El maestro Juan Martínez que estaba allí
Juan Martínez existió
Vivió alejado de los círculos literarios y fuera del foco mediático, era un hombre "recogido, introspectivo, tímido, al que no le gustaban especialmente las relaciones sociales". Así describen al poeta cordobés Manuel Álvarez Ortega, que murió en la madrugada de ayer en Madrid a los 91 años con la misma discreción que mantuvo a lo largo de su trayectoria.
El autor de Génesis falleció debido a las complicaciones de los problemas de vejiga que acarreaba. "Ha muerto de forma muy relajada y tranquila, como él ha vivido", aclaró su editor, de Devenir, Juan Pastor. Hasta el pasado mes de octubre el poeta vivió solo en su casa pero, tras varios ingresos hospitalarios y un debilitamiento de su salud, decidió ingresar en una residencia, donde falleció en la madrugada de ayer. El entierro se celebrará hoy en el madrileño cementerio civil de la Almudena, según los deseos del escritor. Durante el día de ayer las redes sociales se hicieron eco de su deceso y los internautas colgaron mensajes y poesías de Álvarez Ortega. El concejal de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, también lamentó su pérdida a través de las redes sociales.
El poeta Pablo García Baena, coetáneo suyo, destacó ayer "la categoría de su poesía, su vinculación con Córdoba" y su singularidad "en la poesía y en el trato". En su opinión, Álvarez Ortega es "indudablemente uno de los grandes poetas españoles". "Su conocimiento del francés, con las magníficas antologías que ha hecho, y su conocimiento de la poesía alemana, destacando a Rilke, lo colocan en un lugar verdaderamente preeminente entre los poetas cordobeses del momento", agregó García Baena.
Manuel Álvarez Ortega nació en Córdoba en 1923 y desde muy joven se interesó por el mundo literario; primero formando parte de un grupo de teatro, y más tarde participando como redactor en varias revistas. En 1948 aparece su primer libro, La huella de las cosas, y en 1949 publica el primer numero de la revista Aglae, que editó junto a su hermano Rafael. Al año siguiente sale a la luz su segundo libro de poemas, Clamor de todo espacio, y más tarde llegaron Hombre de otro tiempo y Exilio,con el que queda finalista en el premio Adonais. En 1955 funda junto con García Nieto, López Anglada, Leopoldo de Luis y Ramón de Garciasol, entre otros, la colección Palabras y Tiempo, anexa a la editorial Taurus, de la que es nombrado miembro del consejo asesor.
En 1961 se trasladó a París pensionado por la Fundacion March para terminar un estudio y antología de poesía francesa contemporánea. Más tarde regresó a España, donde colaboró en el espacio de TVE El alma se serena, dirigido por el poeta José García Nieto, para volver a París para realizar un estudio sobre la poesía simbolista francesa.
Entre sus obras destacan Tiempo en el Sur, Reino memorable, Invención de la muerte, Despedida en el tiempo, Oscura marea, Carpe diem, Génesis,Fiel infiel, Templo de la mortalidad y la obra de teatro en un acto Fábula de la Dama y los alpinistas. Su última obra publicada fue Cenizas son los días, en 2011.
Dos de los pocos reconocimientos que tuvo Álvarez Ortega, que pasó gran parte de su vida en Madrid, fueron la edición del libro homenaje publicado por Devenir en 1998, Dedicatoria, con poemas de numerosos poetas amigos y un extenso estudio de su obra. Ese mismo año el Círculo de Bellas Artes y la Colección Devenir le dedicaron un acto de homenaje en el que intervinieron Marcos Ricardo Barnatán, Antonio Colinas, César Antonio Molina, Juan Pastor, Francisco Ruíz Soriano, Jaime Siles y Francisco Umbral. En 2007 recibió la Medalla de Oro de la Junta de Andalucía.
Álvarez Ortega es, en palabras del poeta cordobés Manuel Gahete "una de las cumbres más altas de la poesía española del siglo XX", y además en él "se funde lo mejor de la tradición francesa, simbolista y surrealista, y la influencia de otros autores tanto ingleses como alemanes".
El editor Juan Pastor coincidió en que "es uno de los poetas de referencia y ya considerado como un clásico de los poetas de posguerra". Además resaltó que "respecto a reconocimiento, no ha ocupado el sitio que le corresponde entre los poetas de la segunda mitad del siglo XX", a lo que añadió que "se le está valorado más fuera de España que aquí" ya que hay traducciones de su obra en Francia y Bélgica, además de un proyecto de traducción al alemán. Pastor, una de las personas que más vinculación ha tenido en los últimos años con el autor cordobés, resaltó que "muy poca gente conoce la otra parte de Manuel Álvarez Ortega, la parte humana". Como persona "tenía una gran humanidad, una perspectiva abierta y era un hombre de vanguardia sobre todo en lo literario".
Su obra ha sido estudiada por diversos escritores, como Francisco Ruiz Soriano, que publicó el ensayo La poesía de Manuel Álvarez Ortega, o Germán Labrador, que publicó un estudio en la revista cordobesa La manzana poética. Javier Lostalé y Antonio Gamoneda también han abordado la obra de Manuel Álvarez Ortega.
Desde hace años "su proyección es muy buena porque se han interesado mucho por él" pero "falta un estudio y una biografía serios", reivindicó Pastor.
El simbolismo y surrealismo francés, el vanguardismo del 27, la perfección estilística y una temática caracterizada por las preocupaciones existenciales en torno a la muerte y el tiempo, cercanas a la tradición barroca y al romanticismo anglogermánico, han sido la seña de identidad de la extensa obra del poeta cordobés, una persona "bastante especial", según confesó Pastor.
Gahete añadió que "tenía muy en cuenta la tradición pero avanzaba, estaba muy atento a las vanguardias y responde al mismo movimiento estético suscitado en Córdoba en torno al Grupo Cántico, no tiene nada que ver con la poesía que se estaba haciendo en el resto de España en la posguerra". Esto es, responde al "sentido de la poesía como elogio de la belleza, al arte como himno; a la exaltación de los elementos más esenciales de la poesía".
"Me duele bastante que no haya sido suficientemente reconocido y ponderada su obra", agregó Gahete, indicando que "todo el mundo ha dicho que es un gran poeta pero después no ha habido ningún tipo de reconocimiento más allá".
Por su parte, el también poeta cordobés Francisco Gálvez destacó la "extensísima obra" de Álvarez Ortega, que fue "uno de los primeros traductores de poesía francesa", y coincidió en que "se le ha debido de considerar más". Gálvez expuso que en literatura "el tema de los reconocimientos es complicado" y en este caso "Manuel no ha sido persona de hacerse fotos, de aparecer ni de intercambiar palmaditas con nadie y todos los que lo hemos conocido sabemos que eso lo ha pagado". Por otra parte, destacó que "a él le importaba la poesía, ha sido un poeta muy auténtico, muy coherente" e insistió en que "a la hora de la valoración literaria no debe contar el cómo sea una persona".
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