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"This show is dedicated to the memory of the great master Paco de Lucía". Con estas palabras de su director, Miguel Marín, y una gala capitaneada por el bailaor sevillano Antonio Canales en el New York City Center, arrancaba el fin de semana en Manhattan la duodécima edición del Flamenco Festival. En esta cita, que desde hace dos décadas acerca a los mejores teatros de Estados Unidos la riqueza musical del arte jondo, el maestro de Algeciras protagonizó (siempre con entradas agotadas) veladas tan inolvidables como su recital de 2007 en el Carnegie Hall. Ayer fue la granadina Estrella Morente la que se subió por segunda vez en su carrera a ese legendario escenario, uno de los auditorios con mejor acústica del mundo, para demostrar "lo mucho que la marca España le debe al arte flamenco".
Cuando Estrella Morente debutó hace cinco años en el Carnegie Hall su vida era bien distinta. Vivían aún su padre y también Paco de Lucía. "Como artistas han sido dos genios; como personas, dos seres humildes y bondadosos que abrieron esos grandes portones que parecían infranqueables para el flamenco y nos enseñaron que a la creación sólo se llega superando prejuicios, desde la libertad", reconocía la cantaora en un encuentro con los medios en el Park Central Hotel.
En su concierto neoyorquino presentó su tercer álbum, Autorretrato, el último que grabó junto a la figura tutelar de Enrique Morente, y en el que se atrevió a versionar poemas de San Juan de la Cruz guiada por el piano de Michael Nyman o a ofrecer su racial lectura de las sevillanas corraleras de Lebrija. Elegancia sin estridencias, ortodoxia que mira al futuro. "El desgarro es un reflejo de mi interior, pero tengo que dosificarlo. Cuando uno se mete la mano en el pecho se emociona. Lo de mi padre ha sido lo más terrible de todo, no sé ni cómo pasó. El maremágnum que vivimos me paralizó la vida. Hablo mucho de mi padre, pero no me queda otra. Porque es su ejemplo el que me ha devuelto la ilusión por cantar", afirma.
Uno de los temas más hermosos de Autorretrato es La estrella, una canción que Enrique Morente grabó a finales de los 70 con Pepe Habichuela y que su hija ha recuperado como un homenaje a aquella España que se presentó al mundo como un ejemplo de la lucha por la libertad. "Valoro mucho tener el altavoz del cante que me proporciona estar en el Flamenco Festival, que este año llega a sitios como Cleveland, en Ohio, donde nuestro arte no se había presentado con esta ambición. Ni se es nunca la primera del todo ni tampoco la última. Pero yo he decidido venir a Estados Unidos con mucha fuerza porque tengo la oportunidad de expresarme en un momento muy delicado para la cultura, en el que compañeros con muchísimo talento no encuentran un hueco para trabajar. Un país sin cultura es un país perdido. Nuestra labor no es llamar la atención de los demás sino alentar la ilusión de nuestro pueblo en estas horas difíciles. Meterse con Wert está muy visto. Pediría calma a la gente de la cultura, no se debe perder el tiempo con quien no va a arreglar nada", dijo.
Nueva York fue una ciudad decisiva en la evolución artística de Paco de Lucía. "Aquí conoció a Sabicas y a los maestros del jazz que tanto admiraba. Paco de Lucía vino muchísimas veces de gira a Estados Unidos, fue el mejor embajador de la marca España. Nuestro país es culturalmente muy rico. No debemos dar la imagen de que nos estamos peleando siempre", defendió la cantaora.
Para Estrella Morente el arte es la vida, "un espectáculo del que todos formamos parte. Por eso es importante trabajarse la propia conciencia, la responsabilidad y la ilusión". Entre los retos que la mantienen alerta, esperanzada, está su regreso a la Bienal de Flamenco de Sevilla con el espectáculo inaugural que el 12 de septiembre celebrará el legado de Enrique Morente y que se ha titulado Estamos vivos de milagro. Granada-Sevilla-Nueva York. "Mi padre fue un precursor. La teoría del diálogo universal entre culturas era su catecismo. Fue un niño de la posguerra que empezó poco a poco, estudió muchísimo a los grandes maestros. Para él tan importante era escuchar la soleá de Manuel Torre como el Claro de luna de Beethoven o la suite Iberia de Albéniz. No fue un revolucionario pero derribó fronteras sutilmente, sin meterse con nadie ni dejar cadáveres por el camino. Así también queremos avanzar sus hijos, sin dar codazos. Mi hermana Soleá y mi hermano, que debutará como autor precisamente en la Bienal de Sevilla, estarán conmigo en ese concierto inaugural que será como una gran celebración familiar".
Intérprete intensa -"a veces me meto en el cante tanto que me mareo", dice-, Estrella Morente se reconoce "inconstante como el río pero al mismo tiempo soy siempre la misma". A pocas horas de su recital neoyorquino recordaba "como si fuera ayer" cuando de niña se despedía de su padre, "cargado con aquellos baúles enormes", porque se iba a actuar al Carnegie Hall: "Pisar el mismo escenario que Maria Callas o Carmen Amaya no tiene precio. Cómo no voy a recuperar la ilusión".
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