Jordi Mollá muestra en '88' los fantasmas de una pareja

Rubén Ochandiano y Beatriz Montañez interpretan en el filme a dos personajes con miedos y muchas zonas oscuras

Jordi Mollá muestra en '88' los fantasmas de una pareja
Efe / Barcelona

04 de agosto 2010 - 05:00

El actor Jordi Mollá vuelve a ponerse detrás de las cámaras para dirigir 88, un thriller psicológico en el que la pareja en crisis formada por Rubén Ochandiano y Beatriz Montañez se enfrenta a sus propios miedos y fantasmas.

"La historia empieza la noche en que los dos miembros de una pareja tienen el mismo sueño. Ella se lo explica a él y él no se lo explica a ella. A partir de este chispazo la pareja empieza a distanciarse y entra en un laberinto de miedo", explica Mollá, que rueda estos días en Sitges, Castelldefels y Barcelona.

Fiel a su pasión por las atmósferas inquietantes y los personajes complejos, en 88 Mollá se aleja de la realidad para plasmar sentimientos tan reales como el miedo y la ansiedad.

Rubén Ochandiano y Beatriz Montañez interpretan a dos personajes oscuros, gamberros y libres de prejuicios morales que se conocieron hace ocho años e iniciaron una relación pasional e intensa, que les llevó a emprender una vida juntos y a engendrar un hijo.

Con el paso de los años se han convertido en una pareja llena de silencios e incomunicación, con una vida sexual muy limitada y muchas zonas oscuras.

"La película habla de lo que se desencadena cuando te declaras la guerra a ti mismo y tienes que pelear con tus propios fantasmas", señala Ochandiano, popular por su trabajo en la serie Al salir de clase.

Montañez, presentadora del programa de televisión El Intermedio, da el salto a la pantalla grande con esta película, en la que da vida a una mujer "fría e independiente, pero a la vez muy dependiente de sus propias necesidades".

Los fantasmas de Beatriz y Rubén cobran vida a lo largo del filme y son interpretados por Álvaro Cervantes y Hermann Bonnin.

"Estos personajes son irreales porque no existen en la realidad, pero a la vez son muy reales, porque tienen la forma que les darías a tus fantasmas si pudieras hacerlo", asegura Montañez.

La escena que el equipo rodó ayer en Barcelona es el primer encuentro entre Ochandiano, cuyo personaje también se llama Rubén, y su fantasma. Rubén está aparcando su coche en un aparcamiento subterráneo cuando salta la alarma del vehículo de otro conductor, que resulta ser Víctor, un hombre afable y misterios interpretado por Hermann Bonnin.

Poco a poco estos dos personajes irán estrechando lazos y el fantasma se encargará de avivar los celos del protagonista.

"El tema de la película es el laberinto de la mente, la capacidad de la mente de crear, para destruir y para desdoblarse", aclara el realizador de No somos nadie y Cinemart.

La presencia de personajes reales e irreales en un mismo plano viene arropada por una estética "que se aleja de la realidad" y evita referencias a la vida cotidiana.

"No hay matrículas de coches, no hay taxis de Barcelona, la casa donde viven los protagonistas está en Castelldefels (Barcelona) pero podría estar en cualquier lugar y la época también es indefinida", apunta Mollá.

"Hay muy pocos personajes, los espacios están desiertos y he cortado mucho los diálogos hasta dejarlos en la esencia, porque estamos hablando de la incomunicación y porque prefiero que el fotograma sólo recoja la esencia. Me da igual si es irreal que en un sex-shop no haya gente, prefiero aislar a los personajes", señala el realizador.

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