“Cuando canto intento acordarme de mi casa, de mis vivencias, de mi sangre”

María Terremoto. Cantaora

La artista jerezana, una de las más prometedoras del momento, actuará este sábado en la plaza de San Agustín (00:30) dentro de la Noche Blanca del Flamenco

La cantaora jerezana María Terremoto. / Paco Barroso

La cantaora María Fernández Benítez, conocida artísticamente como María Terremoto (Jerez, 2000), lleva en las venas la fuerza del flamenco. No en vano, pertenece a una de las sagas más destacadas del arte jondo jerezano. Desde pequeña ha mamado la tradición, el duende y el compás de su familia y de los artistas que pasaban por su casa para compartir veladas con su padre, Fernando Terremoto.

Con tan solo 16 años fue distinguida con el Giraldillo Revelación de la XIX Bienal de Flamenco de Sevilla, siendo la artista más joven en conseguirlo; y en 2018 publicó su primer disco, La huella de mi sentío. Este sábado llega a la Noche Blanca del Flamenco dentro del espectáculo La mujer en el cante, que comenzará a las 00:30 en la plaza de San Agustín y en el que también participará La Macanita.

–¿Cómo va a ser su concierto?

–Voy a hacer un recital de flamenco en el que voy a meter algunos temas de mi primer disco. Vamos a pasar una noche muy flamenca y a gustito.

–En el escenario de la plaza de San Agustín se va a subir otra cantaora jerezana, La Macanita...

–La Macana es una cantaora de Jerez de pura cepa y su cante es el que tiene Jerez. Para mí es un placer compartir escenario con ella, aunque no es la primera vez. Aparte de admirarla como artista la admiro como persona por la amistad que tenía con mi padre y tiene con mi familia y conmigo. Es un lujazo actuar con ella.

"Tienes que estar al pie del cañón y no dejar nunca que te digan que cantas porque eres ‘hija de’”

–Esta edición de la Noche Blanca está dedicada a la mujer. En su opinión, ¿qué situación vive en la actualidad la mujer en el flamenco?

–Está presente, dando guerra y le queda mucho por dar. Estamos muy bien posicionadas.

–¿Qué tiene Jerez para que salgan de allí tantos flamencos jóvenes y con tanto talento?

–Pienso que cada sitio tiene su esencia, su solera. Hay un dicho sobre Jerez: “hasta los mancos tocan las palmas”. Es verdad que Jerez tiene un aire, una flamencura, que lo caracteriza porque es muy peculiar. Para mí es la cuna del cante, y no porque yo sea de Jerez, igual que la cuna del baile es Sevilla.

–¿Cómo es el flamenco que estáis haciendo las nuevas generaciones?

–Es ortodoxo porque el flamenco, al fin y al cabo, se puede mezclar, pero la tradición es la tradición. Los jóvenes que estamos ahora intentamos que esto no decaiga y tiramos para la ortodoxia, que es el flamenco de verdad.

María Terremoto, durante una actuación. / Miguel Ángel González

–¿Qué supone llevar el nombre “Terremoto”? ¿Da vértigo, respeto, le condiciona?

–Vértigo y respeto me da muchísimo, pero también es un gozo grandísimo e intento siempre dejarlo a la altura que merece. Cuando canto intento siempre acordarme de mi casa, de mis vivencias, de mi sangre. Ahí tienes que demostrar que no todo es tener el nombre; que se puede tener el nombre, pero tú tienes que estar al pie del cañón y no dejar nunca que te digan que cantas porque eres “hija de”, que suele pasar muchísimo. En mi caso no ha sido así, por lo menos hasta el día de hoy.

–El pasado año publicó su primer disco, La huella de mi sentío. ¿Cómo fue el proceso de grabación y la selección de los cantes?

–Fue muy duro porque no queríamos meter la pata ni desviarnos. Digo desviarnos porque grabé un par de temas del último disco de mi padre y estábamos un poco asustados por el recibimiento que pudiesen tener. Gracias a Dios la aceptación ha sido espectacular. Disfruté mucho porque era la primera vez que me metía en un estudio a grabar un trabajo propio. He quedado muy satisfecha y dentro de poco tendremos otro disco.

–¿Puede adelantar algo?

–La verdad es que no puedo decir nada porque estamos investigando y trabajando aún en ello.

–En 2016 ganó el Giraldillo Revelación de la Bienal de Sevilla, con 16 años. ¿Cómo lleva que haya tantas expectativas sobre usted?

–Me da mucha alegría que se me otorguen galardones tan importantes como ese siendo solo una niña que estaba empezando. Intento mantenerme al margen y disfrutar arriba cantando. Si a uno le ha gustado, ole, y si a otro no le ha gustado, pues también. Pero prefiero dedicarme a mi trabajo que es cantar, disfrutar y pasarlo bien.

–¿Sobre el escenario nota que el público está esperando mucho de usted?

–Sí. Lo noto muy receptivo siempre y eso también es una responsabilidad porque ves que tu público, la gente que viene a verte, siempre pide más de ti. Tú tienes la responsabilidad de tirar para delante y ofrecerles lo que quieren.

–En una entrevista dijo que a su padre le hubiera gustado que no empezara tan joven y estudiara antes el flamenco.

–Eso es como un pensamiento que tengo yo. Sí es verdad que lo mismo si él hubiese estado hubiera sido todo muy distinto. Pienso que si las cosas han pasado de esta forma es porque tenían que pasar.

–¿Se está desvirtuando el flamenco con propuestas que se venden como si lo fueran, pero no lo son?

–Para nada, a mí por lo menos no me afecta. Aquí siempre ha habido fusiones. Hay grandísimos artistas que lo hicieron como Manuel Molina con Smash o Enrique Morente con Lagartija Nick. Al final la ortodoxia es la ortodoxia.

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