Caja de música
La sesión consistió en una breve charla sobre los dos ballets programados (Romeo y Julieta de Prokofiev y Petrushka de Stravinsky), en la proyección de material audiovisual sobre los mismos (fragmentos de la versiones de Fontaine y Nureyev para el primero y de Fedotov para el segundo) y, sobre todo, en la interpretación de las reducciones para piano que realizaron de ambas obras maestras del pasado siglo sus respectivos autores.
Lo de reducciones es un decir, porque la pianista madrileña las mostró con tal intensidad dinámica, con tanta fuerza expresiva que, incluso sonando tras las versiones orquestales de las proyecciones, parecieron más bien ampliaciones. El piano de Torres-Pardo no era una decimonónica cajita de música con bailarina, sino una caja de truenos del siglo XX donde parecían caber los Ballets Russes de Diágilev al completo. Maravillosa interpretación en todos los sentidos.
La séptima edición del Festival de piano Rafael Orozco concluyó así con uno de los mejores de los 11 conciertos programados, lo que, dada la calidad de este año, es decir mucho.
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