Un mundo con incertidumbre y desencanto al alza
Hallan en la Cueva del Ángel sepulturas rituales del Neolítico y el Calcolítico
Los investigadores que estudian los restos encontrados hace un año en la sima de la caverna de Lucena sostienen que estos fueron enterrados más de cinco milenios atrás
Los investigadores de la Cueva del Ángel de Lucena han estudiado a lo largo de este verano los más de mil restos de huesos humanos que fueron hallados durante la excavación realizada hace un año en el fondo de una profunda sima de la cueva. Según sus investigaciones, los restos pertenecen al menos a 50 individuos y fueron arrojados a la citada cavidad durante las épocas del Neolítico y el Calcolítico, hace entre unos 7.000 y 5.000 años.
Inicialmente, los enterramientos se produjeron en una cueva situada encima de la sima -en la que aparecieron los huesos- con la cual se comunica mediante una oquedad. Dado el pequeño tamaño de la cueva los restos eran arrojados periódicamente a la sima con el fin de dejar espacio para nuevas inhumaciones, según detallan desde la Fundación Instituto de Investigación de Prehistoria y Evolución Humana. Al respecto, destacan que esta circunstancia está permitiendo que los arqueólogos del equipo que dirigen Cecilio Barroso Ruiz y José García Solano, dispongan de la oportunidad de conocer las características de toda una población humana que habitó esta parte de Andalucía durante un periodo tan remoto como el ya mencionado.
El minucioso estudio de los fragmentos de hueso muestra que en muchos de ellos aparecen marcas de corte e indicios de que fueron quemados de forma intencionada. Los restos pertenecen a individuos del Neolítico, "lo que parece indicar la práctica de algún tipo de ritual que implicaba el descarnamiento de los cuerpos, descartándose por ahora un posible canibalismo". Por otro lado, los restos pertenecientes a la Edad del Cobre no presentan marcas de corte ni indicios de haber sido quemados. Los cuerpos fueron depositados en la covacha que actuó a modo de cámara dolménica, y es probable que la acumulación de restos humanos propiciara el que fuesen arrojados a la sima a modo de osario. La distribución anatómica de los huesos humanos ha permitido determinar que fueron arrojados una vez desprovistos de masa muscular.
De este modo, el estudio de los huesos está permitiendo conocer cómo afectaba la mortalidad a los diferentes grupos de edad. Los restos pertenecientes a individuos infantiles representan un 20% del total, destacando la elevada mortalidad en la edad del destete, debido probablemente a problemas asociados al consumo del agua y otros alimentos. Además, en general los adultos no superan los 40 años de edad. Los estudios del ADN y antropología física que se han iniciado permitirán obtener una visión más completa de aspectos relativos a las enfermedades y a la demografía de unas poblaciones que vivieron los inicios de la agricultura y la domesticación de animales en el sur de la Península Ibérica.
Estos estudios forman parte de un ambicioso proyecto de investigación de seis años, autorizado por la Junta, en el que participan numerosos investigadores andaluces y franceses. La principal institución que apoya dicho proyecto es el Instituto de Investigaciones en Prehistoria y Paleoantropología, recientemente creado para impulsar los estudios en estas disciplinas.
La Cueva del Ángel de Lucena pasó de ser sólo ser una sima en medio de un olivar enclavado en pleno Campo de Aras a convertirse en uno de los puntos potencialmente más interesantes para la arqueología nacional e internacional, desde que se supo que esta grieta pudo servir de escombrera a los primitivos habitantes de esta zona. La historia comenzó hace unos 20 años, periodo durante el que se han sucedido un interminable número de campañas arqueológicas que han ido arrojando con cuentagotas pequeños destellos de luz sobre este enigma de nuestro pasado. Todo ello gracias al estudio constante de los cientos de miles de pequeños restos que van encontrando en este prehistórico basurero -que sirvió de improvisada fosa donde arrojar a los fallecidos-, situado a los pies de lo que pudo ser un poblado habitado por homínidos que buscaban el refugio de una covacha cercana. Ahora, estos nuevos hallazgos vienen a engrosar la lista de aportaciones arqueológicas que han surgido de la investigaciones en la cueva.
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