Muere Merce Cunningham, el bailarín que revolucionó la danza del siglo XX

El coreógrafo norteamericano, que colocó en la vanguardia durante más de cinco décadas al ballet estadounidense, falleció a los 90 años en Nueva York · Hace tres meses estrenó su última pieza

Merce Cunningham, junto a miembros del Ballet de la Ópera de París, en 1973.
Merce Cunningham, junto a miembros del Ballet de la Ópera de París, en 1973.

El coreógrafo y bailarín estadounidense Merce Cunningham falleció ayer en Nueva York por causas naturales, a los 90 años. Cunningham estaba considerado como uno de los artistas que revolucionó la danza del siglo XX y su fallecimiento ha conmocionado al mundo de la danza. "Merce veía la belleza en lo ordinario, y eso es lo que le hacía extraordinario. No se dejaba llevar por los convencionalismos, era un verdadero artista, honesto y próximo en todo lo que hacía", indicó el director ejecutivo de la Fundación Merce Cunningham, Trevor Carlson.

Su manera de ver el arte, su amor y su pasión por la danza, hicieron de él uno de los grandes bailarines y coreógrafos de todos los tiempos, incluido entre los grandes del siglo XX, como Isadora Duncan, Martha Graham -de quien fue alumno- o George Balanchine. Él mismo explicaría que "para permanecer, te tiene que gustar la danza. No te devuelve nada, no hay manuscritos que guardar ni pinturas que colgar en las paredes o quizás en los museos, ni poemas que imprimir o vender, no te da más que ese momento efímero en que te sientes vivo. No es para espíritus inseguros". Para Carlson, la manera en que Cunningham se aproximaba "al arte y a la vida, abría muchos caminos para que los otros, en vez de seguirlos, los descubrieran".

Nacido el 16 de abril de 1919 en Centralia, en el estado de Washington, Mercier Philip Cunningham colocó en la vanguardia durante más de medio siglo al ballet estadounidense y fue un transgresor de la danza contemporánea, a la que aportó nuevos conceptos como el del movimiento de los bailarines con independencia de la música.

Para Cunningham todo en la danza, los gestos, los bailarines, el espacio o el silencio, eran igualmente importantes. "Merce fue un artista inconformista y el más amable de los genios. Hemos perdido a un gran hombre y a un gran artista, pero celebramos su extraordinaria vida, su arte y a los bailarines y artistas con los que trabajó", señaló la presidenta de la Cunningham Dance Foundation, Judith Fishman.

Junto a su socio y compañero sentimental John Cage, "dio paso a nuevas maneras de percibir y experimentar el mundo", indicó su fundación, que señaló que el artista "ha dejado una marca indeleble en nuestra creatividad y cultura colectiva. Su legado resonará en el mundo de la danza ahora y más allá de las generaciones venideras". Un legado enriquecido por su trabajo con las nuevas tecnologías, que le acompañarían durante toda su carrera, y que le llevó a desarrollar un programa informático llamado DanceForms que se utiliza en las escuelas de ballet.

De sus más de 200 coreografías destacan piezas magistrales como Un jour ou deux, Westbeth, How to Pass, Split Sides -con música de Radiohead- o la última, Nearly Ninety -Casi noventa-, que estrenó hace poco más de tres meses. Por todas ellas recibió innumerables premios, entre ellos la Legión de Honor de Francia, el Praemium Imperiale, el Dorothy and Lillian Gish Prize, la Handel Medallion, el León de Oro de Venecia, el Laurence Olivier Award y el Wexner Prize.

Cunningham, que en los últimos años estaba en silla de ruedas, quiso controlar también su legado, y por ello en junio pasado, apenas dos meses después de cumplir 90 años, su fundación anunció que la compañía, que creó en 1953, se disolvería dos años después del fallecimiento del artista.

"Para honrar a Merce, planeamos centrar nuestros esfuerzos en compartir y preservar su legado, así las audiencias de hoy y las generaciones de mañana podrán ser testigos del trabajo de un artista legendario", indicó la presidenta de la fundación.

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