Muere Marcial Gómez, pintor de la imaginación y el realismo mágico

El artista nacido en Hinojosa del Duque, que desarrolló un estilo muy personal y exigente plagado de referencias oníricas, fallece a los 81 años · Mantuvo amistad con Alex Raymond y expuso en varios países

Marcial Gómez, rodeado de pinceles, en una imagen del año 2004.
Marcial Gómez, rodeado de pinceles, en una imagen del año 2004.
Alfredo Asensi / Córdoba

03 de junio 2012 - 05:00

Dialogaba con las formas como en una danza secreta, pugnaba con la línea como quien busca la clave de alguna libertad, entraba en el cuadro como en el vestíbulo de un misterio. Buscó la fantasía y la sencillez, sufría pintando porque su exigencia era máxima. "Llega un momento en el que me planteo si no habré dejado la obra inacabada: la pintura es una preocupación física, metafísica, una cosa demasiado seria", declaró a este periódico con motivo de una exposición retrospectiva en el Palacio de la Merced en 2004. En la noche del pasado viernes se fue Marcial Gómez a su reino secreto, a su cueva de magias o su horizonte onírico de luces vibrantes. A los 81 años, "suavemente, sin dolor, como en el fin de una pelea", declaró ayer su hijo, el también pintor Miguel Gómez Losada. Hoy será despedido a partir de las 11:00 en la parroquia de San Basilio.

Marcial Gómez Parejo nació en Hinojosa del Duque en 1930. En sus inicios artísticos resultó fundamental su amistad con el dibujante de cómic norteamericano Alex Raymond, creador de Flash Gordon, con el que mantuvo una continuada correspondencia entre 1949 y 1953. La viñeta, como declaró en más de una ocasión, supuso su nexo inicial con las manifestaciones artísticas.

En los años 60 comenzó a trabajar para la industria textil en Barcelona, donde creó continuadas series de gouaches con influencias de la geometría heredera del constructivismo, motivos vegetales y otros de las artes ornamentales del norte de Europa y la Unión Soviética, lugares que visitó en esa década. Hasta que llegó un momento en que, cansado de estampar, consideró que podía vivir de la pintura: "Entonces me metí en lo difícil, el óleo, la madre de todas las preocupaciones".

Años 70. Marcial Gómez forja un lenguaje figurativo en el que las infiltraciones surrealistas dialogan con un tipo de realismo mágico muy personal: "Yo quería descubrir cosas, así que jugué con mi imaginación. No tuve profesores ni pasé por institutos, tampoco quería adquirir los conocimientos de otro para no adoptar su personalidad". Comienza su trayectoria expositiva, en la que se pueden destacar las siguientes citas individuales: 1978, galería Haurie de Sevilla; 1980, galería Heller de Madrid; 1987 y 1992, galería Rayuela de Madrid; 1989, galería Nolde de Navacerrada; 1998, sala de exposiciones Cajasur de Córdoba; y 2004, antológica en el Palacio de la Merced de Córdoba organizada por la Diputación. Y, entre las colectivas: 1978, El nuevo realismo y la escuela sevillana en Heller; 1979, Homenaje al Bosco en la galería Hüsstege de Bolduque (Holanda); 1980, galería Lieve-Hemel de Amsterdam (Holanda); 1986, feria ARCO en Madrid y galería Illcenacolo en Piacenza (Italia); y 2011, A la sombra de los sueños. Realismo mágico en España en Bad Frankenhausen (Alemania).

"Desde los años 70 hasta hoy", según una biografía escrita por su hijo Miguel para la antológica de la Diputación, "Marcial Gómez desarrolla su lenguaje pictórico más personal; una pintura figurativa de tradición surrealista, desprovista de lógica en la representación en favor de una teatralidad imaginada". De los años 80 es la serie Bomarzo, una recreación pictórica sobre el libro de Manuel Mujica Lainez. "Sus inicios como dibujante de cómic, su etapa de diseñador textil, y cuatro décadas de investigación plástica en beneficio de una narrativa personal" quedaron reflejados en esa exposición con la que muchos cordobeses tomaron conciencia de la relevancia de este soñador que dedicó su vida a la creación. Un hombre sencillo que afirmó: "Cuando termino de pintar en el estudio y llego a casa, mi mujer sabe en seguida si el cuadro ha rodado bien o no. Pero el cuadro perfecto no existe".

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