Caballero Bonald afirma que la obra del poeta es un "ceremonial exquisito"
El jerezano clausura el congreso con un análisis de los rasgos estilísticos del cordobés, de quien destaca su "maestría expresiva"
José Manuel Caballero Bonald fue el encargado de cerrar las jornadas con una conferencia en la que mezcló recuerdos personales con valoraciones literarias para trazar un perfil preciso de Pablo García Baena, de quien destacó la "coherencia" de su poesía, "que depende invariablemente de su declaración de principios estéticos". Una obra que "tiene algo de ceremonial exquisito" en el que "la naturaleza se convierte en norma de conducta poética" y que bebe de fuentes latinas y barrocas que quedan matizadas por "una nueva elegancia modernista de la dicción".
Caballero Bonald conoció al autor de Rumor oculto, "que forma ya parte de la estirpe de los grandes poetas andaluces clásicos", a finales de los años 40, con motivo de la visita que un grupo de poetas gaditanos (estaban también Pilar Paz Pasamar y Fernando Quiñones) hizo a los integrantes de Cántico, "que era uno de los núcleos creadores más significativos en el agrisado mapa literario de la España de los años 40". El primer libro que leyó del cordobés fue Mientras cantan los pájaros, que le sorprendió por su "intensidad comunicativa", sus "trasplantes" lingüísticos y una exuberancia estética que le llevó a revisar sus propios planteamientos poéticos.
García Baena es, según el autor de Las adivinaciones, "un poeta de extrema coherencia: cada libro es corolario del anterior y un aviso del que vendrá". Su poesía es "un canto celebratorio de la vida y la belleza" de indudable filiación clásica. Las voces de Garcilaso y Góngora, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, Cernuda y Aleixandre encuentran resonancia en las "fronteras retóricas" de un poeta que aporta al conjunto "normas expresivas personales". García Baena opta por un "deliberado esteticismo" que roza las esferas del "manierismo", pero su poesía queda "estabilizada" por una palabra "singularmente comunicativa".
Cántico, añadió el veterano escritor, convirtió a Córdoba en una "isla" en el desolado panorama cultural español de los años 40 y 50. El número que la revista dedicó a Cernuda en 1955 fue una "proclama de independencia", el más claro ejemplo de que Cántico se proclamaba "bastión de una poética que navegaba a contracorriente". El grupo cordobés representaba "la poesía incontaminada" y "un nuevo culturalismo estético".
Desde que en 1976 Guillermo Carnero "abrió el camino de la normalización crítica de Cántico", el grupo "ha sido suficientemente estudiado y rehabilitado". Pero durante 20 años permaneció en el "ostracismo" y algunos de sus miembros cayeron en el silencio creativo: "Quizá una suma de crisis personales motivó la crisis colectiva". En cualquier caso, "ese aislamiento temporal voluntario otorga a estos poetas un honorable sentido de la integridad".
El jerezano dedicó unos minutos al poema Córdoba, en su opinión "uno de los más bellos y emocionantes" del poeta, que asume el papel de "contemplador e intérprete de su propia vida".
Las "equivalencias entre la experiencia vivida y la experiencia del lenguaje" modelan el perfil poético de García Baena, en quien también cabe destacar "la sensualidad del fraseo", la "maestría expresiva" y el uso de "recursos sintácticos seductores".
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