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Cuerpo por el que fluye el sueño

Georg Mark, durante el concierto de inauguración de la temporada de la Orquesta.
Antonio Torralba

11 de octubre 2008 - 05:00

Body through which the dream flows. El verso del Pulitzer 2008 Robert Hass nos da una imagen hermosa, no sólo del concierto de John Adams (1947), cuyo segundo movimiento titula, sino de la experiencia musical misma. Y, claro, fue también emblema de la totalidad de la velada que pudimos disfrutar el jueves en la inauguración de la temporada de abono de la Orquesta de Córdoba.

En ella, la experimentada batuta de Georg Mark hizo fluir a través del cuerpo adolescente de nuestra orquesta, dos sueños llenos de belleza: además de la obra del minimalista americano, una pieza de repertorio: la delicada Pastoral de Beethoven.

Por su novedad y por la calidad de la interpretación (brillante y seguro hasta el extremo Sergey Teslya), la protagonista de la noche fue sin duda la obra de Adams, celebrada por el prestigioso editor y crítico musical Christopher Latham como "la más original aproximación a la forma desde el concierto de Alban Berg".

Cada uno de los tres movimientos que componen esta obra admirable presenta una forma distinta de entender el minimalismo, esa tendencia musical que, en manos menos inspiradas, produce obras que comienzan mal y acaban lo mismo.

El primer tiempo, presentado unas veces (fue el caso) sin nombre y otras con el muy minimalista de Negra=78 (la indicación de su velocidad), es el más duro y cerebral. El referente de esas olas montañosas de triadas que avanzan como un batallón, y de entre las que el solista escapa a ratos como explorando el territorio, es decididamente culto. Podría estar en la precitada obra de Alban Berg, cuyo Andante, aunque de muy distinto carácter, también comienza con arpegios.

El segundo movimiento, el del título que encabeza esta crítica, se modela de manera más tradicional sobre un solemne ostinato, esto es, sobre un breve esquema armónico que se repite. Se trata de una chacona (danza y tema para variar de origen barroco) con la que el autor de Nixon en China alivia la tensión anterior creando una atmósfera de calma fúnebre.

Con el desparpajo que caracteriza la posmodernidad, el autor declaró que eligió el bajo del ostinato, un poco al azar, de entre los ejemplos que vienen en el New Grove Dictionary of Music and Musicians.

El Toccare final, aun aludiendo de nuevo a la tradición culta (el título es el verbo del que procede el nombre de una forma musical prestigiosa: la toccata), da sin embargo un paso más en el intento de conectar emocionalmente con los oyentes.

Lleno de ritmo y encanto, es el más americano de los tres movimientos. Sonó de forma espléndida. Me pareció una celebración del placer de tocar en los atriles de nuestra orquesta, formación que, detalle de juventud, se crece enormemente con el entusiasmo.

La segunda parte, el canto bethoveniano a la felicidad que nos invade en el campo, evidenció que, aunque la Orquesta de Córdoba no tenga aún en la misma óptima forma todos sus músculos (pasa en el período vital de los estirones), nos hará disfrutar mucho esta temporada y las siguientes. En 2016 cumplirá veinticuatro años, pero ya es uno de los cuerpos por los que fluyen los sueños culturales de la ciudad.

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