La Orquesta une a compositores andaluces con Mozart en el 28-F

La formación, dirigida por Lorenzo Ramos, dedicará la primera parte del concierto a obras de Turina y Santiago Báez, mientras que la 'Sinfonía nº 41' del austriaco ocupará la segunda

La Orquesta de Córdoba, en uno de sus conciertos de este curso.
La Orquesta de Córdoba, en uno de sus conciertos de este curso.

La Orquesta de Córdoba celebra el Día de Andalucía esta noche y mañana (a las 20:30 en el Gran Teatro) con un concierto en el que la música española protagonizará la primera parte, mientras que la segunda estará dedicada a Mozart. La principal novedad será el estreno absoluto de la obra Concierto para piano y orquesta nº 1 del cordobés Santiago Báez. La formación estará dirigida por su titular, Lorenzo Ramos.

La oración del torero, de Joaquín Turina, abrirá esta actuación. Se trata de una obra de carácter camerístico que constituye un hito en el catálogo del compositor sevillano y es un "pequeño cuadro pleno de descriptivismo" que integra "uno de los más refinados pasodobles jamás descritos" y que se funde "magistralmente con la plegaria del torero en la capilla de la plaza", según las notas al programa.

La obra data de 1925 y fue concebida originariamente para cuarteto de laúdes por petición del Cuarteto Aguilar, aunque en la actualidad se suele interpretar la versión que Bartolomé Pérez Casas hizo para orquesta de cuerdas a partir de la escrita por Turina.

Le seguirá Rapsodia sinfónica para piano y cuerdas op. 66, también de este compositor de la Generación del 27, una pieza compuesta en 1931 y estrenada en 1934 por Antonio Lucas Moreno (a quien está dedicada) con la Orquesta Clásica de Madrid. También hay una versión para dos pianos escrita por Ángel Mingote.

En esta obra Turina se aparta del nacionalismo y se acerca al postvanguardismo de aromas franceses (vivió en Francia a comienzos del siglo XX). Rapsodia sinfónica "es la única obra concertante para piano forte y orquesta del autor, tanto es así que se iba a titular Sinfonía concertante". Turina no pretendía aquí la integración instrumental, sino que piano y orquesta hagan su camino manteniendo su singularidad y combinándose mediante procedimientos de diálogo. El discurso sonoro es independiente pero respetuoso entre las partes.

Cerrará la primera parte del programa el estreno absoluto del Concierto para piano y orquesta nº 1 de Santiago Báez, que también participará como solista. Se trata de una obra "escrita en un solo movimiento, aunque tiene tres grandes secciones que dan la estructura de forma al concierto". El lenguaje es "idiomático y bimodal, con difícil técnica pero nada ecléctica para el piano y con un discurso camerístico orquestal"; es decir, la orquesta dialoga con el piano constantemente, según explica el músico.

La obra surge como encargo de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (Aeos) y la Fundación de Autor a petición de la Orquesta de Córdoba. La temática era libre pero Báez optó por escribir un concierto para orquesta y piano dada su formación. "Me apetecía también hacerlo porque tengo la posibilidad de estrenarlo y tocarlo yo mismo", manifiesta el músico cordobés.

Al ser pianista "es inevitable que tenga la influencia de todos los compositores que también fueron pianistas y pudieron estrenar sus conciertos". Son muchas sus afinidades, especialmente con su profesor, Antón García Abril, aunque en esta obra también hace guiños a otros compositores; por ejemplo, "como se puede apreciar hay una célula temática que es un homenaje a Szostakowicz". Además en esta pieza también versiona temas propios de otras obras para orquesta.

Para Báez, que quiere seguir escribiendo más conciertos para orquesta y piano, es "todo un honor, un lujo y un privilegio" que hayan contado con él como compositor y que le den "la oportunidad de estrenar con la Orquesta, con la que llevo trabajando más de diez años y con la que me siento muy a gusto".

Para finalizar, la segunda parte del concierto del Día de Andalucía estará dedicada a la Sinfonía nº 41 'Júpiter', de W. A. Mozart, la última de las creadas por el compositor austriaco y que forma parte de una serie de tres sinfonías que escribió en el verano de 1788.

Esta obra fue compuesta poco después de la melancólica y rebelde Sinfonía nº 40 y representa la superación de esos sentimientos con una voluntad de solemnidad y majestuosidad que concuerda con la tonalidad de do mayor. Consta de cuatro movimientos: allegro vivace, andante cantabile, menuetto (allegretto) y molto allegro.

Parece ser que el empresario alemán Johann Peter Salomon le dio el sobrenombre de Júpiter a esta sinfonía en honor a la suprema divinidad de la mitología romana, con lo que quiso resumir su carácter triunfal.

Según las notas al programa, "después de la ardiente lucha que sostuvo para componer la (sinfonía) nº 40, llegó el triunfo" musical. Primero en la escritura, ya que "el contrapunto y la armonía son explotados con una maestría que se disimula bajo una facilidad que no es tal". Y por otra parte en la construcción, "una arquitectura idealmente equilibrada cuyas vastas dimensiones forman un conjunto admirablemente proporcionado".

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