Madrugada de fusión y quejío

VI Noche Blanca del Flamenco 3 Arte hasta el amanecer

El Pele inaugura una edición dedicada al flamenco cordobés con un concierto en las Tendillas al que siguen las actuaciones de Marina Heredia, Argentina, Raimundo Amador o Lya

El Pele, anoche en su concierto de inauguración de La Noche Blanca del Flamenco.
Ángela Alba Córdoba

23 de junio 2013 - 05:00

Con el corazón en su voz y la pasión en sus gestos. Con humildad y entrega. Con esperanza. Blanco, al igual que la ropa que ayer vistió en la apertura de La Noche Blanca del Flamenco. El quejío de El Pele hizo vibrar anoche la plaza de Las Tendillas en una actuación especial para él y para los aficionados que lo esperaban. El concierto, Peleando… y punto, se presentaba único. Por una parte, era el primer cordobés que inauguraba esta cita con el flamenco y, por otra, suponía un antes y un después en la carrera del cantaor, su reaparición tras la dura lucha que ha tenido contra la enfermedad. Y lo dio todo y demostró que, como él mismo asegura, "hay Pele para rato".

Un vídeo con mensajes de apoyo de algunos de sus amigos flamencos como Vicente Amigo, Javier Latorre, María Toledo, José Antonio Rodríguez o Manuel Ruiz Queco abrió la gala. Luego apareció él, ataviado con un sombrero, para entonar un primer tema dedicado a Córdoba y a la luna, una luna llena que lo alumbró en su actuación. Tras esto manifestó su felicidad "por haber nacido en la tierra de María Santísima como es Córdoba" y por haber vivido en ella. También tuvo unas palabras de agradecimiento para el equipo de médicos del Hospital Reina Sofía, donde ha sido tratado de su enfermedad.

Luego vinieron unas Soleares de Córdoba y unas alegrías dedicadas a todas dedicadas a toda la gente que se había desplazado desde la provincia para asistir a la Noche Blanca.

Los ensayos y nervios de las últimas semanas dieron su fruto en una actuación mágica en la que El Pele apareció con un plantel de lujo y algunas sorpresas, como la aparición del bailaor El Keko. Mostró su versatilidad, su interés por dar a los cantes un sello personal y para ello su voz de cobre se acompañó por el violín de Ara Malikian y las guitarras de Manuel Silveria y Antonio de Patrocinio hijo. En el cante y palmas lo apoyaron Lin y Nani Cortés y Macarena de la Torre, mientras que Raquel Jurado plasmó en el baile el temperamento de su voz.

Durante su concierto hizo latir el entorno de las Tendillas con su voz, con su potencia y color. Porque el artista cordobés llora como nadie con las seguiriyas y abre su alma con la soleá para luego darse a palos más alegres, como la larga madrugada en la que Córdoba se convirtió, un año más, en la ciudad más flamenca del mundo. Su temperamento, anarquía y espontaneidad no faltaron en esta actuación que cortó la respiración del público con algunos de sus quejíos.

Su fe, su maestría y su sentir emocionaron a los asistentes mientras él se elevaba hasta la cumbre del flamenco con la interpretación de Vengo del moro. Porque El Pele demostró que tiene voz y alma, un alma que dejó anoche en el corazón de Córdoba para reivindicar su lugar en lo más alto del arte jondo.

Pero aún quedaba mucha noche, y mientras El Pele hacía gozar al público de las Tendillas, otro cantaor cordobés, José Antonio Plantón Moreno El Calli, comenzaba su recital (con un considerable retraso) en la plaza de la Corredera, donde interpretó temas de sus tres discos, sobre todo de su último trabajo, Sonidos con alma. El veterano artista dio paso a otros cordobeses, los Cherokee, que repasaron sus trabajos Caballo loco, Muévete salvaje, Lágrimas de seda y Vengo, editado el año pasado.

Tras ellos, bien pasada la 01:00, llegó Raimundo Amador, que ya participó en La Noche Blanca del Flamenco en 2010 junto a Howe Gelb. Esta vez el músico sevillano acaparó todo el protagonismo en un concierto en el que se presentó con banda eléctrica (bajo, batería, percusión, guitarras flamencas y guitarra eléctrica) y en el que hizo un repaso por toda su trayectoria. Sonaron temas antiguos, algunos de su último disco y otros de Pata Negra, siempre con su sello incondicional de flamenco fusión.

El genio y duende cordobés no faltó en toda la Noche Blanca, que este año estuvo dedicada precisamente al arte jondo nacido y forjado en la ciudad, que en breve plazo celebrará una nueva edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco y que acaba de abrir el Centro Flamenco Fosforito. Esa admiración y pasión por este arte se vio reflejada en las miles de personas que se echaron a la calle para disfrutar de esta velada en la que brillaron las artistas femeninas, con una presencia reseñable en el cartel de esta sexta edición.

Especial fue la presencia de Marina Heredia, una cantaora que no suele pasar con sus giras por la ciudad. Esto, unido al entorno de su actuación, el Patio de los Naranjos (que este año ha regresado al cartel como escenario), hizo de su concierto una de las citas más atractivas de la noche. La granadina presentó desde las 00:30 su espectáculo A mi tempo, en el que pasó de la milonga a la bulería por soleá, de las alegrías a la seguiriya y de los fandangos a los tanguillos, todo ello recordando temas y cantaores que marcaron una época en el arte jondo y acompañada a la guitarra por tres figuras: José Quevedo El Bola, Diego del Morao y Miguel Ángel Cortés. Una de las sorpresas fue la aparición del coro de Luis Rivero del Carnaval de Cádiz.

Mientras tanto, en el Compás de San Francisco la nueva savia del flamenco cordobés presentaba Aquellos cafés cantantes. En esta producción propia un grupo de alumnos del Conservatorio Profesional de Danza Luis del Río rindió homenaje a estos locales de ocio que contribuyeron definitivamente a la popularización del flamenco y su profesionalización desde mediados del siglo XIX. Los artistas -dirigidos por Inmaculada Aguilar, Rafael del Pino y Lola Pérez- hicieron un recorrido por los principales palos del baile que se configuraron gracias a los cafés cantantes, desde el garrotín a las alegrías, mostrando elementos característicos de cada uno de ellos.

Cerca de este escenario, en la plaza del Potro, sobre la 01:30 el cantaor David Palomar presentó Gaditanías, un trabajo en el que rinde homenaje a los cantes de su tierra ya en desuso y en el que hace una recopilación de sus dos trabajos editados, Trimilenaria y La Viña Cantón Independiente.

El toque exótico a la noche lo puso la cantante jordana Farah Siraj, que ofreció en la plaza de Abades un recital de flamenco jazz basado en composiciones originales y en temas inspirados en la tradición de los países mediterráneos. Otra voz femenina, la de Argentina, ocupó la plaza de Jerónimo Páez sobre las 03:30 con Un viaje por el cante, un espectáculo en el que reinterpretó diferentes palos flamencos, sobre todo canciones que aprendió en sus primeros años de formación.

Ya entrada la madrugada, la plaza del Cardenal Salazar acogió Compás de silencio, una producción propia protagonizada por David Pino, Gabriel Expósito y Lola Pérez y en la que también participaron Cristóbal Agramonte, Miguel Ángel Santiago, Araceli Molina y Sonia Rodríguez. En ella, la fuerza y el dramatismo del flamenco sirvió para comunicar el sufrimiento y el silencio de tres historias paralelas de mujeres a las que les resulta imposible gritar su dolor.

La Puerta del Puente, como cada año, fue el escenario del fin de fiesta, que se celebró pasadas las 05:30. La encargada de echar el cierre fue la cordobesa Lya, que lució una imagen muy diferente de la que tiene acostumbrado a su público; pelo rizado adornado con una cinta y atuendo con aires cubanos que iba en consonancia con su espectáculo, Lunares al son. Aportando frescura a las altas horas de la madrugada en las que actuó, la artista comenzó cantando un rezo a la diosa africana Yemayá y ofreció un repertorio especial con el que rindió homenaje al son cubano y el flamenco.

Además, durante toda la noche por los alrededores del paseo de la Ribera hubo animación callejera como un photocall para disfrazarse como Camarón, una sesión de Dj o una caravana flamenca. Por otra parte, el Museo Arqueológico acogió el espectáculo Báilame y deja que te mire, de la bailaora Ana María García, Capullo de Jerez y El Negri ofrecieron una actuación en la Puerta de la Luna y en el Alcázar Viejo actuaron Toñi Fernández (cante), Pedro Sierra (guitarra) y José Ángel Carmona (cante).

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