Lagartijo, la intensa historia del primer Califa del toreo
El Museo Taurino revisa la trayectoria del matador en una muestra visitable hasta el 20 de septiembre.
Rafael Molina Sánchez fue un personaje singular y "poliédrico". Primer Califa del toreo, vivió 59 años "y estuvo 28 matando", destaca Mercedes Valverde, directora de los museos municipales de Córdoba y comisaria de la exposición que le dedica el Museo Taurino, visitable desde hoy hasta el 20 de septiembre. Pero "quizá la faceta humana superó al matador de toros", ya que desarrolló labores solidarias y construyó un personaje "que caló en el pueblo de Córdoba". Aún hoy se dicen en la ciudad frases que él creó o popularizó. Alrededor de 60 piezas componen Lagartijo y su época, tercera de las muestras temporales que acoge el centro desde su reapertura hace casi un año.
Carteles, fotografías, objetos personales, litografías y estoques están presentes en la exposición, que también recoge dos bustos de Mateo Inurria y un cuadro de Julio Romero de Torres. No obstante, este material (en su mayor parte restaurado en los últimos años) no supone "ni la mitad" de los fondos que el museo posee sobre Lagartijo, según Valverde. Por otra parte, gran parte de estas piezas formó en su día parte de la colección privada de Romero de Torres. Aquí está presente el Lagartijo niño nacido en el barrio de la Merced (calle Molinos, 10), aficionado a jugar al toro en los corrales del matadero y que a los 11 años entra a formar parte de la cuadrilla de jóvenes capitaneada por Antonio Luque y González Camará. Lagartijo debuta en Córdoba como novillero y posteriormente sigue aprendiendo los oficios del toro en las cuadrillas de Pepete, El Panadero y El Gordito.
Toma la alternativa en 1865 en Úbeda y la confirma el año siguiente en Madrid. Mariano de Cavia le adjudica el apelativo "califa" por su arte. Compite con los grandes de la época como Cayetano Sanz, Cúchares, El Tato, Chicorro, Currito, Frascuelo, Bocanegra y Desperdicios, a los que la exposición dedica un panel. Una composición de cuatro litografías revela los rasgos más significativos de su estilo.
Se retiró de los ruedos en 1893. Fue un acontecimiento nacional. Planificó su adiós en cinco plazas, cinco tardes en Zaragoza, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid cuyos carteles originales (el de la capital, de unos dos metros y medio de altura) están recogidos en la muestra. Excluyó Sevilla, con la que no se llevaba bien. Molina Sánchez, apuntó Valverde, estoqueó 4.867 toros (se recogen cabezas de dos de ellos, uno de los cuales, Indiano, había matado 17 caballos antes de sucumbir ante el cordobés) en 1.632 corridas. Entre las piezas exhibidas también figuran objetos personales como la túnica de la hermandad de Jesús Caído, así como retratos, una caricatura, cuadros estadísticos, una partitura con su pasodoble y un cartel de la revista La lidia, que le dedicó un número tras su muerte.
Queda para el final el Lagartijo ganadero. En 1880 adquirió al portugués Da Cunha 150 vacas que cruzó con cuatro novillos regalo de Miura y de Laffite. Con divisa verde y encarnada y singular hierro con un estoque y la inicial de su nombre, creó su encaste. Debutó en Madrid en 1884 y llevó sus toros a las principales plazas españolas y a La Habana. Pero esta actividad no le dio más que disgustos.
La exposición, según su comisaria, se plantea "con un discurso fácil y coherente", buscado ir "más allá del aficionado" y "enfocado a la juventud".
Por otra parte, el teniente de alcalde de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, anunció que se ha iniciado el proceso de contratación para las actuaciones que supondrán "el enriquecimiento del discurso" del museo (que ha recibido más de 35.000 visitantes desde su reapertura) a partir de una mayor proyección de la relación entre Córdoba y la tauromaquia.
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