Grammy no me interesa, y lo digo con respeto al jurado, que es altamente profesional. Me parece muy raro que mi música haya ganado un Grammy porque yo no le soy un negocio a los yanquis. Pero está muy bien, me alegro, así se mueve mi nombre", destaca el compositor.

Con el que está "muy honrado" es con el premio de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) porque, dice, el jurado es "muy profesional y conoce mucho". "Por algo me cambié a la SGAE hace años, porque yo estaba antes en la sociedad de autores francesa, y ha sido siempre una defensora del autor no sólo español sino del iberoamericano. Ni recuerdo cuántos años llevo en ella pero lo que no se me olvida es que aquel día coincidí con Miguel Ríos y conversamos como locos", rememora.

No obstante, matiza, "quizá" la SGAE, en su propósito de defensa y recaudación de los derechos, se haya "equivocado", "exagerado algo en alguno de sus renglones, y digo quizá porque no estoy ni tratando de dorarle la píldora ni de justificarlo".

Brouwer estuvo diez años dirigiendo a la Orquesta de Córdoba - "me vine para dar distancia a una cuestión personal, un divorcio"- y guarda un recuerdo excelente de su paso por ella, aunque ahora está "emocionado" con los festivales que organiza con una orquesta de cámara en La Habana con obras casi inéditas de los siglos XX y XXI.

"La música contemporánea se obvia de forma alarmante y todos se concentran en los grandes clásicos. El sueño de los propios intérpretes es ser un gran clásico, Beethoven o Tchaikovsky, y verse en La Fenice, en el Metropolitan...".

A las composiciones del XX y el XXI les pasa, compara, lo que a la zarzuela, que "se mecaniza, se grita, se malinterpreta en un gran por ciento". "Señores, les digo cuando dirijo zarzuela, háganse a la idea de que esto no es Vives o Bretón, sino Mozart o Monteverdi. Se quedan entre ofendidos y sorprendidos pero es entonces cuando comienzan a interpretar: en vez de gritar cantan suave y crece la frase. Eso mismo sucede con la contemporánea, que sólo se solfea", expone el músico cubano.

Leo Brouwer se levanta cada día a las cinco de la mañana, hace gimnasia, camina, desayuna y se pone a componer -tiene obras encargadas hasta 2013-, la actividad que más le gusta y le mantiene vivo.

En su viaje a España, donde estará hasta mediados de diciembre, tiene previsto dar clases en el País Vasco y luego pasar, aunque de "clandestino", por Córdoba, donde vuelve cada año para hacer "cosas" junto a la Orquesta y, cuando coincide, darse lujos como escuchar a Paco de Lucía.

"El que no admire a Paco es porque es un antimúsico. Es un genio y sin él el camino del flamenco tendría otro significado. Es un innovador y, al mismo tiempo, un guardián de las esencias, como Manolo Sanlúcar", piropea.

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