Lejos de las etiquetas

Ángel Vázquez

19 de marzo 2012 - 05:00

Voz y guitarras: Susana Raya. Bajo: Paco Peña. Batería y percusiones: Nacho Megina. Lugar: Sala Polifemo del Teatro Góngora. Fecha: sábado 17 de marzo. Lleno.

Viste de rockera con aire a lo Chrissie Hynde, pantalones de cuero y flequillo incluidos. Entona sus propios temas con adornos vocales de cantautora ensimismada. Se enreda en el jazz o el blues con la dulzura y la melancolía de las grandes divas. Recurre al amor como pieza central en temas propios de marcado carácter pop. Susana Raya esconde todo eso y unas cuantas cosas más. Aparece como una cantante y guitarrista camaleónica y ambiciosa que nada más pisar el escenario abraza al público cordobés y se emociona por estar aquí de nuevo. Con la grada de la caja negra del Góngora llena de un público difícil de etiquetar por lo diverso, Susana dedicó su concierto a compartir sensaciones a través de un variado repertorio que caló en la audiencia, que supo premiarle tanta sensibilidad.

Es curioso cómo en la trayectoria musical de Susana Raya nos hemos cruzado reiteradamente con su particular lucha por huir de las etiquetas, y de igual manera hemos acabado encontrándola sumergida en ellas una y otra vez por giros del destino que la llevan y la traen con su música a cuestas. Pero al margen de las apariencias, Susana resulta ser una todoterreno espeluznante ya que domina la técnica vocal, la guitarrística, compone música, escribe letras y sucumbe a géneros y nombres de lo más dispar, a los que abraza y reescribe sin miedo, otorgándoles nuevas alas, nuevos colores. Esa capacidad para asomarse a precipicios sin miedo alguno contrasta con su aparente fragilidad, con sus modos vergonzosos y tímidos, con sus gestos de recién llegada, con esa inocencia que esconde una desbordante capacidad para disfrutar y hacer disfrutar con la música. Es una reservada capa de pintura que desaparece en cuanto comienza a sonar una canción. Ahí Susana se crece y despliega todas sus artes, embelesando al público con firmeza y convicción.

En su concierto disfrutamos de algunas de las composiciones propias que verán la luz en un inminente trabajo. Y de otras que Susana ha adaptado de forma genial, como My one and only love (Guy Wood y Robert Mellin) o una version singular de The wind, original de Russ Freeman, que Susana confesó adorar en la versión de Keith Jarret y odiar en la que pone letra Mariah Carey. Impresionante fue también el cover de I Still Haven't Found What I'm Looking For, de U2, lujoso en detalles al tiempo que simple y directo. En todos los casos el papel de su guitarra se revela magistral mostrando claramente que su relación con las seis cuerdas es tan apasionada como fértil. Susana la acaricia, la mima, como si le fuera la vida en arrancarle las notas más ajustadas a su instinto lírico. Súmale una voz fuera de serie y tendrás un binomio apabullante. Habría que escuchar Hymn for her de los Pretenders pasado por su tamiz, sería una glorioso regalo.

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