Gala sube al público al tren de su memoria

Los asistentes a la clausura del congreso dirigieron al escritor todas las dudas y curiosidades sobre su vida y obra

Gala sube al público al tren de su memoria
Ángela Alba / Córdoba

06 de marzo 2008 - 05:00

"Estoy con la gente que más quiero y en el lugar que más quiero", comenzó el protagonista de la cita, Antonio Gala, que ausente (por pudor) de las conferencias que han girado en torno a su persona, se dejó ver en la clausura del congreso que durante tres días ha abordado su figura y su Arte de la palabra.

A partir de este momento, el autor emprendió una inesperada conversación con los asistentes, a los que les ofreció la oportunidad de solucionar las dudas que les hubieran quedado sobre él o su obra. No dio discurso de clausura porque "no me gustan las grandes palabras, me disgusta el punto suspensivo y odio el punto y final", advirtió, a la vez que dirigió unas palabras para Rosa Aguilar, presente en este acto: "Tú pregúntame algo, que ya verás".

El público le preguntó toda clase de cuestiones relacionadas con su vida y obra, y alguna que otra petición para fomentar el hábito de la creación literaria. Desde sus artículos periodísticos y la influencia de éstos en el resto de sus libros, hasta sus experiencias con la censura dieron lugar a respuestas llenas de la ironía y el descaro tan característicos del autor.

El concepto de tragedia poética fue una de las cuestiones que surgieron en este tercer grado al que el escritor se sometió voluntariamente. "Cualquier poema es una tragedia poética", especificó, porque "toda tragedia, si se trata de literatura, es poética".

Y entonces el tema se desvió hacia el arte del toreo. "¿Es usted un maestro de la poesía?", interrogó uno de los asistentes. "La palabra maestro me produce un escalofrío", respondió porque le recordó al mundo de los toros y su iniciación por este arte. "Voy a los toros porque en esta tierra cordobesa me llevaban mi padre y Machaquito" pero su saber sobre el mundo del toro no procede de ellos, porque "jamás hablaban" ni explicaban nada viendo la corrida. Además, sin dudarlo, se mojó: "No puedo oponerme a las corridas de toros porque amo a los toros, es una fiesta sobrecogedora lo mismo que la tragedia griega".

Más tarde volvió a recordar a su padre, de quien dijo ser el "hijo predilecto" aunque por ello le exigía más que a nadie. Gala hizo un viaje hasta su niñez relatando algunas anécdotas, y remarcando una que guarda especialmente en la memoria. Por una mala contestación fue regañado y castigado por su ama. Con gran enfado, se dispuso a escribir en un papel un relato, que fue interrumpido por la llegada de su padre, que finalmente le quitó el escrito y le perdonó el castigo. Cuando él murió recibió todas sus pertenencias y "en la cartera descubrí el papel que yo estaba escribiendo con cinco años", rememoró. "Creo que no hay nada después de la muerte, pero si hay algo es el amor de un padre".

La curiosidad por saber el contenido del papel se despertó entre el público. "Sorprendentemente yo que he estado toda mi vida rodeado de perros, era la historia de un gato".

La sesión, en la que recibió multitud de afectos de parte de la clase política y académica de la ciudad, no podía concluir sin hacer referencia a otro de los temas favoritos del escritor: el amor. Es una "locura mental transitoria" porque cuando amamos "no somos nosotros, somos otros, nos hemos alterado". Hay que sentirse, conocerse, y quererse porque "el que no se ama a sí mismo es incapaz de amar a otro", explicó en una de sus intervenciones.

Y se refirió al amor que profesa hacia Córdoba. "Ojalá me tuviera mi ciudad a mí el amor que yo le tengo a ella", asegurando que le gusta "hasta el Puente Romano nuevo".

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